Socrates de Atenas
mariorcarolinaMonografía9 de Julio de 2013
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SOCRATES DE ATENAS ( 470 — 399 a. C.)
Filósofo griego. Su vida es un auténtico misterio. En él todo parece de caricatura. Iba descalzo por la ciudad de Atenas. A veces, cuando recomendaba a los jóvenes adolescentes que fueran limpios y elegantes, el aparecía sucio. Era casi un mendigo. Su primer enigma es, pues, saber de qué vivía. Su padre fue escultor y su madre comadrona. No se conoce bien si se casó una o dos veces.
También le gustaba la música. En realidad fue un cosmopolita sedentario, ya que no salió nunca de la ciudad de Atenas más que para luchar contra los persas o consultar el oráculo de Delfos. Otros filósofos viajaron por el Mediterráneo para instruirse. Vivió en unos tiempos turbulentos, bajo la tiranía de los Treinta, que según Jenofonte le prohibieron enseñar la retórica.
Su personalidad es, a veces, contradictoria: bufón y serio, dulce y violento, religioso y librepensador, aristócrata y demócrata. No se conoce tampoco con exactitud cuál fue su formación intelectual: practicó la gimnasia, la música, la geometría y la astronomía. En cuanto a su relación con los filósofos, no entendió a Heráclito, frecuentó
a los sofistas y tuvo entre sus oyentes a Platón. Sócrates no ha dejado ningún texto escrito.
Es dudoso, por tanto, si existe una filosofía suya. Sus palabras y pensamientos nos han sido transmitidos. Fue un teórico puro, va, viene, pregunta, vive de la ciudad. Considerará amigos a los otros ciudadanos, intentará ayudarles y mostrará un amor pedagógico hacia los jóvenes. En su propia educación será sobrio, cuidará su salud, despreciará el dinero, será piadoso y modesto. Tendrá por norma predicar con el ejemplo.
Sócrates interrogaba al que encontraba, al artesano, al político, al sacerdote y a todos les demostraba que eran incapaces de definir el objeto de su saber. Sócrates se incluiría entre los sofistas al limitar su búsqueda al único objeto que podemos conocer, el hombre. Para él, el sustituto de la prueba metafísica es la experiencia y la analogía, el diálogo. En realidad, es casi seguro que fuera el creador de la dialéctica.
Con una burlona modestia (su ironía) se coloca en actitud interrogante frente a su interlocutor y le hace examinar casos particulares y de la vida corriente, que luego comparaba con otros, deducía sus consecuencias, llegando a principios generales de crítica moral o a mostrar la falsedad del argumento o las contradicciones en las que incurría el interlocutor.
Es casi seguro que expuso a muchos a vergüenza, por lo que fue creándose enemigos, llegando a considerarle peligroso y revolucionario. Su mérito estribó en establecer que por un trabajo comunitario sobre el discurso común, se podía llegar al discurso justo: los sofistas hablaban ante los otros, pero no con los otros, el dialéctico, sin embargo, dialoga e intenta convencer a través del diálogo.
La dialéctica destroza los discursos largos, procede a base de preguntas cortas, se dirige al intelecto y su finalidad es convencer. Su ironía es burlona, porque la dialéctica se prepara para demostrar al otro que, en realidad, ignora lo que alardea de saber. Para Sócrates el concepto es innato y universal. El pensamiento de Sócrates no fue Dios ni el Cosmos: es cualquiera, el artesano, el artista, el político. A cada uno le interesa lo útil, pero no con carácter universal, sino por un beneficio inmediato. Su análisis de lo útil desemboca en el concepto de bien.
Propugnó la práctica de la virtud, porque, en su opinión, la virtud es dominar los movimientos de una naturaleza ciega y conducirse según la ciencia del bien. Pensaba, asimismo, que el hombre, por esencia, quiere el bien y que cuando hace mal se engaña, concluyendo que nadie es malvado voluntariamente.
Considera necesario hablar; la verdad, en su opinión, no se alcanza con grandes y aparatosos discursos, sino mediante el diálogo. El lenguaje será para él el lugar de su verdad. Pero lo más importante no será el dios oculto o el mundo, sino que para Sócrates lo fundamental es conocernos a nosotros mismos. La virtud, para él, consistirá en resistir a los impulsos particulares para seguir los mandamientos universales de la razón.
Los conceptos más útiles e importantes son los que nos pueden ayudar a dirigir nuestra conducta. Éste será el Sócrates creador de la ciencia moral. Pero el Sócrates que nosotros conocemos es el creado por Platón, no es un hombre de carne y hueso, sino un auténtico <<personaje>>, sabio, sublime, tierno, burlón, honrado. Como no dejó un sistema doctrinal y prefería educar a los hombres para que ellos solos reflexionasen, su figura y doctrina fueron asimiladas por sus discípulos, y, a su muerte, se formaron varias escuelas socráticas: la Clínica, la Cirenaica y la Megárica.
Su forma de morir también elevaría a la categoría de mito a este enigmático personaje.
Fue condenado a muerte. Aunque lo consideró injusto, no quiso escapar cuando sus alumnos le prepararon la huida y bebió la cicuta, demostrando una gran serenidad y poniendo en práctica su teoría de que el primer deber del ciudadano es la obediencia de la ley, aunque sea injusta. El porqué de esta condena ha sido motivo de discusiones frecuentes, sin haberse llegado a una conclusión definitiva.
Hasta el siglo XIX se pensó que fue víctima de los sofistas, sus enemigos más directos. Después se creyó que Sócrates había suscitado la ira de los más reaccionarios, acusándole de corruptor de la juventud y también que le pudieron exigir cuentas por su colaboración con los aristócratas.
Otros han visto en su muerte una conducta fracasada. Opinan que él quería morir, que estaba cansado de su sabiduría. Pero, apenas muerto, una vez ingerida la cicuta, se cerraron las palestras y gimnasios en señal de duelo y se desterró a los que le habían acusado. Con su muerte, se convirtió en un mito, en un símbolo. Ha pasado a la historia como la representación del sabio por excelencia.
Dotado de un gran sentido de la ironía, Sócrates suscitaba el coloquio personal de hombre a hombre, con el fin de averiguar la verdad, que él mismo no conocía. Por el procedimiento de la mayéutica como método para llegar a descubrir la verdad, el interlocutor reconocía los errores que antes había afirmado y llegaba al recto juicio.
Con ello Sócrates, según él decía, no hacía más que poner en práctica el oficio de sus padres, al hacer nacer las ideas cinceladas con la verdad. Se recordará que su madre era comadrona y su padre escultor. Frente a aquellos que pretendían saberlo todo, hacía alarde de su ignorancia y aplicaba como norma la sentencia que figuraba en el templo de Apolo en Delfos: "Conócete a ti mismo".
Sócrates impartía sus enseñanzas en los gimnasios, en las plazas, a todo aquel que se le acercaba, sin percibir ningún tipo de honorarios. Superó a la sofística, con su falsa pretensión de saberlo todo. Era un interrogador implacable, él que precisamente confesaba que nada sabía. Esta contradictoria superioridad molestaba al sentimiento democrático, que al final le acusó de que introducía nuevos dioses y pervertía a la juventud.
Aunque sus amigos le hicieron propuestas para huir, Sócrates aceptó serenamente la muerte por obediencia a las leyes de la ciudad. Con ello puso a prueba la fuerza de su doctrina, a saber, que la moral debe imponerse por encima del mundo real. Sócrates no escribió ninguna obra, quizá porque sus ideas eran tan concretas que se bastaban con la palabra oral, pero su fama ha sido reconocida por todas las épocas.
Toda la actividad de sócrates se centró en el campo educativo según él mismo confiesa, jamás se sintió con fuerzas suficientes para subir a la tribuna y expresarse públicamente. Se lo impedían la falta de voz potente y una timidez innata. Sin embargo, ejerció una gran influencia entre sus contemporáneos a través de su escuela y de sus escritos.
JUICIO Y MUERTE DE SÓCRATES
Con noble calma y valor, Sócrates recibió la copa de cicuta y ante los ojos de sus discípulos bebió el veneno que le causaría la muerte, dando cumplimiento a la sentencia dictada contra él por "corromper a la juventud e introducir divinidades extrañas" en la Atenas del año 400 antes de Cristo.
Para muchos, la muerte de Sócrates representa la obediencia fiel de un ciudadano a las leyes de su Pueblo, porque rechazó los reiterados ofrecimientos de sus discípulos para facilitar su huida de la prisión.
De la vida y del modo de ser y de pensar de Sócrates, su juicio y el desenlace que éste tuvo son los episodios más significativos. En general, puede decirse que Sócrates fue una víctima inocente de una Atenas crispada por más de veinte años de guerra continua, que se vio coronada por el régimen de terror impuesto por los Treinta tiranos entre el —404 y el —403 tras la victoria espartana.
Cuando la democracia se instaura de nuevo, Sócrates es visto como cómplice de Critias y Cármides, cabezas destacadas de ese grupo oligárquico. No era la primera vez que el nombre de Sócrates se asociaba al de los enemigos de la democracia: la defección de Alcibíades años antes era un importante precedente. No se juzgó a Sócrates por estas razones (lo mejor, sospechas), pues la amnistía política del —403 cerraba el paso a tal tipo de revanchas.
Sin embargo, el nuevo partido demócrata buscó el exilio de Sócrates. Diógenes Laercio recoge la acusación de que se le hizo objeto: «Melito, hijo de Melito, del distrito de Pita, acusa a Sácrates, hijo de Sofronisco, del distrito de Alopece, bajo juramento al siguiente efecto.
Sócrates
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