AYLAN KURDI EN LA FOTOGRAFÍA

AYLAN KURDI EN LA FOTOGRAFÍA

Para la mayoría de las personas puede parecer un niño común y corriente. Sin embargo,  lo describo como un guerrero quien cambió su cuerpo humano en la tierra por unas hermosas alas en el cielo, en aquel momento cuando fue alcanzado por las incesantes olas del mar.

Aylan Kurdi, un pequeño de tan solo tres años de edad, cabello castaño, piel bronceada, quizá morena o tal vez  clara; él ha pasado por tantas situaciones, tal vez el color real de su tez cambió. ¿Sus ojos? En realidad es difícil describir esa parte, porque a simple vista no es posible saberlo; ellos se han cerrado para siempre y lo único que permanece es el recuerdo que conservan los padres, allegados y aquellos quienes tuvieron la dicha de conocerlo en persona.

No obstante, al detallar los rasgos físicos que presenta, se puede afirmar solo una cosa, aquellos ojos grandes y hermosos guardan aún el color de la esperanza, la que algún día logrará alcanzar la verdadera paz para el sufriente pueblo sirio. Esta población, hoy en día clama por tranquilidad para ellos y los más afectados en esta guerra, los niños.

Este pequeño es una representación de  inocencia e ingenuidad, al mismo tiempo de  injusticia social, destrucción de la infancia. Aunque hoy, en esa fotografía al verlo nuevamente acostado boca abajo sobre esa fría y aterradora arena de Kos, después de un largo tiempo de haber sucedido su muerte, se hace presente la tristeza, desesperación e impotencia por no poder revivir aquel precioso niño y verlo llegar sano y salvo a su destino.

En cuanto a su físico y estatura no hay mucho que decir, con solo observar este pequeño; sufrido, delgado por culpa de la escasez de alimentos, los constantes conflictos armados, la  falta de un techo donde resguardarse, disparos iban y venían, granadas, bombas, infecciones, enfermedades y múltiples plagas, que aún continúan invadiendo aquella población; es complicado aportar el dato exacto que todos quisiéramos escuchar.

Aylan Kurdi, un niño de tan solo tres años de edad, un día salió de su inseguro hogar para alcanzar un futuro mejor en otro país, pero logró fue ser engullido por el mar y escupido sobre la desolada arena de Kos; se presenta como una víctima más de la interminable guerra en Siria, la misma que no ha parado de sacrificar niños inocentes en las constantes batallas, las cuales se libran a diario por la lucha del pueblo contra esta inagotable corrupción, desempleo, represión y  ausencia de democracia, la cual se vive en aquel país del Medio Oriente desde hace más de seis años.

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