CAPITAN DE CABALLERIA JOSÉ KINGO NONAKA (Un samurái en la revolución)

Coyuca  del  Ayer

CAPITAN DE CABALLERIA JOSÉ KINGO NONAKA

(Un samurái en la revolución)

Este nombre para muchos no es familiar, más  si les dijera que fue un japonés procedente del  lejano oriente  para  ser  más preciso  de la provincia de Fukuoka. Kingo Nonaka  emigro  siendo  a los 17 años de su ciudad natal  a  los  17 años en 1906, abandonó  la prefectura de Fukuoka  en donde  trabajaba  como pescador  de perlas,  y en el campo, al llegar a México, a Tapachula, Chis, a buscar a tío, ya no lo encontró, en ese tiempo  la segregación racial  estaba  en contra de los orientales, a su paso por Oaxaca, se dedicó  a trabajar en las fincas de café, para posteriormente llegar  a Ciudad de México, comenzó  a trabajar de barrendero, en un hospital hacia también la limpieza en patio del hospital, que los galenos lo pusieron a realizar el aseo en el edificio y los quirófano, tres mese duro en llegar a Ciudad Juárez, procedente de la Ciudad de México, en donde debido a la experiencia que logro en el hospital de México, se hizo enfermero autodidacta, se unió por casualidad a las fuerzas de Francisco I Madero en 1911, participó en el batallón de salud de la División del Norte de Francisco Villa,  y más tarde sirvió  a Álvaro Obregón. Se cuenta que Nonaka curó a Madero, herido en el ataque a Casas Grandes del 6 de marzo de 1911, con Villa participó de 1913 a 1914, en las batallas de Chihuahua, Ojinaga, Bermejillo, San Pedro de las Colonia, Paredón, Torreón, Zacateas y las del Bajíp, llegó a Baja California en 1921, y en Tijuana abrió el primer fotograficó local y retrató la vida de esa ciudad hasta 1942, Nonaka donó alrededor de 300 fotos, parte de fueron exhibidas en 2002, en Nonaka en Tijuana. En una muest4ra fotográfica de la Tijuana de antaño, que se presentó en el Archivo Histórico y la Sociedad de Historia de Tijuan y en San Diego y San Isidro. Nonaka de 1923 a 1942, nos muestra una Tijuana diferente, una historia centrada en manifestaciones culturales, cívicas, deportivas, y cómo se transforma de pueblo a ciudad”, dice al investigador.

Entre sus relatos, Nonaka relata cómo en 1915, recuperó el cádaver del general  Rodolfo Fierro del fondo de la laguna Guzmán, de Casas Grandez, gracias a las cualidades de buzo de profundidad que adquirió en Japón, para que el cuñado del militar, el coronel Buenaventura Herrán, pudiera quitarle al cuerpo “cuatro anillos de oro con diamantes, pulseras, un reloj con dos víboras de cuero llenas de algo”. También su último trabajo para villa, cuidar 64 heridos en la iglesia del poblado de Buenaventura tras la incursión del “Centauro del Norte”, a Columbus, Nuevo México, del  de marzo de 1916, Sin embargo, el japonés, no pudo cumplir el encargo porque el cura local traicionó a Villa, entregó a los 64 heridos al general estaunidense John Joseph  Pershing, que sus subalternis Dwight J. Fisenhower y George Patton perseguia en territorio mexicano al jefe revolucionario y huyó con los 10 mil pesos en monedas de oro que recibió de éste para cuidar a los villistas.

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