Audrey Rose; El Cristal Ardiente-Frank de Felitta

Audrey Rose; El Cristal Ardiente-Frank de Felitta

El libro del cuál se hablará a continuación ha sido publicado en 1975, con un éxito no muy grande pero eso no descarta el hecho de que sea un grandioso libro. Éste contiene 385 páginas en las cuales relata una historia verdaderamente intrigante.

Al principio de la historia, se comienza con una familia de tres integrantes; el padre Bill, la madre Janice y la pequeña de tan sólo ocho, Ivy. Todos llevaban felizmente el apellido Templeton.

Parecía a simple vista una familia bastante común de Canadá, con trabajos normales y vidas completamente normales, pero todo cambió al conocer al señor Hoover quién cambió por completo sus vidas.

Un día Bill Templeton decidió formar parte de la rutina matutina de Janice e Ivy, de ésta manera llevando al colegio a su pequeña hija. En camino a éste, se percataron que Hoover los perseguía. Bill, al no saber de quién se trataba entró en pánico y en busca de respuestas se dignó a conversar con aquél hombre, más ésta no ha sido la primera vez que éste extraño y misterioso hombre se les decide poner enfrente.

Hoover advirtió que dar respuestas a sus preguntas era muy pronto, y es aquí dónde surge una de las incógnitas más grandes del libro. ¿Por qué las preguntas de Bill no pueden ser respondidas tan rápido?

Pasado un tiempo, Templeton se ha hartado de las acciones acosadoras de Hoover y decide ponerle un fin tomando medidas con las autoridades, a esto Hoover decide responder sus preguntas.

Muy a parte, Ivy no estaba bien mediante todo éste proceso en el cuál Hoover se encontraba en su ciudad, puesto que comenzaba con ataques delirantes al momento de estar dormida. Agitaba sus manos con rapidez y corría en círculos por su habitación buscando salidas sin tener mucho éxito. Tocaba ventanas y puertas desesperada, mientras pronunciaba unas mismas palabras: “quemaquemaquemaquema, mamápapá, ayudaquemaquemaquema” sin pausas, continuamente. Janice no sabía qué hacer, cómo tratarla así que recurría a un médico de confianza que han tenido desde las primeras situaciones  parecidas cuando Ivy tenía dos años, pero desde ésas épocas la situación no habría de repetirse hasta la inesperada llegada de Hoover.

Bill preguntaba esmerando las respuestas, un poco incrédulo, pues no creía ni una sola palabra. Hoover explicó la situación; él hace tiempo tuvo una familia, no sólo era un señor solitario cómo ahora luce, más antes tuvo una esposa e hija también, una pequeña llamada Audrey Rose de dos años cuándo tuvo que partir. Éstas dos terriblemente habían sufrido un accidente de auto tiempo atrás, en el cuál la pequeña quedó atrapada en el auto y no pudo hacer nada mientras el auto prendía fuego. Janice al escuchar sobre esto, inmediatamente recordó los padecimientos de Ivy a sus dos años y los actuales en aquellos tiempos, Bill también lo consideró. Hoover mencionó que después de sus partidas, decidió rendirse y de ésta manera viajó por todo el mundo en busca de algún sitio en el cuál pudiera sentirse en casa, y con éxito, un hombre sabio y vidente de la India le advirtió sobre que su hija había reencarnado en una pequeña el mismo día que Audrey Rose murió, en Canadá. Hoover no lo creía así, pero poco a poco fue dándose cuenta de que en verdad, el hombre no mentía.

Sin embargo, seguían sin creerle.

Hoover se esmeraba, pero al llegar al punto de todo esto, seguían con su misma postura de ignorar sus argumentos.

Bill y Janice Templeton no pensaron en ningún momento cambiar de ideas, por lo tanto, lo ignoraron y decidieron alejar a Ivy de la forma más rápida de él, e incluso si era posible (que vaya que lo era) hacer que la policía interviniera.

Hoover tuvo últimos intentos, más rendirse no era una opción. Le daba regalos a Ivy muy específicos en color, forma, diseño e incluso tela que Audrey Rose anhelaba, y cómo él esperaba, eran de su agrado, pues unas dos mismas almas vivían en un mismo cuerpo. Incluso, les demostró a los padres cómo él podía aliviar a la pequeña Ivy cada vez que las pesadillas de Audrey Rose se presentaban, y los resultados eran un éxito, pero para ellos, esto no significaba absolutamente nada.

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