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EL ANILLO


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2013  •  1.091 Palabras (5 Páginas)  •  316 Visitas

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El anillo

Por fin tenía Maurilia, lo que siempre había anhelado.

Lo sabía bien, desde chica había imaginado ser poseedora de lo que en ese entonces veía lucir, en las manos de cuantas habían terminado los cursos, pues sabido es, al graduarse, dan a una, alguno.

O como las otras muchachas más grandes que ella, cuando se habían adentrado en sostener con un chavo charlas más íntimas. En eso, bien sabía, el enamorado da a una, un anillo, para pasar a ser novias.

Luego están aquellas ya prometidas. Más si acaban de pasar a estar pedidas, aguardando sólo el momento de cambiar el que lucen en el dedo, por otro que llaman argolla matrimonial, la cual hasta se lo prueban una vez y otra, cuando están a punto de casar, con todas las de la ley.

Todos esos días en que ella no tuvo uno, causaban la envidia no sólo de ella, sino de todas aquellas a quienes ni en sueños, alguien entregaría alguno. Pudo haber sustraído alguno del montón que su madre almacenaba en la caja de joyas, ni siquiera lo hubiera notado. Sólo si se fijara, sabría lo había tomado, aunque eso ni lo temía, pues su madre nunca estaba con ella.

Sólo ella no quería hacer eso.

A su modo de pensar, lo debía ganar por sí misma.

Por eso enfurecía. Sabía debía esperar, pues junto con ese anhelo, deseaba también pasar primero, por todas las escalas de la diversión que por ser mujer, pensaba tener derecho de hacer, como era asistir a bailes, participar en los antros, realizar paseos y asistir a muchos fandangos, incluyendo por supuesto las preciosas cabalgatas a las que era tan afecta, pues a su juicio, quería vivir, entendiendo, lo que no se hace de joven, difícilmente se hará de más grande.

Tenía el ejemplo en la hermana.

Apenas si terminó la secundaria y salió embarazada.

¡Por mensa…! ¿Amarrarse a un niño, sin haber vivido como pensaba vivir…? ¡Para nada…! Ella no caería en eso, estaba bien centrada. Aunque más de alguna en las clases del colegio, le llamara mojigata.

Preferible ser eso, a salir con una panza…

Lo primero no cuesta, a la larga se quita. Mientras conseguirse una barriga, conforme abulta, vaya si cobra muy caro.

Cuando por fin tuvo uno, supo haber cumplido su anhelo.

Lucía colocado en su dedo. Alborozaba viendo la luz reflejada en el cristal que portaba. ¡Precioso! ¡Simplemente maravilloso!

Y ella se lo había ganado.

No a pulso, lo reconoce, pero vaya si costó trabajo.

En adelante, podría presumirlo con las amigas, nada habría que la dejara atorada en ese limbo, en el cual las compañeras estaban, pues ni se casaban, ni estaban pedidas, ni podían pertenecer a un gremio, como siempre dijeran que ella hiciera, cuando solicitaba a gritos, alguien diera un anillo, para lucir en el dedo.

De aquello que la hicieran menos, al parecer lo había superado.

Las amigas con quienes andaba, ahora bien la envidiaban.

Con justificada razón. No por nada, pero si había logrado sacar adelante el anhelo que por años tuviera presente, ya se veía triunfante en otro mundo de empresas. Nunca sería como las otras, aquellas que doblan las manos, ante el primer hombre que pescan.

Ella aunque no quisieran muchas, iba derramando seguridad, admitiendo

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