Revolución Verde
lyncstll18 de Mayo de 2012
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Revolución Verde
Involucro un adelanto tecnológico en el sector agrícola, y en el menor grado a la ganadería. Comienza en México con la participación del estadounidense Norman Borlaug, siendo parte de la fundación Rockefeller, Junto a colaboradores mexicanos. Después de la segunda guerra mundial, se vieron en la necesidad de producir mayores cantidades de alimento bajo el supuesto de abastecer a las poblaciones hambrientas del mundo, paso que llevaría a la agricultura a dar un giro sin precedentes en la historia y que impulso a las naciones dominantes a un nuevo proceso de industrialización y en detrimento de las naciones periféricas.
La Revolución Verde apareció en los años 60 en el entorno de los alimentos y la agricultura como solución para atenuar el hambre en el mundo y consistió en la obtención de variedades agrícolas muy productivas pero con el uso de tecnologías altamente dependientes y costosas; este incremento se ha conseguido, principalmente, sin poner nuevas tierras en cultivo, sino aumentando el rendimiento por superficie, es decir consiguiendo mayor producción por cada hectárea cultivada. Para conseguirlo, se implementaron medidas, entre las cuales aparecen como principales la aplicación de fertilizantes químicos, pesticidas, herbicidas y técnicas de riego.
El objetivo de este movimiento era aumentar la producción de alimentos gracias a la magia de los productos químicos y la ingeniería genética, introduciendo nuevas tecnologías agrícolas.
El mito de la Revolución Verde es éste: las semillas milagrosas que produce multiplican la cosecha de cereales y por lo tanto son la clave para terminar con el hambre en el mundo. Mayor rendimiento significa mejores ingresos para los agricultores pobres, que así podrán salir de la miseria, y más cantidad de alimentos implica menos hambre en el planeta. Ocuparse de encontrar las causas que llevan a la pobreza y al hambre lleva demasiado tiempo y la gente está muriendo desnutrida ahora. Así que debemos hacer lo que podemos en lo inmediato: incrementar la producción.
El mejoramiento de semillas a través de la experimentación es algo que se intenta hacer desde el comienzo de la agricultura, pero el nombre de Revolución Verde fue acuñado en la década del 60 para destacar que se había encontrado una solución particularmente eficaz. En buena medida, estas "variedades modernas" producían más que las tradicionales gracias a un riego más controlado y al uso de fertilizantes petroquímicos, lo cual hizo posible una conversión más eficaz de los insumos industriales en alimento. Las semillas "milagrosas" se difundieron rápidamente en Asia gracias al importante apoyo de los Centros Internacionales de Investigación Agrícola creados por las Fundaciones Ford y Rockefeller, y al poco tiempo también se desarrollaron nuevos tipos de arroz y de maíz.
Luego de tres décadas de rápida expansión de los milagros de la Revolución Verde, en la década del 90 aún había cerca de 786 millones de personas con hambre en todo el mundo. Desde principios de los años 80, a través de las imágenes que empezaron a mostrar los medios de comunicación, Occidente es consciente de que hay hambrunas en Africa. Pero hoy vive en ese continente menos de la cuarta parte de los habitantes del mundo que tienen hambre. En Asia, precisamente donde las semillas de la Revolución Verde tuvieron más éxito, viven dos tercios de las personas subalimentadas del mundo.
El total de alimentos disponibles por persona en el mundo en desarrollo creció 11 por ciento en esas dos décadas, mientras que el número de personas desnutridas bajó de 942 millones a 786, una disminución de 16 por ciento.
Estos fueron los logros, y los defensores de la Revolución Verde asumieron alegremente la responsabilidad.
La Revolución Verde o cualquier otra estrategia de aumento de la producción de alimentos para aliviar el hambre en el mundo depende de las reglas culturales, económicas y políticas de los pueblos. Estas normas son las que determinan quién se beneficia como proveedor del incremento de producción.
Es decir, hay que saber la tierra y los cultivos de quién prospera y quién se beneficia como consumidor de dicho incremento, lo cual equivale a saber quién consigue los alimentos y a qué precio.
La Revolución Verde convierte a la agricultura en petrodependiente. Algunas de las semillas desarrolladas últimamente rinden más aún sin insumos industriales, pero los mejores resultados requieren cantidades adecuadas de fertilizantes químicos, plaguicidas y agua. Así que, a medida que se extiende el uso de las nuevas semillas, los petroquímicos se vuelven parte de la agricultura. La cantidad de producción agrícola por tonelada de fertilizante utilizado disminuyó dos tercios durante los años de la Revolución Verde.
Los agricultores necesitan cada vez más fertilizantes y plaguicidas para lograr los mismos resultados con el paso del tiempo porque los métodos de producción altamente dependientes de los abonos químicos no conservan la fertilidad natural del suelo y porque los plaguicidas generan plagas cada vez más resistentes. Además, quienes obtienen ganancias por el incremento en el uso de dichos productos químicos temen a las organizaciones sindicales y aprovechan su riqueza para comprar tractores y otras máquinas, aunque las nuevas semillas no lo requieren. Este cambio lleva a la industrialización de la producción.
Una vez alineada en el camino industrial, la agricultura cuesta más cara. Por supuesto, puede ser más rentable, pero sólo si los precios que consiguen los productores por lo que ofrecen son más altos que el costo de los petroquímicos y la maquinaria. Los defensores de la Revolución Verde aseguran que los agricultores de todo tipo de tierras obtienen ganancias netas una vez que adoptan las semillas más rendidoras. Pero los últimos estudios muestran otra cosa: la inversión en fertilizantes y plaguicidas parece aumentar a mayor velocidad que las cosechas.
Existen cada vez más pruebas de que el modo de producción que promueve la Revolución Verde no es ecológicamente sustentable, ni siquiera para los grandes productores. Los propios investigadores de esta corriente avisaron en la década del 90 que algo alarmante sucedía. Luego de un crecimiento muy importante en las primeras etapas de la transformación tecnológica, las cosechas empezaron a disminuir en varias partes donde se había implantado dicho estilo.
El fenómeno se debe a cierto tipo de degradación del suelo a largo plazo que aún no ha sido entendido por los científicos.
Allí donde el rendimiento no empezó a decrecer, el crecimiento se está enlenteciendo o anulando.
Algunos de los logros más espectaculares de la revolución verde fueron el desarrollo de variedades de trigo, arroz y maíz con las que se multiplicaba la cantidad de grano que se podía obtener por hectárea. Cuando a lo largo de los años 1960 y1970 se fueron introduciendo estas mejoras en Latinoamérica y Asia, muchos países que hasta entonces habían sido deficitarios en la producción de alimentos pasaron a ser exportadores. Así la India, país que sufría el azote de periódicas hambrunas, pasó a producir suficiente cereal para toda su población; Indonesia que tenía que importar grandes cantidades de arroz se convirtió en país exportador, etc.
Bases y características de La Revolución Verde
Queda claro que el objetivo principal es el incremento de la producción de alimentos básicos (cereales). Los medios tecnológicos con que se cuenta son la mejora genética de las variedades de plantas de cultivo, la mejora del rendimiento de los suelos a través de los fertilizantes y los riegos, el control de plagas de insectos y enfermedades de las plantas y la resistencia a condiciones de cultivo variadas. No obstante, parece ser que el factor que pone en marcha a todos los demás lo constituye la utilización de fertilizantes. En un principio se trata de aumentar la productividad del suelo mediante una mayor densidad de plantas. Ello implica el empleo masivo de fertilizantes para evitar el agotamiento de nutrientes del suelo. En teoría la idea es buena, pero al ponerla en práctica se descubren sus deficiencias: las plantas autóctonas crecen más que antes con lo que se ocultan a la irradiación solar unas a otras; a esto se añade otro problema: al alcanzar las cañas mayor altura no pueden resistir el peso de la espiga, por lo que acaban doblándose y "encamándose", con el alto riesgo de pérdida del producto que este fenómeno supone. La base por lo tanto es el empleo de fertilizantes; sin embargo, para poder aplicarlos, se hace necesaria la existencia de nuevas variedades de especies de cultivo que no se vean afectadas por el excesivo crecimiento vegetativo y el consiguiente encamamiento. Las especies enanas y semienanas híbridas serán la solución a este problema. Pero la mejora genética no acaba aquí; se continúa en su perfeccionamiento y en la consecución de variedades sumamente versátiles y rentables: de producción elevada, insensibles a los fotoperiodos, de amplia escala de con¬diciones de cultivo (resistencia a la sequía y a las condicio¬nes adversas del suelo), periodo más corto de maduración (per¬mite recoger dos y hasta tres cosechas al año) e incluso de mayor contenido proteínico. La investigación genética aparece por lo tanto como un importante factor de la Revolución Verde. La aplicación de abonos, junto a un mejor aprovechamiento de los suelos y el control efectivo de las malas hierbas, insectos y enfermedades, por medio de los pesticidas, hacen posible que las nuevas variedades desarrollen su alto rendimiento potencial. Otro factor importante es la proporción favorable
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