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Control De Lectura

joserobertolopez23 de Agosto de 2013

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Control de Lectura: Francesco Tonucci

Estoy tratando, a partir de todo eso, de redefinir la relación que debería haber entre escuela y estructura social.

Hoy se da una amplia conciencia sobre la incapacidad de la ciudad para responder a cualquier propuesta educativa. La droga, la delincuencia juvenil, etc., se generaliza de tal modo que administradores, padres y enseñantes sienten esa situación con terror, con miedo. La posibilidad de encontrar un ambiente seguro en el que se pueda dejar a los niños, a los muchachos, y que estos puedan hacer muchas cosas, introduce cierta tranquilidad.

Aumenta el tiempo escolar enormemente y disminuye la especificidad de la escuela, su función cultural, y por lo tanto, su nivel. Los niños viven prácticamente en la escuela; todo lo hacen en la escuela: juegan, comen, ven películas, en el caso de los deficientes hacen rehabilitaciones, etc.

En consecuencia, hay que garantizar la supervivencia de los niños. Pero en una situación como la que he señalado, la demanda de los padres de un “tempo Pieno” se hace sin interés por los aspectos cualitativos de la educación, solo se interesa por la cantidad de horas en las que los niños están en la escuela, están seguros.

A la escuela se le añaden trozos, a la de la mañana, se le añade un trozo por la tarde, el ante-escuela y el post-escuela. No trato de generalizar, sino de señalar tendencias.

Pero si no hay experiencia previa no existe actitud investigadora. Decimos que la escuela acepta al niño con todo lo que el aporta. Pero sino aporta nada! Al niño se lo disputan entre la televisión y la escuela.

Lo que el niño quiere es espacio, un espacio en el que pueda aventurarse, experimentar la sensación de su autonomía… Pero esa realidad estimulante no existe ni para el ni para los adultos. La necesidad actual de hiperrutilizacion del espacio produce viviendas minúsculas, sin espacios en los que el niño se sienta a gusto.

Así se han eliminado las notas numéricas sustituyéndolas por unas evaluaciones continuas; retrocede la práctica de un juicio taxativo sobre el niño y también el clásico suspenso; por ahora solo la escuela elemental, ya que las autonomías regionales han incluido el amplio terreno de competencias del “Derecho del estudio”

La escuela debe cambiar pero al mismo tiempo no da a los enseñantes los instrumentos precisos para realizar de hecho esa transformación.

Todos los enseñantes deberían tener un nivel universitario. “Esa es la verdadera Paradoja”

Personalmente creo que ser maestro es una profesión que se puede aprender, que deber garantizarse como nivel homogéneo para todos. A partir de ahí se abre un amplio espacio individual, creativo, artístico, especifico, pero sobre esa base de preparación de buen nivel.

La autoformación existe ya, es el llamado, “colegio de docentes” que debiera ser el lugar de debate, unificación y de exigencia de formación, pero desgraciadamente funcionan como lo hemos estado viendo.

La experiencia muestra que en donde hay un director capacitado, la escuela cambia. De otra parte esa opción, además de dar un sentido democrático a ese rol de dirección, no viene a aumentar el numero de personas que ya actual en la escuela.

Quien ha vivido en e mundo del trabajo es incapaz de seguir manteniendo una actitud absurda con los niños, como la de un maestro encerrado en su aula. Para ensenar a vivir hay que conocer la vida, no estar cerrados en una coherencia aséptica.

Primero vino la animación y después empezó todo lo de la corporeidad: tras la animación el discurso del cuerpo, la psicomotricidad, la rítmica, la gestualidad, el movimiento. A partir de ahí se crearon los enseñantes de psicomotricidad, de rítmica y los maestros para el cuerpo.

Pero no es posible quedarse solo en algunas técnicas elementales:

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