Arte Novohispano

Como es fácilmente comprensible, exponen los especialistas en arte, la religiosidad y la piedad de los fieles novohispanos propiciaron el desarrollo de distintas empresas artísticas, tanto dentro de la iglesia como entre los particulares, variando, por supuesto, la calidad de las obras. La antigua Basílica de Guadalupe, el Museo del Virreinato, la pintura "El bautizo de los caciques" y las obras literarias de Sor Juana Inés de la Cruz y Juan Ruiz de Alarcón, son tan sólo ejemplos de la mezcla de culturas que trajo a México la conquista y que dio como resultado una corriente artística que ha logrado trascender a pesar del tiempo: "el arte novohispano".

La sociedad virreinal era más bien conservadora y su característica de dependencia, con respecto a lo que ocurre en el Viejo Mundo, la hizo adoptar una forma artística con la cual se puede identificar y que hace suya desde el mismo momento que la adopta. Sucede el "matrimonio" entre el Novohispano y el Manierismo.

La traza y alzado de retablos e iglesias permanecen casi inalterados por dos siglos, las torres integradas a las fachadas, las cúpulas y la escrupulosa retícula utilizada en todas las manifestaciones de las artes plásticas, elementos de origen manierista, se convierten en elementos indispensables para el arte de esta parte del mundo. En el caso de la construcción de los santuarios se llamó a los más importantes artistas, aunque desafortunadamente no siempre se conocen sus nombres pues, lo importante en esa época era dejar constancia de quién costeaba la obra y a cuánto ascendía la inversión.

Cierto que una investigación documental cuidadosa podría indicar nombres de artistas importantes, como es el caso del "Santuario de Guadalupe", en la Ciudad de México, que se sabe intervinieron en sendas obras del conjunto..

Así, la figura de María, bajo distintas advocaciones o formando parte de otros temas, llegó a este lado del Atlántico desde el momento mismo de la Conquista.

Paulatinamente adquirió importancia y en la época barroca conoció una auténtica apoteosis. Todos los habitantes de Nueva España, sin importar su condición social o preparación intelectual, rindieron culto a la Madre de Dios; así lo prueban la plástica, la literatura y otras manifestaciones artísticas. Esta influencia continuó siendo por varias décadas el punto de unión de los grupos sociales de Nueva España. Fue una especie de aglutinante de esa población heterogénea, sobre todo en su advocación de Guadalupe.

La prueba más palpable de esta afirmación es el hecho de que Hidalgo, al momento de iniciar la Independencia, la tomara como bandera y que el grito de guerra fuera: "Viva la Virgen de Guadalupe!

". En contrapartida, los españoles de la Ciudad de México, al saber que los insurgentes se acercaban a México, nombraron generala del ejército realista a la "Virgen de

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