ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Aura.


Enviado por   •  18 de Septiembre de 2013  •  Tesis  •  2.261 Palabras (10 Páginas)  •  286 Visitas

Página 1 de 10

1. Cuando entramos en Aura no nos recibe ni su narrador, ni mucho menos Carlos Fuentes. El honor viene de Jules Michelet quien nos dice:

El hombre caza y lucha. La mujer intriga y

sueña; es la madre de la fantasía, de los dioses.

Posee la segunda visión, las- alas que le

permiten volar hacia el infinito del deseo y de la

imaginación... Los dioses son como los

hombres: nacen y mueren sobre el pecho de

una mujer.

Con esta visión de la mujer es como empezamos a formarnos una primera idea del mundo de Aura, la obra y de Aura, su personaje principal. Al leer el epígrafe queda en nosotros, los lectores, una huella mental que se construye con las palabras principales con las que en él se relaciona a la mujer. Estas son:

INTRIGA – SUEÑO- MADRE - FANTASÍA – VISIÓN- DIOSES – ALAS –INFINITO- DESEO- IMAGINACIÓN.

Así, se abre para nosotros ese mundo de Aura formado por esa huella que coincide con la naturaleza de Aura. Por esto es difícil separar las preguntas ¿Qué es Aura- la obra-?, de ¿quién es Aura –el personaje-? Para nosotros parte de la esencia de Aura se basa fundamentalmente en tres de sus aspectos estructurales: el manejo del tiempo, el narrador y la construcción de las identidades de sus cuatro personajes principales. Estos hechos inciden en la manera como llegamos a entender a Aura: nuestra comprensión del personaje no puede escapar a la estructura sobre la que nos es presentado.

2. Aura comienza con las siguientes palabras:

LEES ESE ANUNCIO: UNA OFERTA DE ESA NATURALEZA no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie más. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato. Tú releerás. Se solicita historiador joven.

Un narrador que se dirige a ese otro de quien describe a su vez sus propias acciones: "tú lees ese anuncio, lees y relees, dejas que la ceniza caiga…" es un motivo de extrañeza para el lector. Sin embargo, hay una ambivalencia en la sensación: la sorpresa por la forma poco usual de narrar se mezcla con la convicción de que quien lo hace sabe muy bien lo que dice.

Los verbos en presente de segunda persona que indican las acciones que realiza Felipe Montero (el protagonista masculino de la obra) nos hacen sentir la certeza que el narrador tiene sobre lo que narra, una certeza de tal magnitud que sus palabras cobran un carácter performativo: lo que ocurre, ocurre por que el narrador así lo dice. La realidad narrada aparece con sus palabras. Con sus palabras se desata la acción. Al tiempo, este narrador certero hace gala de otra particularidad: su manejo del tiempo. El tiempo en Aura no es el mismo tiempo al que estamos habituados los que habitamos por fuera de su mundo: no es lineal, no ocurre ni respeta la secuencia de un antes y un después. El tiempo allí es porque se dice, como hemos dicho más arriba, pero también es porque se predice; el tiempo ocurre por las palabras y las palabras aquí aclaran, dan luz, dan vida.

Si la palabra anticipa el futuro, el futuro entonces, ocurre ahora. Así, con la primera inclusión de un verbo en futuro simple: "Tú releerás", empezamos a sentir esta otra dimensión del tiempo en el que ingresamos: es el tiempo de la clarividencia. El narrador nos compartirá su clarividencia poco a poco. Será sutil. Jugará a ser imperceptible, tanto, que posiblemente la presencia de este primer verbo en futuro, se escape a un lector desprevenido. El efecto de esta gradualidad se puede asemejar al que siente una persona que entra en un cuarto en tinieblas y que espera con impaciencia a que sus ojos vislumbren las presencias que emergen de la oscuridad.

Así, sólo dos párrafos más adelante, irrumpirá otra vez el futuro y con él nuestro ingreso de lleno a esa otra dimensión temporal. El día siguiente de Felipe Montero es ahora porque el narrador en su clarividencia ya lo ha visto y se dispone a hacerlo realidad enunciándolo así:

Vivirás ese día, idéntico a los demás, y no volverás a recordarlo sino al día siguiente, cuando te sientes de nuevo en la mesa del cafetín, pidas el des-ayuno y abras el periódico. Al llegar a la página de anuncios, allí estarán, otra vez, esas letras destacadas: historiador joven. Nadie acudió ayer. Leerás el anuncio. Te detendrás en el último renglón: cuatro mil pesos.

Igualmente interesante es que al hacer realidad el futuro con sus palabras, el narrador selle el presente en el que "hoy nadie acudió" para convertirlo en el pasado de ese futuro creado con el verbo y es entonces cuando no anuncia "nadie acudió ayer", para obligarnos a abandonar junto con sus palabras el presente en el que antes él mismo nos había ubicado.

Estos juegos con el tiempo y el tono de la narración nos permiten, como lectores, llegar a una primera conclusión parcial: un narrador certero y clarividente será el guía que nos llevará a un universo fantasmagórico, donde el tiempo no responde a nuestra racionalidad sino a sus propias reglas y ciclicidades.

Aura habita y es a la vez ese universo. A ella llegamos con la imagen femenina que da el epígrafe: "Los dioses son como los hombres: nacen y mueren sobre el pecho de una mujer." Eso es Aura para Felipe, el protagonista masculino de la obra: lugar de partida y de llegada, nacimiento y fin. La lectura del anuncio en el periódico le hace partir hacia ella y llegar desprevenido a un nacimiento por la posibilidad de convertirse en la reencarnación del General Llorente, el esposo de Consuelo – la supuesta tía de Aura y quien ofrece el trabajo anunciado en la prensa- muerto hace 60 años. Sin embargo, esa posibilidad de ser nuevamente, le significará otra suerte de fines, de conclusiones: el fin de su voluntad, el fin de su materialidad como Felipe, el fin de decidir sobre su propia vida.

Es así como con la simple aparición de Aura, la duda sobre quedarse a vivir en esa antigua, oscura y húmeda casa, se convierte en una afirmación rotunda. Entonces su primera respuesta a la solicitud de quedarse en casa:

- Quizás, señora, sería mejor que no la importunara. Yo puedo seguir viviendo donde siempre y revisar los papeles en mi propia casa... […]

Se transforma en:

—Sí. Voy a vivir con ustedes.

Es posible que el doblegamiento de la voluntad de Felipe ante Aura no se diera si ella

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (13.4 Kb)  
Leer 9 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com