Besos de Agua

Besos de Agua

El mundo en el que vivo es secó, la última vez que la lluvia cayó en la Tierra fue hace cincuenta años, el agua escasea, las plantas y animales se extinguen, los habitantes mueren jóvenes, hace dos semanas murió mi padre a sus cuarenta años, y yo comencé a hacerme cargo de mi familia, me aseguro de que se nos entregue la despensa diaria que consta de: una hogaza de pan, tres terrones de azúcar y un litro de agua. Si hay suerte puedes conseguir un trozo de carne o un vegetal.

Hoy me toco ir a buscar una fuente de agua junto con cinco chicos mas, antes de irme mi madre me dio un terrón de azúcar y me deseo suerte, después de caminar por una hora decidimos separarnos, yo me adentre por un túnel, y con mi lámpara de minero, camine durante un largo rato asta que el cansancio me gano, me senté en una roca y comí mi terrón de azúcar, la cueva estaba tan seca y hacia un calor horrible ya no aguantaba, un ruido me asusto mucho, parecía un lamento. Grite para ver si alguien respondía pero el esfuerzo fue en vano, solo podía oír el eco.

Escuche que algo se movía y sin ningún temor decidí perseguirlo, cuál fue mi sorpresa, lo que corría era una niña aproximadamente de catorce años, vestida de gris, con el cabello corto a la altura de las de sus orejas, tenía los ojos azules y asustados. Di un paso más y ella comenzó a llorar. Me acerque y la abrasé, no sabía porque pero tenía la sensación de que no quería soltarla.

Cuando ella se calmo la deje de abrazar, pero no solté su mano. Entonces comencé a sentir que mi zapato se mojaba, mire hacia abajo y era agua, sin soltar a la niña salí se la cueva, lance una bengala que traía en mi morral para que el pueblo se enterara de que había encontrado agua y así se llenara de felicidad por este descubrimiento sumamente importante.

Mientras esperaba que llegaran le dije a la niña que me llamaba David comencé a hacerle preguntas, no hablaba mucho, me dijo que su nombre era Ana y que tenia trece años, al parecer vivía en el túnel no salía casi nunca por ordenes de su madre ya que le prohibía muchas cosas. Cuando llego la gente del pueblo se sorprendió , y sobre todo porque parecía sana aunque todos lo atribuyeron al pozo de la cueva, el agua nos abastecería por una semana.

Ella no le dirigió a nadie la palabra, solo a mí, aun se aferraba a mi brazo, como si temiese que le hicieran daño. Le ofrecí alojamiento en mi casa y acepto aunque se veía nerviosa. Cuando llegue a mi casa mi madre la recibió de buena gana ya que es una buena y admirable persona y le dio un terrón de azúcar como bienvenida, parecía fascinarle el sabor del terrón sus ojos brillaron y sonrió alegremente.

Ana no bebía mucha agua lo que pensé es que no le gustaba mucho, aun así parecía sana, no había visto a nadie con una piel tan blanca y suave en toda mi vida, le acomode un lugar a Ana en mi pequeña choza ñpara que descanzara, cuando estuvimos solos sin que mi madre nos viera me susurro a manera de secreto: “mi sangre es agua”. Le pregunte a que se refería y me confesó que cuando una gota de su sangre toca la tierra fluye una fuente de agua. Su madre la escondió en esa cueva, pero ella se había ido hacia mucho tiempo.

Me dijo que cubriera

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