EL CANTAR DE MÍO CID
ainhoavicedo_Ensayo19 de Septiembre de 2021
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EL CANTAR DE MÍO CID
Buenos días, mi nombre es Ainhoa Vicedo de la clase de 1 bach b y durante esta presentación hablaré sobre el Poema del Mío Cid, este fue un cantar de gesta anónimo que relata hazañas heroicas inspiradas libremente en los últimos años de la vida del caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar, llamado también como el Campeador. Durante este trabajo, explicaré este cantar centrándome en un aspecto principal relacionado con un personaje.
Primeramente, me centraré en “La defensa del Cid por las cosas que él ama”. Esta característica puede ser apreciada a lo largo de los tres cantares, aunque se destaca más en el segundo y tercero. En mi opinión, es una de las más representativas de este cantar.
Para finalizar, me dispondré a dar mi punto de vista sobre este libro y si lo recomendaría o no.
Este poema, es uno de los más representativos de la literatura castellana y se basa principalmente en la expulsión del Cid de Castilla. Debido a eso, decide conquistar tierras no castellanas, como Valencia, para poder recuperar la confianza del Rey Alfonso, y volver a su amada tierra Castilla.
Este personaje se caracteriza por su lealtad, justicia y otras muchas más características. Sin embargo, yo me dispongo a comentar el sentimiento de amor que el Cid presenta hacia lo suyo, que podemos observar en los tres cantares.
En el primer cantar, este aspecto no es el más representativo aparte de que no se encuentra en muchas ocasiones. No obstante, cabe destacar su aparición en la página 19 a partir del verso 27 hasta el 30 (Oídme, doña Jimena, tan entera mujer mía; como yo quiero a mi alma, otro tanto a vos os quería. Ya lo veis, nada más cabe que separarnos en vida. Yo he de irme, y de este modo vos quedáis en compañía.).
Durante el segundo cantar, el Campeador pretende expresa de manera más representativa su amor hacia lo que le pertenece. En la página 67, des del verso 90 hasta el 93 observamos como el Cid expresa una gran pasión por su nueva conquistada Valencia (Demos gracias al Señor, nuestro padre Espiritual. Todo el bien que tengo yo, todo aquí delante está. Con afán gané Valencia; la tengo por heredad. A menos que a mí me maten, no la puedo yo dejar.). También cabe destacar la aparición de este aspecto en el verso 81 de la página 79, donde el Campeador se encuentra feliz por sus hijas debido a que se casarán con unos buenos infantes (De gran linaje son Infantes de Carrión; muéstranse muy orgullosos y gente de corte son.). Asimismo, cabe recalcar el verso 123 de la página 81, dónde el Cid expresa miedo por su familia, por lo que él decide protegerla (Que las puertas del Alcázar ni de día ni de noche nadie abra, nadie no.). Para finalizar este cantar, me gustaría remarcar el sentimiento de amor del Cid hacia Castilla tras obtener el perdón. Podemos observarlo en los versos 160 y 161 de la página 82 (¡Gracias! Vuestro amor recibo, don Alfonso, mi señor. Lo agradezco al Dios del Cielo; y después, también a vos.).
En el último cantar, observamos este aspecto en numerosas ocasiones que a continuación relataré. Primeramente, lo encontramos en la página 99, más concretamente, en el verso 133, donde el Campeador expresa amor por sus nuevos y amados yernos, los infantes de Carrión (¿De dónde venís, mis yernos? Sois los dos mis hijos ambos.). En el verso 126 de la página 103 observamos como el Cid ama a sus hijas y se siente triste cuando ellas han de marchar (Andad con Dios, hijas mías, en adelante Él os valga.). A su vez, he de destacar los versos 159 y 160 de la página 112, dónde Rodrigo Díaz de Vivar expresa amor hacia sus hijas cuando se reencuentra con ellas tras la traición (¿Cómo venís, hijas mías? ¡Que Dios os guarde de mal! Yo he dejado que os casaran, que no lo supe negar.). Para concluir con este cantar, es importante remarcar que el Cid no solo siente amor hacia personas, también hacia objetos, como observamos en la página 121. En esta página, el Campeador expresa un sentimiento de amor hacia sus recién recuperadas espadas (Las espadas en sus manos tiene, y a las dos miró; no se las pueden cambiar, que el Cid bien las conoció.).
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