La Evolución Y El Ascenso Bioquímico-molecular Del Hombre: Del Big Bang A La Conciencia Valórica MARIO SAPAG-HAGAR
amarioperalta2 de Abril de 2014
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La evolución y el ascenso bioquímico-molecular del hombre: del Big Bang a la conciencia valórica
MARIO SAPAG-HAGAR
Académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Farmacia
Profesor Emérito-Universidad de Chile
A la memoria siempre viva del Profesor Doctor
Ángel Santos Ruiz, maestro generoso que, con sabiduría
y humanidad, me transmitió su entusiasmo por la
Bioquímica, agonista del alma que contribuyó también
a mantener nuestra amistad y afecto a ambos lados del
Atlántico.
1. INTRODUCCIÓN
Al momento de examinar la asociación de hitos que han marcado la historia de la Ciencia, se deduce que los sistemas basados en grandes ideas unificadoras suelen asociarse, consciente o inconscientemente, con pensamientos o creencias acerca del destino humano y de su origen.
A este ámbito pertenecen la «Teoría de la Evolución Biológica de Darwin» (a quien se le llamó, acertadamente, el «Newton de la Biología »), y la «Teoría Molecular del Código Genético», eje de la Biología Molecular que ha permitido, como ya lo señaláramos en otra oportunidad (1), la manipulación por ingeniería genética de la información hereditaria misma con lo cual ha abierto la posibilidad de intervenir en la evolución de los seres vivos.
A Darwin corresponde el gran mérito de haber hecho que la evolución, como fuente creadora de materiales y formas, fuera un hecho inobjetable, un concepto unificador y un proceso continuo y
comprensible en el que, a través de la orientadora selección natural, se generen inevitablemente nuevas formas, estructuras y funciones, así como mejoras autoadaptables al medio, las que se traducen en un avance en la organización general de los seres vivos (1).
Pero como las propiedades de los seres vivos se deben a las características e interacciones de las moléculas que las componen, en una verdadera suerte de anatomía molecular, los biólogos se han
preocupado de perseguir a las moléculas que constituyen los organismos vivos y, con ayuda de los cosmólogos, han rastreado su origen hasta la creación de la materia inanimada misma tras la gran
explosión (Big Bang) que originó sus primeros elementos.
La Ciencia ha desplegado, desde hace ya mucho tiempo, sus mejores esfuerzos y reflexiones para alcanzar una visión unificada de la realidad intentando suprimir algunos desniveles evolutivos,
todavía inexplicables, entre materia inanimada (o inorgánica), vida y conciencia valórica, desafío que está a punto de lograr, aún cuando se le sigue resistiendo la unificación de la aparición de los fenómenos de conciencia a partir del sistema nervioso (2).
Los tres desniveles evolutivos anteriormente descritos, materia inanimada, vida y conciencia valórica, tienen su interpretación, respectivamente, a través de tres grandes creadores de nuevos materiales y formas: el Big Bang, el ADN y la mente.
En el presente trabajo desarrollaremos actualizada y secuencialmente estas tres etapas evolutivas cuya máxima expresión es el hombre, con el propósito de alcanzar una comprensión
bioquímicomolecular de él que incluya, además, su pensamiento lógico y su conciencia ética y valórica (Homo moralis) en las cuales se basan sus características humanas y su preeminencia sobre los otros seres vivientes que lo precedieron. Para ello, consideraremos el equilibrio entre lo genético y su entorno (medio ambiente) que hace que elhombre, más que Homo sapiens, sea el Homo humanus que señalaba Cicerón. Tanto la naturaleza con sus caracteres hereditarios, como
el ambiente, explican en su interacción la conducta humana y una voluntad libre influida por el instinto (genes, cultura, experiencia, entorno). No se trata ya de la herencia o naturaleza frente al ambiente sino de la herencia a través del ambiente (3).
Así, la vida y el hombre mismo se han convertido en objetos de investigación y nosólo de revelación.
Antes de describir las etapas evolutivas de la materia y de la vida, que desembocan en el hombre, analizaremos algunos conceptos básicos de carácter biológico, cultural, filosófico y sociológico del
gran proceso creador e integrador que es la evolución, así como la ya clásica controversia entre ciencia y religión.
2. LA EVOLUCIÓN: UN GRAN PROCESO CREADOR
Y UNIFICADOR
El hombre es la Evolución
hecha consciente de sí misma.
J. HUXLEY
2.1. La evolución del hombre: de la evolución biológica
2.1. a la evolución cultural
El que la humanidad tiene un origen bioevolutivo es una conclusión científica de la cual no cabe duda razonable alguna, aun cuando resten detalles por investigar y descubrir. La adaptación de una especie a su ambiente es el proceso principal que mueve y dirige la evolución biológica. La adaptación se produce gracias a la selección natural, es decir, debido a la reproducción diferencial de las variantes genéticas existentes en la especie del ser humano, ya que sólo en él la cultura constituye un método de adaptación más rápido y poderoso, puesto que aún durante los últimos milenios ha adaptado el ambiente a sus genes con más frecuencia que los genes al ambiente,
sin necesidad de recurrir a mutaciones, lo que conduce a que la Humanidad sea la especie más evolucionada sobre la Tierra.
Es conveniente, sin embargo, tener presente que la evolución biológica, en la que desempeñó un papel principal el ADN de los genes hace ya más de 3.000 millones de años, y cuya máxima expresión biogénica se alcanzó en el hombre, fue precedida por la evolución prebiótica o cosmológica, basada en los cambios energéticos y de la materia inanimada, apareciendo los átomos y las moléculas que constituirían los sillares de la vida. En esta última etapa, hace un millón y medio de años, se alcanzaría la creación de la mente humana (noogénesis) caracterizada por los inicios del pensamiento lógico y la conciencia valórica.
La evolución es un proceso continuo del ser humano, el cual, al igual que los demás organismos, sigue aún evolucionando. Si no fueran capaces de adaptarse a los cambios de su medio ambiente,
quedarían condenados a la extinción. La especie humana continúa evolucionando al cumplir con las dos condiciones fundamentales para toda evolución biológica: una gran diversidad genética y cambios ambientales, lo que se traduce en una selección natural que lleva a la transmisión de variantes genéticas. Si la evolución se prolonga en una dirección más o menos determinada durante un periodo suficientemente largo, se hacen observables los cambios, como ha ocurrido con el aumento de tamaño del cerebro del hombre de 500 a 1.400 cc en los últimos millones de años.
Entre las adaptaciones más recientes del ser humano se encuentran: la piel clara para absorber mejor la vitamina D, especialmente en las latitudes más nubosas; un gen para ayudar a digerir la leche,
alimento que otras especies sólo consumen en la infancia; en los
asiáticos, un nuevo gen que provoca intolerancia al alcohol.
Hay, pues, amplia evidencia de que la selección natural ha sido la fuerza principal de nuestra evolución en los últimos diez mil años y no hay razón para suponer que el proceso esté detenido.
La evolución humana se diferencia de la de los demás organismos por tener dos dimensiones: una biológica, por transmisión de información genética, y otra cultural, basada en la transmisión no
genética de información.
Esta última, la cultural, es específicamente humana y constituye «el conjunto de ideas vivas que el tiempo posee y de las cuales el tiempo vive» (4). Las evoluciones biológica y cultural son interdependientes, dependiendo enteramente la existencia de la cultura de la naturaleza y cualidades de la base biológica cuyo poder de adaptación se extiende, a su vez, sobremanera, gracias a la cultura, la que constituye la fuente más importante de los cambios ambientales que determinan la evolución biológica del hombre.
Las dos dimensiones de la evolución humana, biológica y cultural, responden a las dos clases de herencia, genética y cultural, existentes en el ser humano, que Medawar denomina, respectivamente, herencias endosomática y exosomática (5).
En 1976, Dawkins introdujo el término meme como un equivalente cultural del gen. El meme representaría un replicador de entidades culturales y la base de la continuidad cultural, así como el
gen es un replicador de rasgos o caracteres biológicos, base de la herencia. Memes pueden ser ideas, conceptos, conductas, estilos de vida, etc. Utilizan a las personas para perpetuarse, al igual que los
genes que portan los seres humanos perecibles que les permiten perpetuarse y replicarse para luego desaparecer. Los memes se sirven de una capacidad fundamentalmente humana: la imitación (modas, costumbres, etc.). Así, las culturas se podrían interpretar como inmensos aparatos de replicación. Al igual que los genes, los memes mutan y se transforman al traspasarse a otros individuos o comunidades.
Las culturas no serían, pues, sino conjuntos de estas unidades fundamentales o memes.
J.-P. Changeux, por ejemplo, llega a identificar un cuadro artístico como un «meme» de una complejidad extrema o, más bien, una «síntesis compleja de memes» cuya transmisión y propagación se llevan a cabo a través del cerebro del artista, de un lienzo a otro en la obra del
pintor y de la obra de un pintor a otro. El historiador intenta, por otra parte, reconstruir una evolución de un artista mediante la búsqueda de elementos
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