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LA REPRESENTACIÓN DE SANTA TERESA EN EL ARTE NOVOHISPANO Y SUS MODELOS. REFLEXIONES EN TORNO AL V CENTENARIO DE SU NACIMIENTO.


Enviado por   •  8 de Octubre de 2018  •  Ensayos  •  5.511 Palabras (23 Páginas)  •  255 Visitas

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LA REPRESENTACIÓN DE SANTA TERESA EN EL ARTE NOVOHISPANO Y SUS MODELOS. REFLEXIONES EN TORNO AL V CENTENARIO DE SU NACIMIENTO.

Rocío H. Fierro Trujillo

Facultad de Filosofía y Humanidades UPAEP

Desde el siglo XVI Santa Teresa de Jesús ha sido una de las imágenes más ampliamente representadas y difundidas en el arte religioso occidental. La consolidación del repertorio iconográfico teresiano coincide con la madurez estilística del periodo barroco durante el siglo XVII, quedando fijada en varios grupos temáticos asociados a su biografía, a la reforma de la Orden Carmelitana y a los controversiales episodios místicos de los que fue protagonista.

El primer retrato de Teresa de Ávila lo debemos a fray Juan de la Miseria en 1576, quien lo realizó a petición del P. Jerónimo Gracián director espiritual de la Santa. Este retrato es un documento histórico ejecutado en vida de Teresa cuando ella tenía 61 años, en el que se asentó el prototipo de su representación para el último cuarto del siglo XVI; dicha imagen es adusta y poco favorecedora, como ella misma lo manifestó al artista, a quien reprochaba haberla pintado “fea y legañosa”. Además de algunas deficiencias compositivas de la obra, el retrato coincide con descripciones físicas de Santa Teresa extraídas de textos de la época. A partir de él se hicieron copias posteriores que aumentaron en número sobre todo después de su muerte en 1582. El retrato de Santa Teresa junto a la imagen de San Ignacio de Loyola, conforman los primeros ejemplos de verdaderos retratos de santos que se forjaron al abrigo de la contrarreforma .

Una de las primeras reproducciones de la imagen de Santa Teresa, a partir de la obra de Fray Juan de la Miseria, fue la que se realizó para acompañar sus escritos publicados por Fray Luis de León en Salamanca en 1588 intitulados Los Libros de la Madre Teresa de Jesús fundadora de los monasterios de monjas y frailes carmelitas descalzos de la primera regla. En 1613 se elaboró la colección de grabados flamencos por Adrien Collaert y Cornelius Galle, que constan de veinticuatro láminas calcográficas con escenas de la vida de Santa Teresa desde su infancia hasta su muerte; éstos fueron determinantes en la consolidación y fijación de la iconografía teresiana, pues estaban basadas en la descripción literaria que de ella hiciera el mismo fray Luis de León en el prólogo del libro arriba mencionado. Muchas de estas imágenes serían reproducidas casi de manera íntegra por pintores y escultores del periodo barroco.

La figura de Santa Teresa de Jesús abunda en el arte del Virreinato de la Nueva España desde los inicios del culto teresiano. Son muchos los pintores y escultores que, siguiendo los pasos del arte europeo, tenían como tema central la vida y obra de la Santa de Ávila. Contemporánea de los albores del propio Virreinato, Santa Teresa de Jesús nacida en 1515, ocupó un lugar importante dentro de las iconografías religiosas del arte novohispano, ya fuese en retrato o como parte de complejos programas pictóricos de fuerte contenido simbólico, que encuentra una lectura pertinente a la luz de los textos místicos y devocionales de Santa Teresa. La presencia de Santa Teresa en el arte novohispano se puede rastrear también a través de la Orden del Carmen en el territorio de la Nueva España desde 1585 y de la fundación de Carmelos descalzos femeninos, siendo el de la de Puebla de los Ángeles, el primero en obtener bula papal de fundación en 1604 ; distinción para la propia ciudad y la reducida élite que conformaba la primera comunidad del Carmen reformado, lo que vendría a completar los programas artísticos tanto en arquitectura, pintura y escultura dedicados a la figura de Santa Teresa de Jesús en el Nuevo Mundo. Sabida es la preocupación que Teresa tenía por las cosas del Nuevo Mundo, sobre todo por aquellas vinculadas con la evangelización de los naturales, esta preocupación se vio compensada por el amplio culto a su imagen y devoción a finales del siglo XVI, prolongándose todo el siglo XVII y XVIII; tan sólo para el caso de Puebla, Santa Teresa se convirtió en la “quinta entidad sagrada” de mayor importancia en la ciudad, antecedida únicamente por San Miguel, San José, Santa Bárbara y, desde luego, la Virgen en su advocación de la Inmaculada Concepción, llegando a ostentar el patronazgo de la ciudad en 1628 sólo 6 años después de su canonización.

La iconografía teresiana ocupó el pincel de importantes artistas novohispanos del XVII y XVIII como Alonso López de Herrera el “Divino”, Juan Correa, Juan y Nicolás Rodríguez Juárez, Luis Berrueco, Cristóbal de Villalpando y principalmente Luis Juárez; así como de innumerables maestros anónimos de la plástica popular devocional. Su imagen aparece también en las representaciones escultóricas de los más importantes artífices del periodo, quienes trabajaban por encargo de los conventos e iglesias carmelitanas. En la gráfica, Santa Teresa tuvo también un amplio escaparate, siendo representada en estampas exentas (impresas a manera de sello con relieve), así como en grabado librario que generalmente acompañó la edición novohispana de sus textos, teniendo como modelo la primera edición de sus obras completas, gracias a los empeños de Fray Luis de León en 1588. De tal suerte que Teresa de Jesús y sus obras se convirtieron en un tema muy socorrido en los programas artísticos novohispanos.

La iconografía teresiana elaborada en Nueva España sigue los patrones europeos con algunas novedades propias del barroco americano, pero siempre sujetas a la ortodoxia representativa que dictó el Concilio de Trento (1545-1563) para el estricto respeto a los atributos de los santos, misma que también permeó la elaboración de imágenes sagradas. Las tipologías iconográficas teresianas de mayor repercusión las podemos agrupar en los ciclos biográficos (hagiográficos), místicos e históricos:

1. La fuente literaria de las pinturas de la infancia de Santa Teresa la encontramos en el Libro de la Vida, texto autobiográfico escrito entre 1562 y 1565; uno de sus primeros escritos de carácter franco y auténtico sin pretensiones literarias. Los temas que abordan las pinturas de esta etapa de su vida fueron la infancia de Santa Teresa, la huida de casa rumbo al martirio junto a su hermano Rodrigo y la construcción de ermitas en el jardín de la casa paterna. El tema del jardín será un tópico frecuente en la iconografía de Santa Teresa y de la Orden del Carmen. Como ejemplos de estos repertorios basados en la infancia de Santa Teresa tenemos las obras Santa Teresa niña en busca del martirio de Domingo Echevarría de la escuela granadina de pintura, así como las estupendas obras de Juan García de

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