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La equidad de genero en la crianza


Enviado por   •  9 de Junio de 2023  •  Tesis  •  2.711 Palabras (11 Páginas)  •  44 Visitas

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UNIVERSIDAD VERACRUZANA

FAC. DE TRABAJO SOCIAL

PROYECTO DE INTERVENCIÓN:

La equidad de genero en la crianza con los padres y madres del segundo grado del kínder CAIC DIF Gabriela Mistral de Cerro Alto, Minatitlán, Ver.

NOMBRE DEL ALUMNO

Geraldine Naomi Domínguez Luria

Minatitlán, Ver.  

 

                                                            INTRODUCCION

La crianza, es una estrecha y amorosa relación, que permite brindar los cuidados necesarios a lo largo de las etapas de la vida de manera que toda persona logre desarrollarse física y emocionalmente sana, fuerte y feliz; para que pueda explorar, jugar y aprender a aprender; y tenga las capacidades para establecer relaciones significativas, trabajar y prosperar.

Cuando se piensa en la crianza de los hijos, por lo regular nos lleva a que es una actividad materna y la palabra hijos nos traslada a pensar tanto en hijos como en hijas; sin embargo, es necesario enfocarnos que, primero, la crianza corresponde a los padres y a las madres, no es solo una actividad de la madre, sino también es un trabajo esencial del padre; segundo, es necesario incluir la palabra hijas, porque la crianza culturalmente ha sido diferenciada y desigual para hombres y mujeres.

Tradicionalmente la familia era considerada como un ámbito de reproducción de relaciones sociales, y la autoridad se centraba en los adultos, generalmente en el padre, quien establecía las reglas a seguir en los espacios de vida. Esto no significa que la situación ahora sea distinta, aunque muchas mujeres juegan un doble papel: cuidar del hogar y de los hijos al mismo tiempo que trabajar para sostener a su familia, aun y cuando en algunos hogares ya se comienzan a establecer juegos de roles diferentes a los tradicionales.

Es importante resaltar que la participación de los hombres en la crianza de los hijos no solo beneficia a los niños y niñas en su desarrollo, sino que establece las bases para que en las familias se eduque a los hijos de forma que integren a su identidad la masculinidad y la paternidad a través del contacto directo, la relación con los hijos e hijas y la cooperación total con la madre.

Entonces se hace la incógnita ¿qué significa ser padre o madre? ¿Qué significa ser responsables en el ejercicio de la crianza?

Según Palacios y Rodrigo (en Rodrigo y Palacios, 1998) ser padre o madre significa:

  • Planear un programa de educación significativo,
  • Comprometerse en una relación personal y emocional profunda, y
  • Determinar el contenido del programa de educación en todos los años de formación de los hijos.

La responsabilidad en la crianza es la obligación de los padres de dar cuenta de las consecuencias de su comportamiento sobre el proceso de desarrollo de los hijos e hijas.

En la literatura se ha encontrado (Fuller, 2000; Olavarría, 2000; Torres, 2002) que tradicionalmente los varones han asumido que la responsabilidad principal de ser padres es trabajar para la manutención económica de la familia, y que las funciones relacionadas con el afecto, el cuidado, la educación y la formación de los hijos es quehacer exclusivo de la madre.

No obstante, Litton, Bruce y Combs (2000) señalan que un buen padre es aquel varón que es proveedor, protector y cuidador, juntamente con la madre. Antes se esperaba que el padre fuera solo el proveedor económico, ahora se espera que también provea cuidados físicos y emocionales a su prole y que sea un compañero activo de la madre en la crianza.

 La crianza se presenta como un sinónimo de instruir, dirigir y educar; y entre las definiciones de estos verbos aparecen tanto términos que suponen una información (comunicar sistemáticamente conocimientos o doctrinas y reglas de conducta), como una formación (enderezar, aconsejar a una persona, encaminar, desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales de un niño, enseñar los buenos usos de urbanidad y cortesía).

La crianza por tanto es tanto informar como formar, es más que repetir conceptos, que dar instrucciones, es ir formando actitudes, valores y conductas en una persona. Es un intercambio en donde una persona convive con otra y a través del ejemplo la va formando y se va reformando a sí misma, es compartir, y retroalimentar.

Planteamiento del problema 

Por lo general, la crianza (educación y formación de los hijos) tiene lugar en un contexto familiar, donde los padres se relacionan con sus hijos e hijas con el propósito de educarlos e introducirlos en su contexto sociocultural. Hay que tomar en cuenta que al hablar de un hijo esa formación se hace partiendo de que la criatura ya existe y que tiene personalidad, pensamientos y sentimientos.

Sin embargo, la crianza de los niños solo se les ha otorgado a las mujeres, a través de las generaciones, ellas son quienes se encargan de criar a sus hijos sin la participación de los padres.

A pesar de los avances hacia la equidad de género, la creencia de que las madres deben ser las principales cuidadoras de niños y niñas se encuentra, todavía, fuertemente arraigada. De hecho, el 75% del cuidado infantil está a cargo de las mujeres.

Aun cuando la idea de paternidad está cambiando, los padres son vistos principalmente como “proveedores” y como “cuidadores secundarios”. Valeria Esquivel, economista e Investigadora-docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento, explica que uno de los factores que más dificultan el cuidado es la jornada laboral extensa, ya que pasan buena parte del día en el trabajo y no disponen de tiempo físico para cuidar. En este sentido, “los padres cuidan más cuantas más horas sus parejas trabajen remuneradamente. Lo que indica que el cuidado se redistribuye en las parejas en la que ambos son proveedores”.

En relación a las madres, “en tanto los hogares y ellas puedan articular ‘reemplazos’ (jardines, escuela, servicio doméstico), pueden tener jornadas laborales más largas, pero en ningún caso como las de los padres”, explica Esquivel. Además, “como el acceso a estos ‘reemplazos’ está muy asociado al ingreso del hogar, y como la oferta pública de jardines es todavía muy reducida (y no cubre la demanda), los hogares de los sectores medios y altos pueden ‘tercerizar’ el cuidado con más facilidad que los hogares pobres”.

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