EVOLUCIÓN DE LA LENGUA

ENSAYO SOCIOLINGÜÍSTICO

La lengua, ¿muere o evoluciona?

Por: Mauro Quiroz

“Vosotros aueys fecho, o vos han fecho, algún desaguisado, y conuiene y es menester que yo lo sepa, o bien

para castigaros del mal que fezistes, o bien para vengaros del tuerto que vos fizieron”.1

[Don Qvixote de la Mancha, Tomo I, pág. 252]

Para cualquier lector de la España del siglo XV, el fragmento anterior hubiera sido una composición de sencilla legibilidad, no así el caso del lector-básico contemporáneo, quien se encuentra muy alejado del castellano tintado por la pluma de Cervantes. Y es que la lengua española ha evolucionado tanto que hay quienes se han atrevido a decir que los idiomas mueren con el pasar del tiempo, pero ¿es esa aseveración totalmente cierta? Y si no es así, ¿Qué podemos decir de las lenguas como el latín y el sánscrito?

Evolucionar no implica morir, al menos no en la función denotativa del lenguaje. Por esta razón surge la sociolingüística como poderosa disciplina en el estudio de “las relaciones entre el lenguaje, la cultura y los grupos humanos” (NIÑO ROJAS, 2007). En el glosario de Cervantes hubiera sido imposible encontrar términos como, entre otros vocablos que no hubieran constituido ningún signo lingüístico para el medioevo, sin embargo, el mundo avanza en todos los campos del saber humano, apareciendo nuevos conceptos (realidades objetivas y abstractas) y es cuando surge la necesidad de asignarles un significante (imagen acústica), pero no por eso la lengua muere, simplemente tal como lo ha hecho el pensamiento humano, el cual -al igual que la lengua- ha ido evolucionando a lo largo de la Historia, muestra de ello tenemos las distintas formas de apreciar la vida y su belleza: la Mística, el Romanticismo, el Barroco, el Clasicismo, el Surrealismo, etc.

El aparecimiento de nuevos signos lingüísticos también puede implicar cambios notables en la manera de expresarlos, y con ello me refiero a las normas del sistema de comunicación, con lo que se originan también nuevos estilos sintácticos (por no llamarlos “normas gramaticales”, pues la gramática de un idioma no cambia de la noche a la mañana, aunque se acepten por convencionalidad ciertas formas de expresión). Veamos a continuación, un ejemplo de las actuales tendencias a las que se enfrenta nuestro idioma:

-Hola Carlos, ¿cómo estás?

-Muy triste…

-¿Por qué? ¿Qué pasó?

-Se dañó mi BlackBerry…

-¡Qué pena! ¿Y por qué no te compras otro?

-

...