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UNA CONSPIRACIÓN FANTASMAL

leysonbarriosEnsayo2 de Marzo de 2014

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UNA CONSPIRACIÓN FANTASMAL

Conviene retroceder aquí al año de 1581, cuando aconteció un hecho al

cual se refiere nuestro autor en forma autobiográfica para dar testimonio de

él. En dicho año culminan las desavenencias de la Real Audiencia con el

visitador Monzón. Circula en la ciudad la noticia de la interceptación de un

mensaje secreto enviado por don Diego de Torres, cacique de Turmequé, al

visitador Monzón, en el cual le daba a entender que si necesitaba hombres,

él, Torres, haría de las espigas soldados. Los de la Audiencia le dieron a este

recado metafórico el significado que ellos entendían ser el más apropiado al 16

momento, o sea, que el Cacique y el visitador tramaban un alzamiento.

Entonces, para debelarlo, enviaron propios a Mariquita con el objeto de que

avisaran al capitán del sello real, Diego de Ospina, que debía acudir con

gente de tropa en auxilio de la Audiencia. Según fray Alberto Pedrero, este

Ospina era "un mozo de condición inquieta con cualidades harto

impertinentes al servicio de Vuestra Majestad" (Carta al rey, Pamplona, 29

noviembre de 1581, en Friede, Oh. cit. VIII, 73). Según doña Esperanza

Gálvez Peña, "este tal Ospina era un Condenado a galeras". (La visita de

Monzón y Prieto de Orellana al Nuevo Reino de Granada, Sevilla, 1974, p.

75). Avisado Ospina, púsose en camino con 30 arcabuceros y el capitán

Oliva, llegaron a Tocaima, tomaron descanso en una venta llamada La venta

de Aristoy, "a donde habíamos llegado poco antes, yo y un cuñado mío

llamado Francisco Antonio dc Ocallo, napolitano ..." (Carnero, cap. XIV).

Este y Ospina eran buenos amigos. Rodriguez y su cuñado iban a Tocaima

en viaje de negocios. Ospina le preguntó a Ocallo u Ocaglio qué nuevas

corrían en Santafé. Contestóle el napolitano que allí todo anda revuelto a

causa de lo mal que se llevaba el visitador Monzón con los señores de la

Audiencia. Ospina, al oír esto, le dijo a Francisco Antonio: "Allá voy (a

Santafé), que me han enviado a llamar y para lo que se me ofreciese llevo

conmigo esta gente. ¿Qué os parece?" (Ibidem). Ocallo le respondió que, a su

modo de ver y por la experiencia que le daban sus muchos años, le

aconsejaba que al punto se devolviera a Maríquita con toda su gente, porque

en Santafé no hay gente armada y todo cuanto sucede no pasa de ser simples

consejas y alborotos sin sustancia, propios de gente ociosa. Ospina agradeció

el consejo y fuéronse todos a comer. Después de haberlo hecho, en breve

arenga puso el capitán al tanto a sus arcabuceros de que su presencia no era

necesaria en Santafé y que, en consecuencia, les rogaba a todos que

regresaran a Mariquita; pero que si algunos tenían algún negocio que hacer

en Santafé, bien podían ir a esa ciudad, mas con la condición de que no

viajaran en compañía ni menos en tropa. Luego Ospina marchó a Santafé

con el capitán Juan de las Olivas y el alguacil Pedro Hernández. Rodríguez

Freyle y el cuñado prosiguieron su viaje a Tocaima. De los soldados, unos

regresaron a Mariquita, otros a Tocaima y los demás, andando en tropa,

contra lo que había ordenado Ospina, fueron a parar a la venta de Alcocer,

donde, por empinar el codo más de la cuenta, pescaron una curda de Dios y

Señor mío. Llegaron así a la Sabana de Bogotá y fuéronse por todo el camino

disparando sus arcabuces y a cada disparo añadían el nombre de la persona a

quien iba dedicado, o sea, a quien se lo harían directamente tan pronto como

llegaran a la ciudad. La noticia

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