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ENCUENTRO DE DOS MUNDOS


Enviado por   •  12 de Agosto de 2014  •  Tesis  •  6.483 Palabras (26 Páginas)  •  325 Visitas

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ENCUENTRO DE DOS MUNDOS

Muchos de nosotros -allá por los años cuarentas y cincuenta&- para estudiar historia universal teníamos como texto un libro de dos autores franceses llamados Albert Malet y J. Isaac. Nos proporcionaban ellos información sobre todo acerca de los aconteceres históricos del Viejo Mundo y en particular de Europa. Cuanto alli se exponía se nos presentaba desde una perspectiva francesa. Así hubimos de acercar­ nos al tema intitulado "Los descubrimientos de los portugueses y de los españoles".

Los autores, hasta donde puedo recordarlo, ofrecían un cuadro de la situación prevalente en Europa. Dedicaban amplio espacio, como debió parecerles natural, a Francia. De España y Portugal, señalaban que, no obstante su atraso, había en ellas hombres arriesgados, dispuestos a lanzarse a la aventura. Un personaje aún más esforzado, el genovés Cristóbal Colón, venciendo dificultades, había logrado convencer a Isabel la Católica y, con su patrocinio, se adentró en el Atlántico. ¡A Colón correspondía la gloria de haber descubierto el Nuevo Mundo!

De lo que existía en ese otro continente, nada habían dicho Malet e Isaac hasta llegar a ese capítulo de su Historia. Ésta, aunque in­ titulada universal, se centraba en Europa y los antecedentes culturales de ella. Por eso habían tratado de los egipcios y los mesopotamios. Los indígenas del continente que había permanecido desconocido para los europeos, sólo entran en escena cuando ocurre que "son descu­ biertos", "son conquistados", "son cristianizados" y son "colonizados". De lo que antes habían sido, Malet e Isaac -así me parece recor­ darlo- sólo decían que la gran mayoría eran gentes primitivas cuya requerida conversión abría al cristianismo nuevo campo.

Algunos de los que estudiábamos en el dicho libro de Malet e Isaac, tuvimos la buena suerte de que otro de los maestros nos recomendara por ese mismo tiempo que leyéramos la Historia antigua de México, de Francisco Xavier Clavijero. Comparar lo que éste decía sobre los pueblos nahuas con lo expresado por Malet e Isaac nos dejó perplejos y perturbados. Y, sin embargo, para responder al maestro y pasar los exámenes, teníamos que recitar lo que había escrito Malet. La Histon'a de Clavijero nos interesó mucho por su claridad y por la forma como mostraba las creaciones culturales de los pueblos prehispánicos. No podíamos explicarnos el contraste que había entre las obras de Clavijero y de los señores Malet e Isaac.

Por mi parte, en lo escrito por Clavijero encontré luego una pista para entender ese tan radical contraste. Clavijero aludía varias veces al inglés William Robertson y al prusiano Cornelius de Paw. Los dos se referían a los indígenas de México y en general de América pintán­ dolos como seres primitivos, casi carentes de cultura. De Paw decía entre otras cosas que los indios de México sólo podían contar sin equivocarse hasta tres. Y curiosamente Robertson y De Paw critica­ ban también mucho la acción de españoles y portugueses en el Nuevo Mundo.

Sonaré tal vez pedante, pero tengo que decir que la filosofía me ha atraído mucho y que Kant dejó honda huella en mí. Como otros muchos, estudiándolo, creo haber captado las limitaciones del cono­ cimiento racional en los seres humanos. Algún tiempo después me enteré de que Kant también había dicho algo sobre los indígenas del Nuevo Mundo. En su obra Ciencia del hombre antroplogía filos6fica según las prelecciones manuscritas, entre otras cosas afirma­ ba que "los indígenas americanos no hacen suya cultura alguna ..., carecen de afectos y pasiones ..., no sienten amor y debido a ello no son fecundos ..., casi no hablan ..., no se preocupan de nada, son perezosos".1 Más drástico aún se mostró Kant al referirse otra vez a los nativos del Nuevo Mundo en sus Reflexiones sobre la Antro­ pología. ''Toda una parte del mundo [es decir América] --escribió-­ está mal poblada y es medio animal".2 Tales afirmaciones hasta ahora me dejan asombrado. Lo dicho por él contrasta con la admira­ ción que no mucho después mostró Alejandro de Humboldt ante las culturas de Mesoamérica y el área andina.

Acudir a los filósofos en busca de juicios sobre los pueblos indí­ genas de las Américas y sus culturas me empezó a parecer desconcer­ tante. Jorge Guillermo Federico Hegel, al referirse no solamente a las culturas del Nuevo Mundo, sino a todo su devenir histórico, se mos­ traba aún más radical. Así en sus Prelecciones sobre Historia Universal sentenció:

"América ha estado separada del campo en el que hasta hoy se ha desarrollado la historia universal . . . Lo que hasta ahora ha suce­ dido en ella es sólo eco del Viejo Mundo ... Dejando así a un lado al Nuevo Mundo y a las fantasías que están ligadas con él, nos fija­ mos en el Viejo Mundo, básicamente en Europa, es decir en el escenario verdadero de la historia universal ..."

De este modo, no mucho después de que Clavijero ponderaba el pasado prehispánico de México y su Hfrtoria se traducía al inglés, francés y alemán, Kant negaba a los indígenas, con un juicio a priori muy de su agrado, no sólo afectos y sentimientos, sino capacidad de trabajo, de procrear y aun de hablar, y los tildaba además de "medio­ animales". Y, en tanto que Humboldt en obras suyas como Vistas de las cMdilleras y de los monumentos de los pueblos indígenas de América describía con admiración el arte y cultura de los nativos, y en su Ensayo político sobre la Nueva España apuntaba un destino promisorio para México, Hegel de un plumazo situaba fuera de la historia a todo el continente americano.

Leyendo años después el precioso libro de Antonello Gerbi, La

disputa del Nuevo Mundo, me enteré de que lo que ocurrió entre los germanos, sucedió también con algunas diferencias entre los in­ gleses como en Robertson y entre los franceses desde Buffon hasta Joseph de Maistre. Éste llegó a escribir que "no hubo sino excesiva verdad en la primera actitud de los europeos que rehusaron en el siglo de Colón reconocer como a sus semejantes a los hombres degra­ dados que poblaban el Nuevo Mundo".4

El desconocimiento y desdén de no pocos de los europeos respec­ to de las trayectorias culturales de los pueblos nativos del Nuevo Mundo

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