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EL DIABLO DEL ANTRO


Enviado por   •  9 de Diciembre de 2011  •  2.650 Palabras (11 Páginas)  •  1.260 Visitas

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El color imposible del pasado

Destella en mis imágenes infantiles

Como nube en un aire enamorado

Jesús Reyes Ruíz

El Diablo del Antro

En la década de los noventas, la última del siglo veinte, tomó gran auge la moda “TEXMEX”, que es una copia del estilo sureño de los EE.UU. lo que allá conocen como “Country”, con supuestas adaptaciones Mexicanas, que más bien es una auténtica “Chicanada”, pues fue implantada por los México-Americanos que al vislumbrar en México un mercado potencial lo introdujeron a este país con un éxito arrollador.

La moda incluía ropa, música y baile, así primero fueron los rodeo-bailes en los cortijos charros o en la plaza de toros, en los pueblos se improvisaban un redondel con tablas y se iniciaba con una de Adelfo López, pocos eran los expertos, la mayoría eran espontáneo que tomando valor con la primera o segunda cerveza, y por quedar bien con los amigos trepaban en uno de los enormes toros y rara vez permanecía en el lomo del animal por más de cinco segundos.

Después del rodeo y al son de canciones interpretadas por un solista, que al querer hacer la voz nasal, para imitar el estilo tejano, le salía gangosa; los asistentes bailaba imitando los pasos de country, o haciendo combinaciones extrañas que finalmente dieron paso a la quebradita, que, aunque se tomó como innovación o invento no es otra cosa que una copia de la polca norteña, principalmente de la de Nuevo León.

De estos Rodeo-bailes salieron grupos que tomaron fama, grabaron discos y ganaron millonarias cantidades de dinero, como “Los tigres del Norte”, “Pesado”, “Bronco”, “Los Barón de Apodaca”, “Vagón Chicano”, por mencionar a algunos, pero se cuentan por decenas; otros grupos ya existentes y con cierto prestigio tuvieron que adoptar este estilo.

Y comenzó el auge de las “Discos Country”, o antros, como ahora les dicen. En San Luis Potosí Capital, la zona Country se estableció en el oriente de la ciudad, invadiéndose el Mercado de la Central de Abastos, algunas abrían y cerraban a los pocos meses, solo prevalecieron unas cinco de ellas, la más grande y de mayor éxito, sobre la avenida José de Gálvez cuenta con un artefacto que denominan toro mecánico, que simula los movimientos de uno de verdad, se hacen competencias y quien logra permanecer ocho segundos sin caerse del “toro mecánico”, es quien tiene más posibilidades de ganar.

Esta “Disco Country” se instaló allá por el año de 1994 o 1995, abre los viernes y sábados desde las 10 de la noche, pero la gente da en llegar a partir de las 11 P.M., algunos domingos cuando llega a abrir sus puertas lo hacen más temprano, se llena en un dos por tres y no es difícil ver durante horas, largas filas de gente esperando la oportunidad de entrar.

El éxito y permanencia de este tipo de centros, es efectivo cuando son bien manejados, convenientemente vigilados, controlando el consumo de bebidas y garantizando la seguridad de la clientela, con instalaciones adecuadas, personal apropiado, y haciendo un ambiente sano y propicio para socializar, sobre todo para aquellos jóvenes que durante la semana pasan prácticamente todo el día en sus centros de trabajo, como era el caso de Consuelo y Margarita.

Consuelo y Margarita son primas-hermanas, las dos habían terminado su carrera de Secretariado Ejecutivo, y a pesar de vivir en casas diferentes, se veían como hermanas, ambas tenían la misma edad, las mamás de ellas eran hermanas; habían estudiado siempre desde el jardín de niños, en los mismos centros educativos, compartían sus sueños, sus intereses, gustos y aficiones.

Las dos cumplían años el mismo mes, el de Diciembre, y las dos atendían armoniosamente la pequeña tienda de regalos propiedad de un tío de ambas. Como el propietario no podía atender el pequeño negocio por ser empleado de otra negociación, sus sobrinas lo hacían con excelentes resultados.

La tienda abría de diez de la mañana a dos de la tarde y de cuatro a ocho de la noche, por lo que las chicas no tenían tiempo de mayor diversión durante la semana, más que la proporcionada por la televisión, cuando llegaban ya por la noche a sus respectivas casas, ni que hablar de vida social, pero los fines de semana era otra cosa, ya que el tío las relevaba los sábados por ser este el día que descansaba en su trabajo y lo dedicaba a la tienda de su propiedad.

En diciembre de 1995, Consuelo y Margarita estaban por cumplir los 18 años y como desde siempre lo habían festejado juntas, este año no sería la excepción y ya desde los primeros días de ese mes habían comenzado a pensar la forma en que se festejarían, consultaron sus ahorros y vieron que tenían suficiente como para organizar la fiesta en la casa de Margarita, comprar bocadillos e invitar a todas sus amistades y familiares. Solicitaron los permisos correspondientes, transcurrieron los días, pero como este es un mes en que el trabajo de la venta de regalos, crece, las entusiastas cumpleañeras no tuvieron o no se dieron el tiempo para organizar la tan esperada fiesta. Consuelo sugirió que sería mejor invitar a sus amistades da la “Disco” de moda y así todos se divertirían, convivirían y bailarían hasta cansarse, de nueva cuenta solicitaron el permiso de rigor, esta vez fue más difícil lograrlo, - ¿Qué quienes van a ir?, ¿Qué a qué horas irían a regresar? Y todas esas preguntas que hacen los papás cuando se les pide permiso para ir, las primeras veces, a alguno de estos lugares, finalmente, el permiso condicionado, -Que las acompañe tu hermano- dijo el Papá de Margarita- y se salen a las dos de la mañana- dijo el de Consuelo,- y del coche ni hablar que las lleve tu Tío- dijeron las Mamás.

Llegó el tan esperado día, Margarita y Consuelo a comprar ropa y accesorios apropiados para la ocasión, pantalones de mezclilla, blusas vaqueras y botas y hasta sendos sombreros tejanos con detalles femeninos, a las ocho de la noche iniciaron el ritual de vestido y maquillaje, este último les llevó más tiempo, pues tenía que ser especialmente esmerado, dieron las diez y las chicas no daban trazas de salir, a las diez con treinta minutos llegó el Tío, que esperó quince minutos afuera del “Antro”, donde las esperaba l mayoría de sus amistades, todos y todas, ataviadas y ataviadas, (como dijera Fox), para la ocasión y el lugar, “muy tejanos”.

El Tío espero hasta que entraron al lugar, y al fin Tío consentidor, les dijo a las sobrinas que pasaría por ellas entre las dos treinta y las tres de la mañana, dándoles por su cuenta más tiempo para la diversión.

Se ubicaron en un lugar desde el que pudieron dominar

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