Como agua para chocolate

Como agua para chocolate

Estar como agua para chocolate” es un popular dicho mexicano que significa estar molesto o muy furioso, al límite de las emociones. Por ende, desde el título se nos advierte de la intensidad que sobresaldrá a lo largo de la obra y del elemento popular de la cultura a la cual se hará referencia. Como agua para chocolate es una historia de revolución dentro de la Revolución Mexicana. En general, la historia narra la forma de vida de Tita, la menor de tres hermanas, destinada a no casarse para poder cuidar de su madre hasta la muerte de ésta. La historia es contada por la nieta de Rosaura, hermana de Tita y cada capítulo está encabezado por una receta de la tradicional cocina mexicana.

A partir de la primera escena en dónde el nacimiento de Tita se da sobre la mesa de la cocina entre “olores y sabores a alimentos”, podemos comenzar a observar cómo era la atención de los partos y los cuidados que recibían las mujeres gestantes. Podemos suponer que las experiencias en relación con la salud reproductiva no incluían control médico de sus embarazos y probablemente la mayoría de la mujeres de la época tuvieron a sus hijos en sus propios hogares.

Dos días después del nacimiento de Tita muere su padre, por lo que mencionan que a Elena la mamá de Tita “se le corta la leche”. En general en la novela se cuenta como si mamá Elena no pudiera volver a amamantar nunca a Tita, sin embargo, muy probablemente Elena no entendía que efectivamente las mujeres lactantes “Al vivir una situación de estrés físico o mental, pueden producir un bloqueo para la producción de leche como un reflejo de supervivencia”, sin embargo, esta situación es temporal; de hecho, se puede volver a producir en cuanto se pega el bebé al pecho de la madre para que succione. Así que eso de que la leche se corta o se suspende por completo, no es verdad, sin embargo, la realidad es que mamá Elena no quería si quiera intentarlo debido a que se encuentra perturbada en ese momento por el fallecimiento de su esposo.

Debido a esto se le delega a Nacha, la criada, la tarea de alimentar y criar a la pequeña. Es aquí dónde podemos observar que anteriormente no existía la posibilidad de alimentar a los hijos con fórmula o con algún tipo de alimento sucedáneo, sino que en esta época a lo que se acostumbraba era a buscar una nodriza. Con esto se pretendía que se continuara con la alimentación y los cuidados del recién nacido que la madre no era capaz de brindar en ese momento.

De hecho en la época resulta tan común buscar una nodriza que se menciona varias veces en la novela, una de ellas es cuando nace el hijo de Rosaura, donde nos mencionan que el niño tenía una nodriza porque Rosaura no tenía leche, pero que esta fallece pasado un mes que se le delega la responsabilidad de alimentar al niño, y es aquí cuando Tita siente la responsabilidad de amamantar al hijo de Pedro sin nunca haber parido anteriormente y puede darle de mamar sin saber cómo.

Más adelante, la novela nos relata que cuando Tita tenía quince años conoció a un joven llamado Pedro que fue a su casa acompañado de su padre para pedir la mano de Tita. Sin embargo, mamá Elena replicó amablemente que Tita no podía casarse debido a una antigua tradición familiar que obligaba a la menor de las hijas a permanecer soltera para cuidar de su madre hasta que ésta muriera, pero por otro lado, menciona mamá Elena que la hermana de Tita, Rosaura, sí que estaba disponible para casarse y es aquí cuando Pedro pensó que como no dejaban que Tita, a quien él verdaderamente amaba, se casara, la única forma para poder estar más cerca de ella era casarse con su hermana, y por ello, aceptó la sugerencia de mamá Elena.

Aquí podemos ver 2 aspectos importantes de la época, el primero es el costumbrismo de la familia mexicana, en donde a la menor de las hijas se le priva de su libertad como ser humano y se le obliga a vivir de una manera en la que ella no era participe de sus decisiones. El segundo es la cuestión de matrimonios arreglados en dónde Rosaura ni siquiera conoce a Pedro pero mamá Elena ya les ha impuesto que se casarán. En ambos casos podemos identificar que los derechos humanos de las mujeres y su capacidad para decidir en cuestiones importantes en su vida es nula, lo que provoca una desigualdad social que es impuesta desde la familia y que se mantiene por generaciones.

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