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Mitologia


Enviado por   •  5 de Abril de 2015  •  2.150 Palabras (9 Páginas)  •  120 Visitas

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Mitología cántabra

l Ojáncano personifica el mal para los montañeses. Es el personaje más desagradable y malvado de la mitología de Cantabria.

Es un ogro enorme, tan alto como los árboles más altos y tan robustos como los peñascos que sostienen a las montañas.

Tiene unos pies y manos gigantescos y en cada pie tiene diez dedos que terminan en unas afiladas garras, lo mismo que sus manos, que también tienen diez dedos cada una rematada por sendas garras. En ellas suele llevar una honda de piel de lobo con la que arroja grandes piedras y en la otra porta un recio bastón negro, que puede transformarse en lobo, víbora o cuervo, los tres animales del bosque amigos suyos.

Todo su enorme cuerpo está cubierto por un pelo áspero y rojizo. La parte delantera de éste está casi tapada por una espesa barba, en la que tiene un pelo blanco, el punto débil del Ojáncano, si alguien consigue arrancarle ese pelo, tras cegarle el único ojo que tiene en su frente, podrá matar a este desagradable ser.

Pero por desgracia, el Ojáncano no está solo, con él vive la Ojáncana, un monstruo tan terrible como él o quizá aún más. La Ojáncana se parece mucho a su compañero, pero ella tiene dos ojos, aunque lo más característico de ella son sus enormes pechos, que ha de echarse a la espalda cuando corre por el bosque.

El Ojáncano no se reproduce en pareja, su nacimiento es de lo más curioso. Cuando un Ojáncano está viejo, los demás lo matan, le abren el vientre para repartirse lo que lleve dentro y lo entierran bajo un roble. Al cabo de nueve meses, salen del cadáver unos gusanos amarillos, enormes y viscosos, que durante tres años serán amamantados por una Ojáncana con la sangre que mana de sus voluminosos pechos y de este modo pasan a convertirse en Ojáncanos y Ojáncanas.

De esto se desprende que reinan en la Montaña a sus anchas y sólo un duende o una Anjana pueden castigarlos.

aAnjana es, frente al desagradable Ojáncano, un ser menudo, hermoso y bondadoso.

La Anjana es una hermosa ninfa que no mide más allá de medio metro, tiene los ojos rasgados y sus pupilas son azules o negras y brillantes como luceros, su mirada es serena y amorosa. Tiene unas largas trenzas rubias y se adorna la cabeza con una corona de flores. Su piel es muy blanca.

Tiene una voz dulcísima, como de ruiseñor y una pequeñas alitas casi transparentes, que la hacen parecerse a una mariposa.

Viste una túnica blanca con pintas relucientes y un manto azul que cambia por uno negro en el invierno. Lleva una vara de mimbre verde con una estrella en la punta y una botellita con una bebida milagrosa que cura a los enfermos. Vive en grutas recónditas que son auténticos palacios con el suelo de oro y las paredes de plata. Vive cuatro siglos y puede transformarse en lo que desee y hasta hacerse invisible.

Cuando algún cántabro tiene problemas, invoca la ayuda de la Anjana, que solamente se la prestará si éste es una buena persona. Pero la Anjana también castiga a quien la desobedece.

Parece que el poder de las Anjanas les viene dado por alguna fuerza superior, ya que ellas también pueden ser castigadas, sobre todo si se enamoran de un mortal, que significa renunciar a su esencia. Pero esto es excepcional y, por lo general, lo que distingue a la Anjana es su bondad

El dragón lusitano

Representado como un dragón verde con cola serpentina, el dragón lusitano era una criatura marina tan común en la iconografía portuguesa como lo serían en Francia el águila napoleónica, o el león entre los emblemas ingleses. Parece ser que éste símbolo era portado por los lusitanos, quedando como legado en la simbología portuguesa.

Si bien no es seguro que se haya empleado nunca para decorar las velas de ningún barco, a pesar de que el dragón fue un monstruo muy popular en la mitología portuguesa durante la Era de las Exploraciones, sí que sirvió para adornar numerosos mapas (acompañando la leyenda hic sunt Dragones, aquí están los dragones) y relatos épicos. Al cabo de un tiempo, una pareja de estos dragones adornarían el escudo de armas real de Portugal.

Otras teorías, alejadas del origen lusitano, sugieren que hizo aparición durante la Edad Media como parte del culto a San Jorge, santo patrón de Portugal, de algunas regiones de Extremadura -como la ciudad de Cáceres. Así, cuentan las crónicas de la época que los caballeros bajo las órdenes del general NunoÁlvares Pereira portaban un pendón con el dragón verde para celebrar la Batalla de Aljubarrota en 1385 (ocasionada en el campo de San Jorge), tal vez incluso guardando alguna relación el icono con los arqueros galeses que los acompañaban.

LEYENDA DE LA CALAVERA

Leyenda celta

Cuentan que hubo una vez un hombre, dueño de una granja en Irlanda, que un día discutió fuertemente con su hijo único. Tras la discusión nunca más volvieron a hablarse y al poco tiempo el joven murió repentinamente. Tal era el odio que el padre aún albergaba en su corazón que no se presentó en el funeral de su propio hijo ni acudió al cementerio cuando lo enterraron. Pasó el tiempo. El granjero se convirtió en un hombre taciturno y poco sociable. Aún así, cumplía con las obligaciones ciudadanas y cuando murió un vecino fue al entierro. Al término de la ceremonia, el granjero se quedó un rato en el cementerio. Paseando por entre las tumbas, encontró una calavera. Por aquellos tiempos, los sucesos sobrenaturales estaban a la orden del día, y así sucedió que la calavera, con un crujido inquietante, movió las mandíbulas para hablar: -Mañana –le dijo- pasaré la noche en tu casa, con la condición de que vuelvas tú más adelante a hacerme compañía en el cementerio el granjero, convencido de hallarse ante alguna señal del otro mundo, no dudó en aceptar. Además, decidió buscar un testigo e invitó al cura a visitarle la siguiente tarde. Cuando estaban cenando, se oyeron unos golpes secos en la puerta. Aunque nadie abrió, una calavera apareció de repente encima de la mesa. Ante

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