Silvia bravo `` Encuentro con una estrella``

Mya Gpe. Gonzalez Verdugo

2AMARH

LEOyE

ASTRONOMIA

ENCUENTRO CON UNA ESTRELLA

AUTORA: SILVIA BRAVO

CAPITULO 1. LA ESTRELLA QUE ALUMBRA

En lo que el Sol nos muestra su monumental disco, nos deslumbra con su luz y puede hasta quemarnos con su calor, las estrellas no parecen ser nada más que pequeños puntos de vista luminosos adheridos a una gigantesca bóveda, visibles solamente una vez que la luz de aquél no opaca su débil resplandor.

 No hace todavía un largo tiempo que se consideraba que la naturaleza de los cuerpos celestes era drásticamente distinta de la de los cuerpos que conforman nuestro mundo.

 No obstante, entre ellos parece haber además 2 categorías: por un lado las estrellas, pequeños aspectos de luz fijos a la bóveda celeste y girando con ella poco a poco en el lapso del día, y por otro unos cuerpos, que los griegos denominaron planetas —que desea decir "errantes", "vagabundos"—, los cuales no parecen estar adheridos a la bóveda celeste, puesto que su postura en relación a las estrellas estáticas cambia constantemente. Los cuerpos clasificados por los viejos como planetas fueron: la Luna, el Sol, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, puesto que, en impacto, cualquier observador oficioso que escudriñe noche a noche los cielos va a poder percatarse del movimiento de dichos cuerpos respecto al fondo de las estrellas, en lo que no va a poder identificar, en el lapso de toda su historia, ninguna alteración en la postura relativa de las estrellas. No obstante, aparte de esta diferencia, todos los cuerpos celestes eran considerados perfectos y necesarias, y aunque el ser humano ya había iniciado a partir de la era de los griegos el desarrollo de la física como el análisis del grupo de normas que gobiernan los fenómenos que ocurren en la naturaleza, ésta no integraba el análisis de los cuerpos celestes, cuyo inmodificable aspecto no sugería necesidad alguna de él.

 La población creía que las estrellas rigen los destinos de la raza humana y que tienen la posibilidad de observarse en el cielo señales de buenos o malos augurios, y a medida que el análisis del Sol como un sistema físico es bastante reciente, la adoración del Sol como un dios es quizás tan vieja como los primeros equipos humanos. De esta forma se ha sido descubriendo que dichos cuerpos vagabundos no son realmente de naturaleza distinta a los objetos de tierra y lentamente el ser humano adquirió confianza para tratarlos con el mismo rasero.

 Con Newton, hacia finales del siglo XVII, la física de la Tierra se extendió hacia los cielos y el Sistema Solar se admitió como formado por el mismo tipo de materia en cada una de piezas y sometido a un exclusivo grupo de leyes rigiendo su comportamiento.

 LAS ESTRELLAS SON SOLES

 Sin embargo las estrellas seguían siendo un asunto aparte. Visualizaciones con superiores telescopios durante el siglo XIX mostraron que la estrella volante de Piazzi no era excepcional, sino que lo cual nos impide ver los movimientos de las demás estrellas es que se hallan al menos centenares de millones de veces más lejos que el Sol. ¡El Cosmos empezaba a ser muchísimo más enorme de lo cual se había imaginado hasta entonces!, y rápido quedó claro que las estrellas no estaban cada una de sobre una esfera, sino que se encontraban esparcidas en un vastísimo espacio, varias cercanas al Sol y otras muchísimo más distantes.

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