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La Globalizacion

luchoweeber23 de Abril de 2014

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GLOBALIZACIÓN: NECESIDAD DE UNA

CLARIFICACIÓN CONCEPTUAL

En Física hay dos fuerzas (centrífuga y centrípeta) sin las cuales no existiría el mundo y los hechos físicos. Lo mismo ocurre a escala mundial en el mundo social; la denominada dinámica internacional discurre entre dos fuerzas: localismo y globalización, que tienden a fragmentar el mundo en pequeñas porciones territoriales y colectividades humanas, por una parte; y a integrarlo, de manera casi total, en las nociones de gobierno mundial y aldea global, por la otra. Este fenómeno no es nuevo, aunque si es hasta hace poco que se hace más visible y se convierte en objeto de estudio de algunos trabajos.

La cuestión es que, como se evidencia en el planteamiento de J. Stigltiz, en su libro El malestar en la globalización, hay una confusión conceptual, la cual ha conducido a malinterpretar los fenómenos que se están produciendo a inicios del siglo XXI. En gran medida esto resulta del problema que J. Rosenau denomina las “cárceles conceptuales”; es decir, el uso actual de conceptos formulados para explicar fenómenos y situaciones de otros momentos históricos, que distan mucho de lo que hoy pretenden describir. Por ello, en este trabajo se pretende considerar esta confusión en cuanto a la trillada y gastada globalización (don Pepe Figueres diría “palabra gastada”); lo cual provoca que todo el mundo hable de esta, pero pocos comprendan su verdadero significado y magnitud en la transformación del mundo ubicado entre lo local y lo global.

En la primera sección del documento se hace un resumen crítico de algunas de las ideas de J. Stiglitz sobre globalización. Luego se analiza este fenómeno como un proceso que tuvo su origen hace miles de años, mostrando picos importantes en su evolución en momentos concretos a lo largo de la historia universal. Finalmente se hace alusión a la problemática de la transformación mundial y a las fuerzas sociales entre las que se debate el estado y la sociedad de inicios del siglo XXI.

La globalización en los planteamientos de J. Stiglitz

Como se mencionó, globalización es un fenómeno polisémico, que comprende un amplio rango de concepciones. Estas van desde una visión reduccionista (en la que el autor cae en algunos momentos) hasta una idea de un asunto inherente a la humanidad. Precisamente esta situación ha provocado que cualquier persona o colectividad utilicen la palabra en “forma apropiada” y acorde con sus puntos de vista y posiciones ideológicas. Palabras como global, globalización, globalizante y muchas otras con la misma raíz resultan una especie de “palabras mágicas”; tanto que difícilmente puede leerse un periódico o escucharse un medio de comunicación masiva que no las utilice diriamente.

En el prólogo, Stiglitz recurre a la concepción más reduccionista de la globalización: “…supresión de las barreras al libre comercio y la mayor integración de las economías nacionales.” Esto lo reitera en el capítulo 1 cuando señal que se trata de “…la integración más estrecha de los países y los pueblos del mundo, producida por la enorme reducción de los costes de transporte y comunicación, y el desmantelamiento de las barreras artificiales a los flujos de bienes, servicios, capitales, conocimientos y (en menor grado) personas a través de las fronteras” (cursiva agregada). Agrega, a reglón seguido, que es un proceso “…enérgicamente impulsado por corporaciones internacionales que no sólo mueven el capital y los bienes a través de las fronteras sino también la tecnología.” Esto le permite afirmar que la globalización puede ser controlada y replanteada.

Tal planteamiento le permite hacer afirmaciones en el capítulo 9 para ratificar su visión reduccionista. Señala que “la globalización no está funcionando” y que “para algunos la solución es muy sencilla: abandonar la globalización”. Incluso concluye, luego de una breve referencia a la cuestión del desarrollo (desde una perspectiva básicamente tradicional y restringida), reiterando que la globalización es un proceso gobernado, cuyos efectos pueden ser modificados si se ajustan las instituciones que la gobiernan para “lograr una globalización de rostro humano”.

Esa noción reduccionista de la globalización no es exclusiva de Stiglitz; por el contrario, parece ser la concepción predominante tanto en los denominados grupos anti-globalización, como en la mayoría de los defensores de la “globalización”. Por ejemplo el INAFI (International Network of Alternative Financial Institutions), creada en 1995 en Cuzco, define globalización como: “el proceso por el cual se permite que el discurso de apertura de mercados se convierta en apertura de las economías del tercer mundo generando la desinversión pública en el aparato productivo y la compra y privatización de empresas estatales por parte de empresas transnacionales”.

E. Bassi (2001; 25) aporta una concepción más general, aunque igualmente limitada, al señalar que es “…un proceso de integración mundial que está ocurriendo en los sectores de comunicaciones, economía, finanzas y en los negocios. [Pero que por] su amplitud y velocidad, ese fenómeno está afectando profundamente individuos, empresas y naciones, ya que altera los fundamentos sobre los cuales se organizó la economía mundial en los últimos 50 años.”

En un sentido similar se pronuncia la CEPAL (2000), al considerar que el proceso de globalización se refiere a “la creciente gravitación de los procesos económicos, sociales y culturales de carácter mundial sobre aquellos de carácter nacional o regional.” Por consiguiente, se trata de un fenómeno que ofrece oportunidades y riesgos a los países de la región. Entre las primeras está la “mayor incorporación a la economía mundial”; mientras que entre los segundos surgen las “nuevas fuentes de inestabilidad” (comercial y financiera) y los de “exclusión para aquellos países y sectores sociales no adecuadamente preparados para las fuertes demandas de competitividad propias del mundo de hoy.”

La cantidad de citas que puede hacerse es enorme; sin embargo, la mayoría de estas coinciden con la visión reduccionista de Stiglitz en ver el fenómeno como un asunto de naturaleza estrictamente económica; obviando –o al menos dejando en segundo plano– los componentes político, social y cultural de la globalización. El dar prioridad a lo económico dentro de este proceso conduce a caracterizarlo como globalismo; entendiendo este como la expansión global y dominante de un sistema económico particular: capitalismo. Esto ubicaría el fenómeno en una época reciente y no como una cuestión de larga data.

De acuerdo con B. Hettne (1996) el globalismo se define como “…globalización pragmática, la visión de un mundo sin fronteras.” Y agrega a reglón seguido que ve “…la globalización como un nuevo fenómeno cualitativo. Si la globalización implica una tendencia hacia un sistema social global, sus orígenes pueden ser trazados de regreso en la historia, pero uno podría también argumentar que el proceso alcanzó una nueva fase en la era de pos-Segunda Guerra Mundial.”

Particularmente el globalismo alcanzó el clímax tras el fin de la Guerra Fría; pues el reto que presentaban las economías de planificación central y los planteamientos socialistas del bloque soviético desaparecieron. Esto condujo a una visión triunfalista de los países capitalistas desarrollados, quienes consideraron, como expresa M. Steger (2005; 32), que “…el globalismo era difícil de resistir porque descansó en el poder blando del ‘sentido común’.” Lo cual facilitaba la globalización de los mercados, gracias a la revolución en el transporte y las telecomunicaciones, y al auge de los enfoques de alta tecnología de la producción.

Stiglitz enfatiza el carácter globalista en que se centran defensores y críticos de la globalización, señalando que: “son los más limitados aspectos económicos de la globalización los que han sido objeto de polémica, y las instituciones internacionales que han fijado las reglas y han establecido o propiciado medidas como la liberalización de los mercados de capitales” (cursivas en el original). Precisamente eso es lo que conduce a centrar el análisis en el rol de las instituciones financieras internacionales –IFI– (sobre todo el Fondo Monetario, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio); tanto que se llega a concebir, como lo advierte Stiglitz, la existencia de un “gobierno global sin estado global”. Con ello se abandonan los otros aspectos de la globalización, a los cuales se hace referencia en el siguiente apartado.

Globalización: un proceso connatural a la construcción de comunidades humanas

La globalización es un fenómeno complejo que se ubica en un continuum que comprende lo local, nacional, regional e internacional; en cuyos extremos yacen relaciones sociales y económicas estructuradas sobre una base local/nacional y aquellas que se manifiestan en la escala de la interacción regional/global. Por lo tanto, las actividades sociales, políticas y económicas se desarrollan, en forma expansiva, a lo largo de ese continuum en el que se implementan modelos de interacción y de flujos que se yuxtaponen a las sociedades, los estados y el contexto global. Estas facilitan la difusión global de ideas, información, capital y personas, lo cual incrementa y amplifica los niveles de repercusión de los eventos en los distintos ámbitos del quehacer individual y colectivo. En tal sentido es un proceso iniciado cuando las primeras comunidades humanas organizadas políticamente y con una identidad

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