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UNA INTRODUCCIÓN NECESARIA

karinapv3 de Abril de 2013

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UNA INTRODUCCIÓN NECESARIA

El desarrollo del niño depende de múltiples condiciones, y esclarecer las mismas constituye una tarea fundamental de muchas ciencias; la psicología, la fisiología, la pedagogía, entre otras. Dentro de esta formación del niño, el establecer las regularidades de su desarrollo psíquico, no apuntado a una simple descripción de sus logros y características, sino a establecer sus causas y factores condicionantes, y el porqué se da el tránsito de una etapa a otra del desarrollo, es lo que verdaderamente ha de constituir lo más importante de su estudio.

Dentro de este desarrollo psíquico, la determinación de lo que puede atribuirse a las estructuras y funciones biológicas que están dadas genéticamente, y lo que corresponde a las condiciones de vida y educación, significa el eje central de cualquier concepción al respecto. Y, consecuentemente, de lo que pueda hacerse para posibilitar el máximo desarrollo de todas las potencialidades psíquicas del individuo.

Numerosas experiencias se han dirigido a tratar de definir cual de estos aspectos, lo biológico o lo social es lo principal, o determinante, para el desarrollo. En otras, los hechos de la realidad se han interpretado para sedimentar y consolidar una u otra posición, y esto ha conducido al establecimiento de posiciones teóricas a veces irreconciliables. En este sentido, investigaciones como la de la psicóloga rusa Ladiguina.Kots, quien crió un bebe chimpancé en las

propias condiciones de vida y educación en las que crió a su propio hijo durante los tres primeros años de vida, o los hallazgos del psicólogo indio Rid Singh, quien en las primeras décadas del siglo veinte diera a conocer el caso de las niñas-lobas Kamala y Amala, posteriormente confirmado por un caso similar tan cercano como 1986, en que el mundo conoció de la muerte de Ramu, preadolescente también sometido a semejantes salvajes condiciones, han permitido establecer dos conclusiones fundamentales:

Sin la existencia de un cerebro humano no es posible el surgimiento de cualidades psíquicas humanas.

El cerebro humano por sí mismo no determina el surgimiento de las cualidades psíquicas humanas.

Es decir, el psiquismo humano no surge sin condiciones humanas de vida. La realidad es que las principales tendencias existentes en la actualidad respecto a las concepciones del desarrollo psíquico, coinciden y apuntan en su conjunto a la consideración de que en el desarrollo psíquico humano, juegan un papel importante tanto las estructuras internas, constitucionales, biológico-funcionales, como las condiciones externas, sociales, culturales y educativas. La divergencia estriba entonces en la valoración de cuáles de estas condiciones son las determinantes, y esto agrupa a los científicos en dos grandes campos; los que consideran a los factores internos como los fundamentales, y a los que, en oposición, señalan a los factores externos como los determinantes, en última instancia, del desarrollo psíquico del ser humano.

Históricamente muchos teóricos de la ciencia psicológica h

an tratado de fundamentar una u otra posición, que han ido desde posturas extremas, polarizando bien lo interno, como es el caso de la teoría de los instintos de McDougall, el psicoanalista de Freud o el maduracionismo de Gessell, bien polarizando lo externo, léase el sociologismo de Durkheim o el conductismo de Watson y Skiner. Otros han asumido una postura más contemporizadora estableciendo la doble consideración de la herencia y el medio, de lo hereditario y lo adquirido, y que han dado origen a numerosos enfoques que pueden resumirse en tres grandes vertientes:

La teoría de la convergencia de Sterm

La concepción de la adaptación de Piaget

El enfoque histórico-cultural de Vigotski

Que coincidiendo en la aceptación de ambos factores, difieren, sin embargo, en cual consideran el determinante.

No es objetivo de este material tratar de dilucidar quien tiene la razón, o de apoyar una u otra concepción, aunque el autor reconozca su posición histórico-cultural. Lo esencial ha de ser tratar de valorar en que medida lo biológico y lo social se interrelacionan en la educación del niño, en que sentido los factores internos, constituidos básicamente por el sistema nervioso central y la actividad nerviosa superior, ejercen una influencia sobre aquello que está determinado por los factores externos, y en los cuales la educación juega un papel de crucial importancia.

Ello quiere decir, que aún asumiendo la corriente histórico-cultural, y que plantea a las condiciones externas, sociales, de vida y educación como las determinantes, se soslaye la importancia y necesidad

del substrato material, orgánico, fisiológico, que fundamenta el fenómeno psíquico: La psiquis humana es el resultado de un órgano material, el cerebro humano, y no pude concebirse la actividad psíquica humana sin la presencia de un cerebro humano. Es así como bajo la acción de los estímulos del medio externo e interno en la corteza cerebral surgen unos u otros procesos nerviosos, que constituyen el mecanismo fisiológico de la formación del proceso de reflejo de la realidad.

No obstante, en el proceso de educación del niño, a veces influenciado por la preponderancia que esta concepción más científica del desarrollo va paulatinamente cobrando en el quehacer educacional –u otras posiciones que enfatizan las condiciones externas como principales- se soslaya en el mejor de los casos, o se desconoce en el peor, la influencia que los factores internos juegan en el comportamiento del niño, principalmente los referentes a su actividad nerviosa superior, y no es raro encontrar educadores que asumen que el proceso educativo es ajeno por completo a estos condicionantes internos, fisiológicos. Esta posición antidialéctica, que tiende a ver escindidos estos factores internos y externos, es tan negativa como la que polariza uno u otro extremo, y conduce a un enfoque menos científico de la labor educativa.

EL CEREBRO Y LAS FUNCIONES PSÍQUICAS SUPERIORES

El estudio del cerebro se ha caracterizado por un aserto fundamental que Cloning y Hoff señalan: la anatomía total del sistema nervioso es la anatomía de las funciones intelectuales superiores, definición que plantea que en la medi

da que se conozca la estructura del cerebro humano, asimismo se estará explicando el surgimiento de las cualidades psíquicas humanas. En este sentido Vigotski señala que si bien la psiquis es una función o propiedad del hombre como ser corporal, material, que tiene una determinada organización física, biológica, en el sistema nervioso central, particularmente la corteza cerebral, la psiquis es social por su origen, y es un producto de la historia de la sociedad. Desde este punto de vista la apropiación por el niño de toda la cultura humana creada durante siglos, materializada en los objetos y fenómenos espirituales, que tienen en sí mismos grabadas las capacidades intelectuales que los han creado, y que le son transmitidas por el adulto en su actividad conjunta, constituye la fuente del desarrollo psíquico, que en este caso ya no se da por una complejización de las estructuras y funciones del sistema nervioso, sino por la complicación de los instrumentos o medios que mediatizan la actividad psíquica, el lenguaje, los símbolos, los conceptos.

Así, el desarrollo del ser humano no está dirigido por leyes biológicas, como sucede en los animales, sino por leyes histórico-sociales. No obstante, aunque la propiedad psíquica no es un producto directo del cerebro, no puede surgir sin la existencia de este órgano, en una unidad dialéctica de lo externo y lo interno.

La forma principal de adaptación del organismo al medio es el reflejo, o sea, la respuesta del organismo a los estímulos externos por medio de su sistema nervioso central. Mediante el mismo el organismo se relaciona c

omo un todo único con el medio exterior y, al mismo tiempo, este sistema nervioso regula y coordina las funciones de los distintos órganos y sistemas que lo componen.

Este sistema nervioso central, compuesto por las estructuras cerebrales y la médula espinal, está formado por distintas partes que cumplen diferentes funciones, y que constituyen el mecanismo fundamental de la regulación nerviosa, actividad de tipo reflejo que permite que el organismo se adapte a los más diversos cambios del medio. Todas las funciones cerebrales, incluso las más complejas, y que son la base de los fenómenos psíquicos, se realizan por actos reflejos, que son movimientos de respuesta del organismo a os estímulos procedentes del mundo exterior y el medio interno, y que se realizan gracias al sistema nervioso central, particularmente la corteza cerebral.

En la medida en que una estructura cerebral está más alta, tanto más compleja es su función y su propia organización. Así, las funciones más elementales están reguladas por la parte inferior del sistema nervioso central, la médula espinal, que determina el funcionamiento de distintos grupos de músculos y de los órganos internos. Encima de ella se hallan el bulbo raquídeo y el cerebelo, que coordinan funciones mucho más complejas, en las que intervienen conjuntamente numerosos músculos y sistemas completos de órganos internos que tienen que ver con la respiración, la circulación sanguínea, la digestión, entre otras. Luego se encuentra el cerebro medio o mesencéfalo, que regula movimientos complejos y la posición de todo el cuerpo en las reaccio

nes del organismo a los estímulos externos. Las secciones más altas del sistema nervioso central son los hemisferios cerebrales, constituidos por los ganglios subcorticales, que junto

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