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SONIDO Y SILENCIO


Enviado por   •  30 de Agosto de 2022  •  Apuntes  •  1.962 Palabras (8 Páginas)  •  50 Visitas

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SONIDO Y SILENCIO

El silencio se puede considerar siendo aquello que antecede la palabra como premonición a los sonidos, y el que la sucede como recapitulación de los sucesos. No hay que dar por sentado que la ausencia de sonidos es la falta de capacidad para producirlos, sino que esta transmuta (en las mentes más atentas al entorno) como un espacio de sí misma y también como la atención a lo que ocurre.

Dicho sea de paso, las cámaras anecoicas cumplen la función de eliminar todas las reflexiones acústicas dejando al individuo que la habita, en lo que se podría denominar como el silencio absoluto. Pero tal cosa no es del todo cierta. Ya que los sujetos que se mantuvieron más de dos horas, manifiestan que luego de que su oído se acostumbra al silencio, comenzaron a escuchar su propia sangre circulando por las venas de sus aparatos auditivos y los latidos del corazón eran mucho más intensos. Por lo tanto, podríamos deducir que el silencio es entonces, sólo la omisión de los sonidos esperados. Que no existe tal cosa como el silencio absoluto.

Por otro lado, el ruido y los sonidos ¿Qué es para alguien el ruido? El ruido es lo desconocido que se filtra en las costumbres. Podría decir que es una de las formas más cotidianas de romper la burbuja, y de conocer el sentido de las cosas, saliendo de las mismas. El ruido ensordecedor se puede confundir con el silencio justamente porque te deja sordo. La acumulación de ruido es la característica de nuestro tiempo, que halla su fundamento en un ruido vacío de sentido, de aliento y de vida entendida como experiencia de la plenitud. No hay plenitud, solo hay inquietud confusa y descentrada.

Los monjes definen al silencio como la lucha por la pureza del corazón y la sinceridad interior, en un encuentro con uno mismo. En tiempos modernos al ser humano le resulta difícil y un tanto incómodo permanecer en silencio en su pequeña habitación, allí se escucha a si mismo y escapa desesperado prendiendo la radio o la televisión. Guardar silencio no significa no decir nada, sino en caso prescindir de las oportunidades de huir, renunciar no solo hablar sino también a todas aquellas ocupaciones que me apartan de mí mismo, obligándome a estar conmigo. Se nos revela nuestro caos y el desorden de nuestros pensamientos y deseos, chocando contra la pared de las tensiones internas que tanto tememos.

Quizás entonces el ruido es solo ruido, en la memoria del silencio..., o viceversa. Como afirma John Berger… “El silencio de lo no dicho está siempre trabajando subrepticiamente con otro silencio, que es el de lo que no puede ser dicho, el de lo indecible”

Carl Jung nos habló del lado oculto de la humanidad, guardado en las
profundidades de nuestra oscuridad interior. Nos dijo que tenemos una sombra y no es precisamente la que dibuja nuestra silueta en la pared cuando nos paramos frente al sol. Es muy distinta de esa sombra física que nos acompaña adonde vamos, pero no nos molesta en absoluto y rara vez la recordamos.La psicología no se refiere a ella aunque es evidente que la utiliza como analogía. La sombra es en este caso la parte indeseable de nosotros mismos, está siempre con nosotros, pero nos desagrada tanto que preferiríamos esconder quince metros bajo tierra y en el mejor de los casos deshacernos de ella por completo.Muchos dirán, ? yo no tengo lado oscuro, eso sólo pasa en las películas de ficción del tipo de la Guerra de las Galaxias?. Pero lo que
ocurre es que convive con nosotros aunque no lo sepamos.

Cuanto más nos empeñamos en esconderla, con más fuerza va a intentar salir a la luz. Como el león enjaulado, mientras está encerrado,
estará cada vez más embravecido por estar solo y con sus ganas de salir a atacar en aumento por estar oculto.Pero si somos concientes de su presencia, lo visitamos, lo alimentamos, le abrimos la jaula y le damos un espacio en casa, tendremos
mayores posibilidades de convivir con él de manera apacible.

Todas las cosas tienen dos polos, un lado positivo y uno negativo, femenino y masculino, las dos caras de la moneda que hacen al
todo. Uno no puede existir sin el otro, un polo necesita a su opuesto.Vivimos en una dualidad permanente, todo constituye una decisión, esas elecciones van formando nuestra personalidad. De esta forma
podemos describirnos: ?Soy activo, me gusta bailar, no tomo alcohol, me gusta el clima frío, soy madrugador.
Con cada elección que hacemos dejamos a su polo opuesto de lado, lo estamos desechando, porque si soy madrugador no puedo ser
dormilón, ser las dos cosas a la vez no es posible.

Muchas de esas elecciones tienen una valoración que muchas veces la condiciona, dado que si elijo ser violento tendré
cuestionamientos ajenos y también propios.Las cosas que están dentro nuestro, que nos pertenecen pero no queremos admitir son nuestra sombra. El descarte que hicimos conciente
o inconcientemente, la quitó de nuestra vista pero no de nuestra conciencia y al no reconocerla vivimos la falsa ilusión de habernos
librado de ella.

La percibimos en el exterior porque si la viéramos adentro nuestro, ya no sería una sombra. El evitar un aspecto propio demuestra a
las claras que tenemos un problema por resolver y cada vez que veamos proyectada esa sombra en el exterior despertará en nosotros un
repudio intenso, dolor o rabia. Esta nos lleva a un proceso de simulación, pretendiendo ser tan sólo lo que decidimos.

Al acercarnos a nuestro aspecto negativo, observarlo y dejarlo salir, actuamos de manera saludable y mejoramos sustancialmente nuestra
relación con el. La sombra al principio saldrá arrasadora pero luego va a equilibrarse y a fundirse con la luz que es el otro polo
nuestro. Se fusionarán en una danza de equilibrio y belleza.
El empecinarnos en tapar estos aspectos primitivos que nos disgustan, sólo logran con el tiempo acrecentar su monstruosidad. El
esfuerzo que nos demanda contenerlo nos consume buenas cantidades de energía disponible.
El resultado generalmente es una falsa apariencia y un desequilibrio interior profundo. Si la sombra fuese puesta a la luz de
nuestra consciencia, dispondríamos de una mayor cantidad de energía y seríamos libres.
Según el Prof. Daniel Cuperman la sombra tiene una configuración cultural, porque cada sociedad elige los contenidos que guardara
allí. Los celtas por ejemplo, creían que una persona debía ser osada y valiente y que jamás debía quejarse, por lo tanto, su sombra
tomaba la forma de cobardía o melancolía. En nuestra cultura nos inculcan no ser egoístas, lujuriosos o agresivos. Ser siempre buenos,
por lo tanto nuestra sombra se proyecta seductoramente a través del poder, el sexo y la violencia.
El material con el cual se construye la jaula para la sombra social son las creencias, los criterios y las reglas con las que cada
persona en la tierra creció y se formó.
Para liberarse de ella hay que encontrar las vías de salida de esa fuerza primaria interpretarla y aprender a manejarla. Debería ser
como un juego más que como un hecho que nos llene de miedo y stress.
Pero ocurre que si aprendemos a jugarlo, puede resultarnos muy útil ya que a partir de él podemos descubrir manejos y comenzar un
interesante viaje interno que resulte en un mejor conocimiento propio y de nuestro entorno.
Cuando la sombra es absorbida perdemos gran parte de su oscuridad y nos volvemos luminosos en una forma nueva.
La energía primaria de la sombra es una energía de supervivencia, carente de filtros, es pura acción directa enfocada siempre al
cumplimiento de la necesidad básica o el deseo primitivo. La razón por la cual nos rodeamos de estas rejas es debido a la necesidad
de convivir con otros, porque la vida social exige reglas que esta fuerza no está siempre dispuesta a cumplir.
Una persona que ha elaborado el proceso con su sombra, transmite la sensación de presencia y autoridad a quienes la rodean. Las
posibilidad mas acertada es entonces afinar las vías de salida de esta energía y completarnos con ella.

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