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Oso Polar


Enviado por   •  18 de Junio de 2013  •  9.892 Palabras (40 Páginas)  •  320 Visitas

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LA INVENCION DEL PUEBLO Edmund S. Morgan

CAPITULO 10: LA REVOLUCION IMPRUDENTE

La lucha de los EEUU con Inglaterra comenzó, con el intento del Parlamento de recaudar impuestos entre los colonos con la Ley del Azúcar de 1764 y la Ley de Estampillado de 1765. En Inglaterra la tributación tenía una particular relación con la representación. Un impuesto nacía de un pedido del rey a esos agentes en la Cámara de los Comunes; los Comunes y solo los Comunes, daban y concedían al rey una porción de la propiedad de sus votantes en forma de impuesto. La tributación no es parte del gobierno o del poder legislativo; son un regalo y una concesión voluntaria de los Comunes solamente, señala William Pitt.

Los colonos se unieron con el propósito de que el cobro de los impuestos, fuera un obsequio libre y voluntario del pueblo a su rey y, ante todo, nadie podía regalar lo que no tenia. Solo podían darlos las personas autorizadas por aquellos que eran los propietarios de los bienes; sólo los representantes del pueblo, y más específicamente, de los propietarios, podían consentir impuestos.

La respuesta inglesa reconoció la validez de la premisa colonial e imprudentemente recurrió a la estructura irracional de la Cámara de los comunes para proporcionar una base racional a los impuestos que el Parlamento quería aplicar a las colonias. En un panfleto escrito por Whately, secretario de la Oficina del Tesoro británico, sostuvo que el Parlamento podía gravar a los colonos porque ellos estaban representados allí, y en su argumentación inventó un expresión que sigue con nosotros desde entonces, la “representación virtual”: los colonos podían no votar representantes para la Cámara de los comunes pero tampoco podía hacerlo la mayoría de los ingleses. No estaban realmente sino “virtualmente” representados. Los miembros de la Cámara de los Cº representaba no a los votantes que los elegían, sino a todos los súbditos del rey, no solo en UK, sino también en las colonias.

Los miembros de la Cámara de los Cº desempeñaban funciones de apoderados para hablar y actuar en nombre de todos los súbditos del rey en las colonias. El consentimiento podía ser dado, sin embargo, por representación virtuales, a quienes los súbditos particulares no tenían por qué haber visto u oído personalmente.

Esto era llevar la ficción de la representación mas allá de sus elásticos limites y empujó a los colonos a la tensa afirmación del carácter local de sujetos de la representación, puesto que negaban la opinión del dicho secretario, sino también de los demás representantes del Parlamento. Se convirtió en un principio cardinal de los EEUU en el periodo revolucionario que los únicos representantes legítimos de cualquier pueblo, las únicas personas que podían consentir actos de gobierno para ellos, eran las personas a quienes habían elegido personalmente para ese propósito. Tales postulados fueron confirmados por varias asambleas coloniales, como también por el Congreso de la Ley de Estampillado de 1765 y por el Congreso Continental de 1774. Los periódicos y los panfletos se hicieron eco del absurdo de suponer que los EEUU estaban representados en Inglaterra por hombres a quines nunca habían visto. “Si no somos sus votantes, no son nuestros representantes”.

Lo que implicaba era que un representante no solo debía ser elegido directamente por sus votantes, sino que debía ser uno de ellos, debía vivir entre ellos y compartir sus circunstancias locales. Y voces mas audaces condenaban expresamente la degeneración a la había llegado esa representación en Inglaterra. Originalmente, se esperaba que los representantes en el Parlamento fueran propietarios residentes de los condados o municipios que los elegía. Había habido, se decía, un conocimiento y una relación personal entre el miembro elegido y sus electores.

No era que lo propios colonos desearan estar representados en el Parlamento. En realidad, no podían estarlo precisamente porque sus circunstancias locales lo impedían: la distancia destruía el objetivo y significado de la representación. Un EEUU enviado a representarlos en el Parlamento estaría demasiado desconectado de sus electores. Perdería ese sentimiento de amistad que constituye el fundamento mas firme de la libertad.

En esto, parecería, la Cámara de los Cº había abandonado toda pretensión de mantener su carácter de subidos como representantes, virtuales o reales, de cualquier electorado, ya fuera ingles o EEUU. Podría admitirse que el rey tuviera alguna autoridad gubernamental inherente sobre las colonias, pero los poderes de los Comunes, argumentaban los EEUU, debían provenir del pueblo que los elegía.

El miembro del parlamento elegido para representar a localidades o ciudades inglesas, se convertía, por la magia del gobierno representativo en legislador de toda UK. ¿También se transformaría en legislador de América del Norte? Esto era lo que los colonos negaban. Al rechazar la extensión de la representación virtual mas allá de UK, estaba afirmando sin darse cuenta del todo, al principio de lo que estaban haciendo, que las colonias EEUU eran comunidades nacionales diferentes de las que estaban representadas en el Parlamento. A partir de esta premisa se apoyaban inicialmente solo que los representantes de los distritos electorales británicos no tenían derecho a gravar a las colonias. Pero a partir de ello, fueron llevados a la conclusión de que los representantes británicos no tenían autoridad sobre ellos en ningún caso, sin excepción. Los más visionarios habían llegado a esa conclusión a fines de la década de 1760. En 1774 se convirtió en al posición oficial del Congreso Continental.

Negar que UK y las colonias formaran una sola comunidad no significa negar todas las relaciones que había entre ellas. Quedaba su sumisión a un rey común. El objetivo inmediato del argumento colonial fue eliminar la posición de compartir el gobierno imperial asumida por la Cámara de los Cº y poner a los representantes británicos en pie de igualdad con los que integraban las diversas asambleas coloniales. En efecto del argumento, sin embargo, no fue solamente situar a los representantes coloniales y a sus homólogos ingleses en un plano de igualdad, sino también destacar el carácter de súbditos de ambos en relación con el rey. Lo que ellos querían era que sus propias asambleas representativas, dentro de sus propias jurisdicciones, tuvieran los mismo poderes que la Cámara de los Cº había adquirido en Inglaterra.

Fueron los representantes EEUU en los congresos provinciales y en el Congreso Continental los que se desprendieron de la afirmación de ser súbditos y asumieron toda

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