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Teoria Heliocentrica De Nicolas Copernico


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2013  •  2.094 Palabras (9 Páginas)  •  600 Visitas

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Teoría heliocéntrica de Nicolás Copérnico

Esta teoría se deben a la unificación de todas las teorías orientales y del continente americano, todo comienza con los intentos de los griegos de concebir el mundo como el resultado de procesos naturales y no como obra de los dioses, empezando con los filósofos jónicos según ellos el universo se encontraba en un estado primordial en el que todo estaba mesclado, de aquí surgiendo los opuestos tales como lo seco, lo mojado, etc... Cuyas interacciones producían cuerpos celestes y en la tierra plantas y animales. Los jónicos pensaban que la tierra era como un disco plano que flotaba en el centro de la esfera celeste, pero ya más o menos por el siglo V a.C, los filósofos griegos se habían dado cuenta a través de varios indicios de que la tierra era redonda, el primero en afirmar esto fue Pitágoras, que llego a esta conclusión por sus experimentos de observación, pero los argumentos que utilizo fueron del modo metafísico según Pitágoras la tierra era esférica porque la esfera es el cuerpo geométrico más perfecto, por lo que acontece al movimiento de las estrellas, lo evidente era que el cielo y sus astros giraban alrededor de la tierra. Sin embargo el filósofo Filolao, discípulo de Pitágoras propuso un curioso sistema cósmico según el cual el día y la noche eran producidos por la rotación de la tierra alrededor de un centro cósmico, a pesar de ser erróneo, este mismo sistema tuvo el mérito de asignarle cierto movimiento a la tierra y dejar de considerarla como un cuerpo fijo en el espacio.

Al parecer el primer hombre en la historia que propuso el sistema heliocéntrico, según el cual la tierra gira alrededor del sol en un año y sobre su propio eje en un día, fue Aristarco de Samos quien vivió en Alejandría en el siglo III a.C. tristemente no se conservó ningún escrito de Aristarco y todo lo que se conoce de él es por medio de escritos de otros filósofos, no sabemos en qué se basó para tener una teoría que anticipo por más de diecisiete siglos a la de Copérnico.

No todos los filósofos griegos aceptaban que la tierra aparentemente tan firme y sólida, pudiera poseer algún movimiento propio. De hecho, los dos más importantes, Platón y Aristóteles, sostuvieron lo contrario, y fueron ellos quienes más influyeron en los siglos siguientes.

Platón describe su visión de la creación cósmica en el diálogo de Timeo. Por supuesto, el relato tiene un alto valor poético pero carece de cualquier fundamento físico. Platón narra, por boca de Timeo, cómo el Demiurgo creó el mundo a partir de cuatro elementos, aire, agua, fuego y tierra y puso en él a los seres vivos: los dioses que moran en el cielo, los pájaros que viven en el aire, los animales que habitan en la tierra y en el agua. El Universo así creado debía ser esférico y los astros moverse circularmente, porque la esfera es el cuerpo más perfecto y perfecto es el movimiento circular.

Aristóteles desarrolló un sistema del mundo mucho más elaborado que el de su maestro Platón. Declaró explícitamente que la Tierra es esférica y que se encuentra inmóvil en el centro del Universo, siendo el cielo, con todos sus astros, el que gira alrededor de ella. Más aún, postuló una diferencia fundamental entre los cuerpos terrestres y los celestes. Según Aristóteles, los cuerpos terrestres estaban formados por los cuatro elementos fundamentales y éstos poseían movimientos naturales propios: la tierra y el agua hacia el centro de la Tierra, el aire y el fuego en sentido contrario, en cuanto a los cuerpos celestes, estaban formados por una quinta sustancia, incorruptible e inmutable, cuyo movimiento natural era el circular. Aristóteles asignó al Sol, a la Luna y a los planetas respectivas esferas rotantes sobre las que estaban afianzadas. Las estrellas, a su vez, se encontraban fijas sobre una esfera que giraba alrededor de la Tierra y correspondía a la frontera del Universo, Todo habría funcionado muy bien en el sistema de esferas ideales de Aristóteles si no fuese porque los planetas, esos astros errantes, vagaban por los cielos ajenos a la perfección del movimiento circular.

Aristóteles adoptó el sistema de su contemporáneo Eudoxio, que explicaba razonablemente bien el movimiento de los planetas. Este modelo consistía de un conjunto de esferas concéntricas, cuyo centro común era la Tierra, y que giraban unas sobre otras alrededor de ejes que se encontraban a diversos ángulos. Suponiendo que los planetas se encuentran fijos en algunas de esas esferas, se lograba reconstruir sus movimientos con cierta precisión; aunque el sistema necesitaba no menos de 55 esferas para reproducir el movimiento de los planetas.

Aristóteles también supuso que la esfera correspondiente a la Luna señalaba el límite del mundo material el terrestre, y que más allá de la esfera lunar el Universo dejaba de regirse por las leyes de la naturaleza mundana. No sabemos si tomaba en serio sus propias teorías cosmológicas, pero seguramente se habría sorprendido de que éstas se volvieran artículos de fe quince siglos después de su muerte.

Los astrónomos griegos fueron los primeros en tratar de medir con métodos prácticos las dimensiones del mundo en que vivían, sin basarse en especulaciones o mitos. Así, por ejemplo, el mismo Aristarco de Samos que sostuvo la doctrina heliocéntrica, intentó determinar la distancia entre la Tierra y el Sol. Para ello, midió la posición de la Luna en el momento exacto en que la fase lunar se encontraba a la mitad, lo cual permitía, con un poco de geometría, encontrar la relación entre los radios de la órbita lunar y la terrestre. Desgraciadamente, si bien el método es correcto, la medición es irrealizable en la práctica con la precisión necesaria. Aristarco calculó que la distancia de la Tierra al Sol es de unas veinte veces el radio de la órbita lunar, cuando el valor correcto es casi 400. Curiosamente, está razón de 20 a 1 habría de subsistir hasta tiempos de Copérnico, y aún después.

Eratóstenes, quien vivió en Alejandría en el siglo II a.C., logró medir con éxito el radio de la circunferencia terrestre. Notó que en el día del solsticio las sombras caían verticalmente en Siena, mientras que en Alejandría más al norte, formaban un ángulo con la vertical que nunca llegaba a ser nulo. Midiendo el ángulo mínimo y la distancia entre Alejandría y Siena, Eratóstenes encontró que la Tierra tenía una circunferencia de 252

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