RevOLUCION VERDE
andersito191213 de Abril de 2014
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I. INTRODUCCION
A fines del año 1944 un grupo de científicos norteamericanos con su jefe el Dr. George Harrar se dedicaron a la producción de trigo y maíz en México. Cuando el grupo llegó a México éste era un país que importaba gran parte de sus alimentos a los estados unidos. Y en 1967 la producción triguera se había triplicado, la producción de maíz duplicado. Desde entonces de México se exportaban trigo y maíz con el cual la economía estaba prosperando.
Esos trigos sumamente adaptados a países tropicales y sub tropicales demostraron que podían duplicar el rendimiento cuando se les suministraba suficiente agua y fertilizante.
La fundación Rockefeller alentada por el éxito obtenido con el trigo en México unió esfuerzos con la fundación Ford en 1962 para crear el instituto nacional de investigaciones arroceras (IRRI) en las Filipinas, bajo la dirección del Dr. Robert Chandler, lograron un rápido éxito cuando una de sus primeras cruzas produjo un prolífico arroz enano, el IR-8 conocido en el mundo ahora como “arroz milagroso” que al igual que los trigos mexicanos el IR-8 podían duplicar el rendimiento cuando se les suministraba suficiente agua y fertilizante.
Gracias a la aplicación de estas mejoras durante las décadas de los 50, 60 y 70, muchos países de Asia, África y América Latina dejaron de ser deficitarios en la producción de alimentos. Por ejemplo, la India, un país asolado por hambrunas periódicas, pasó a producir suficiente cereal para toda su población; o Indonesia, que tenía que importar grandes cantidades de arroz, se convirtió en país exportador
Objetivos
Conocer en que consistió la revolución verde, que es y los lugares en que se originaron
Conocer factores limitantes de la revolución verde
Conocer los efectos secundarios y los aspectos positivos de la revolución verde
II.- REVISION DE LITERATURA
2.1.La revolución verde.
Revolución Verde es el nombre con el que se bautizó en los círculos internacionales al importante incremento de la producción agrícola que se dio en México a partir de 1943, como consecuencia del empleo de técnicas de producción modernas, concretadas en la selección genética y la explotación intensiva permitida por el regadío y basada en la utilización masiva de fertilizantes, pesticidas y herbicidas.
La Revolución Verde se sustentó sobre todo en la mejora de tres cereales clave en la alimentación humana (cada uno procedente de domesticación en una de las grandes civilizaciones antiguas): trigo, arroz y maíz.
En 1943, la Fundación Rockefeller y el Ministerio de Agricultura de México decidieron financiar a Norman Borlaug (procedente de la Universidad de Minnesota) un programa para la obtención de variedades de trigo de alto rendimiento capaces de resistir el hongo de la roya de los tallos. Se establecieron dos estaciones experimentales separadas entre sí 10º de latitud y con una diferencia de altitud de 2.600 m. El desarrollo simultáneo de las variedades en estos dos ambientes permitió acortar a la mitad el tiempo medio de mejora, pero además, las variedades obtenidas resultaron aptas para una gran variedad de climas y suelos, algo que hasta entonces se tenía por imposible. Las primeras variedades del programa eran de hecho tan productivas que la gran cantidad de grano hacía que el tallo se doblara y rompiera bajo su peso (fenómeno de "encamado"). Los investigadores entonces buscaron derivar de éstas otras variedades de tallo más corto, cosa que lograron tras hibridarlas con una variedad enana japonesa (Norin 10). Además, los genes de enanismo suministraban un efecto sinérgico adicional sobre la productividad: incrementan el rendimiento en grano a expensas del resto de biomasa, y resisten más los daños por viento y lluvia. Se obtuvieron, pues, variedades resistentes a la roya, de tallo corto, que evitaban el encamado, y de alto rendimiento bajo condiciones adecuadas de irrigación y de abonado. En cuanto a rendimientos se había dado un paso de gigante, ya que se pasó de las previas 0.75 Tm/ha a las 8 Tm/ha. El centro mexicano fundado por Borlaug (ubicado en el Distrito Federal) se denomina Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), y a Borlaug se le concedió el Premio Nobel de la Paz.
Con un objetivo similar, en 1960 se estableció en Los Baños (Filipinas) el Instituto Internacional de Investigación sobre el Arroz (IRRI), financiado por la Fundación Rockefeller, la Fundación Ford, la Agencia estadounidense para el Desarrollo Internacional y el Gobierno filipino. Como dice García Olmedo (1998), la mejora del arroz era lo más parecido a una carrera de obstáculos, ya que las variedades de alto rendimiento vienen definidas por numerosas propiedades al mismo tiempo: ciclo corto (que permita dos cosechas al año), floración independiente del número de horas de insolación, talla baja, resistencia a la enfermedades y, por supuesto, buenas cualidades culinarias. Tras varios años de intensa investigación, con numerosos cruces entre distintas variedades progenitoras (unas 13, procedentes de seis países) a finales de la década de los 70 se logró la variedad deseada (bautizada IR-36), que a su vez sirvió de punto de partida para nuevas mejoras.
La mejora del maíz había comenzado antes, en los años 20 y 30, por la empresa Pioneer Hi-Bred (EE.UU.), al facilitar la obtención de maíces híbridos (dotados del fenómeno de vigor híbrido debido a la heterosis). Los híbridos dobles (procedentes del cruce de dos híbridos sencillos) y la esterilidad masculina (que eliminó el engorro de cortar a mano la flor para evitar la polinización autógama) facilitaron la obtención y abarataron los costes. Las variedades híbridas son de alto rendimiento, pero tienen la desventaja de que el agricultor no puede aprovechar los granos de las sucesivas generaciones, porque el vigor híbrido (y por lo tanto los rendimientos) se pierde, por lo que hay que comprar granos híbridos en cada estación de siembra. La estrategia del enanismo no funciona con el maíz, pero el aumento de productividad vino principalmente de plantas que podían plantarse de modo más denso.
Recientemente un grupo de investigación del británico Centro John Innes ha descubierto la base molecular del enanismo de las plantas de la Revolución Verde (véase Peng et al., 1999, Nature 400: 256 ss). En una demostración más del poder analítico de la nueva genética, estos científicos han descubierto que los alelos que confieren el fenotipo del enanismo en trigo (Rht-B1 y Rht-D1) y en maíz (dwarf-8) son homólogos del gen GAI de la planta modelo Arabidopsis thaliana, y que todos ellos determinan una proteína que hace que las plantas sean menos sensibles a la hormona de crecimiento denominada giberelina. Además, mediante ingeniería genética transfirieron el gen GAI a plantas de arroz de talla normal, convirtiéndolas en enanas, con lo cual se abre la posibilidad de crear cultivos transgénicos con talla reducida que puedan logran aumentos de productividad en especies en las que las técnicas tradicionales no han tenido éxito en este objetivo.
La Revolución Verde se debió en buena parte a los 16 centros financiados mayoritariamente con fondos públicos (agencias del sistema de Naciones Unidas, y Banco Mundial) que constituyen el CGIAR (Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional), y de los que son ejemplos señeros los ya citados IRRI y CIMMYT.
Aparte de suministrar material útil directamente a campesinos de numerosas zonas del mundo en desarrollo, estos centros fueron determinantes para la investigación a largo plazo que impulsó los avances más importantes. Y sobre todo, fueron los pilares sobre los que los incrementos de productividad permitieron alimentar a cientos de millones de personas del Tercer Mundo y conjurar las previsiones pesimistas sobre la extensión del hambre, especialmente en Asia.
El sistema del CGIAR fue el responsable del aumento por valor de 50.000 millones de dólares de la producción de arroz y trigo desde los años 60. Repartió más de 750 variedades de trigo, arroz, maíz, sorgo, mijo, patata, mandioca y frijoles. Entre 20.000 y 45.000 científicos del Tercer Mundo se han formado en sus centros. Y es la depositaria de casi un millón de muestras de germoplasma que se han distribuido por todo el mundo.
(Para un análisis en profundidad del sistema CGIAR y de sus distintos Institutos, véase el monumental estudio de Albert Sasson, 1998).
La introducción de los trigos y arroces de la Revolución Verde fue en buena parte la responsable de que la producción de grano se incrementara anualmente una media del 2.1% entre 1950 y 1990, lo que supuso casi triplicar las cosechas, sin apenas variar la superficie cultivada. En el Tercer Mundo el impacto de las nuevas variedades (asociado a las correspondientes prácticas agrícolas) fue enorme, sobre todo en India, Pakistán, China y países de Latinoamérica. Algunos de estos países pasaron de importadores a exportadores de grano.
Hay que reconocer que la Revolución Verde ha sido un factor esencial en evitar hambre en el mundo. Se considera que el aporte energético mínimo por persona es de 2200 Kcal/día. Según la FAO, en los años 60 el 56% de la
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