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La línea celular del sistema inmunológico

Soraya Jiménez M.Resumen5 de Abril de 2017

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La línea celular del sistema inmunológico, está compuesta por células linfoides y células mieloides, cada una de ellas con sus respectivas sub divisiones.

Cuando se habla de las células linfoides,  hace referencia a los linfocitos T y B que son los responsables de la respuesta inmune específica. Existen tres poblaciones de linfocitos funcionalmente distintas, caracterizada cada una por un juego de marcadores, pero son difíciles de reconocer morfológicamente entre sí: Células T, células B y células NK.

Los linfocitos B tienen la capacidad de reconocen al antígeno en forma soluble, por medio de sus inmunoglobulinas de membrana, que forman parte del complejo receptor de las células B. Estos circulan en la sangre y se transforman en plasmocitos productores de anticuerpos en caso de infección. Son responsables de la inmunidad humoral.

Los linfocitos T se dividen a su vez en dos grupos que desempeñan distintas funciones,  los linfocitos T killers son células asesinas o supresoras que  serán  activados por células anormales tumorales o infectadas por virus; se fijan a estas células y liberan sustancias tóxicas (linfoquinas) para destruirlas. Y los linfocitos T helpers son cooperadores que estimulan la actividad de los T killers e intervienen en otros aspectos variados de la reacción inmunitaria.

Por otra parte las células mieloides son fagocitos, que al mismo tiempo se  fraccionan en leucocitos polimorfonucleares neutrófilos (PMN) y se diferencian a los macrófagos; células dendríticas, eosinófilos, basófilos y mastocitos.

Los leucocitos polimorfonucleares neutrófilos, se producen en la médula ósea; tras salir de la médula, circulan por la sangre durante y luego pasan a tejidos, donde mueren a los  2-3 días, cuando hay infección. Estas células constituyen una buena barrera defensiva frente a bacterias piogénicas. Mientras que los Fagocitos mononucleares están constituidos por los monocitos circulantes y los macrófagos tisulares, al madurar salen de la médula ósea; que al cabo de unas 8 horas emigran a distintos tejidos, donde se convierten en macrófagos. Seguido de éstos están los monocitos, que es otro tipo de leucocito caracterizado por poseer un solo núcleo y son muy importantes en el mecanismo de muerte intracelular de microorganismos.

Además están los macrófagos, que resultan de la salida de los monocitos de la médula migrando  a los tejidos y se diferenciarán a macrófagos. Están especialmente adaptados a luchar contra virus, bacterias y protozoos intracelulares.  El macrófago cumple un papel central en el sistema inmune, participando tanto en la fase de reconocimiento como en la de presentación del Antígeno. Estos pueden ser residentes fijos en tejidos, o libres.

Los residentes cumplen misiones concretas en cada uno de los tejidos, y los libres están estratégicamente situados para atrapar material extraño en órganos linfoides secundarios.

Otro tipo de células que se encuentra en el sistema inmunológico son las dendríticas, que son células con morfologías características, de ellas existen dos tipos; con funciones y propiedades diferentes, teniendo en cuenta que nunca presenta una actividad fagocítica importante.

Primero encontramos las células dendríticas interdigitantes, derivan de los precursores mieloides de la médula ósea, éstas se caracterizan por ser las células más potentes inductoras de respuestas inmunes. Y segundo, están las células dendríticas foliculares que no derivan de la médula ósea, están presentes en los folículos secundarios de las áreas ricas en células B de los ganglios y del bazo, así como en los folículos linfoides asociados a mucosas.

También están los Eosinófilos, que son granulocitos presentes en sangre y tejidos, su función principal es la defensa inespecífica frente a grandes parásitos; se desgranulan, vertiendo una toxina  y enzimas que controlan la respuesta inflamatoria, hidrolizando factores anafilácticos liberados por los mastocitos.

Finalmente están las plaquetas, que son células anucleadas, que derivan de los megacariocitos de la médula ósea. Su papel no inmune consiste en colaborar en la coagulación de la sangre y su papel inmune se centra en los fenómenos de inflamación: cuando existe daño a las células endoteliales, las plaquetas se adhieren al tejido lesionado y se agregan, liberando sustancias que incrementan la permeabilidad, y factores que activan el complemento, con lo que logran atraer a leucocitos.

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