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Edipo Rey


Enviado por   •  23 de Julio de 2012  •  2.308 Palabras (10 Páginas)  •  472 Visitas

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Nos cuenta la leyenda mitológica que la ciudad de Tebas fue fundada por Cadmo, rey fenicio y hermano de Europa, Cílix y Fénix. Su abuela había sido Io, aquella a la que Zeus había convertido en ternera (para que escapara de los celos de su esposa) y Hera le había puesto un incordioso tábano que la persiguió por todo el mundo. También Europa, la hermana de Cadmo, va a tener su vida marcada por la ganadería bovina, porque, es sobradamente conocido que fue secuestrada por Zeus, que, con forma de Toro blanco, la trajo hacia occidente y la dejó en Creta (alusión evidente y clara sobre el nacimiento de la civilización europea a partir del pueblo minoico que se estableció en esta isla), esta Europa será madre, precisamente, del rey Minos, del del Minotauro, pero esa es otra historia.

Sigamos con Cadmo. El padre de Europa, al ser secuestrada su única hija, manda a los hijos en su búsqueda. Cadmo, al llegar al continente europeo, se dirige al oráculo de Delfos y éste le dice que no se ocupe más de su hermana y que, en cambio, tome como guía una vaca (de nuevo, las vacas) que encontrará suelta y allá donde la vaca se pare a descansar, establezca su hogar y funde una ciudad. Así lo hace y el resultado es Tebas en la Beocia (palabra que etimológicamente también guarda cierta relación con la vaca). Cadmo encuentra que esta zona no estaba deshabitada precisamente, sino que vive aquí un dragón (hijo de Ares), al que tiene que combatir. Una vez que éste muere, Atenea le ordena al joven arrancar los dientes al dragón y enterrarlos. De estos dientes nacerán unos guerreros, los espartanos (hijos de la tierra), que lucharán entre sí, hasta que Cadmo logre pacificarlos, pero para entonces quedan sólo cinco (serán los ascendientes de las cinco grandes familias espartanas).

Cadmo se casará con Harmonía, hija de Ares y Afrodita, y de esta unión nacerán varios hijos: Sémele (la madre de Dioniso/Baco, consumida por Zeus que se unió a ella en forma de rayo), Ino, Ágave (que será madre de Penteo, del que descenderán, Creonte y Yocasta, y, por lo tanto, Edipo), Autóne y Polidoro (padre de Lábdaco, del que descenderá Layo, y, por lo tanto, Edipo). Los relatos que corresponden a cada uno de estos personajes son apasionantes, pero será mejor ir centrándonos ya en los que ahora nos interesa: Yocasta, Layo y Edipo.

Estamos en el siglo XIV a.C., después de una serie de reinados y regencias, de muertes y asesinatos familiares, de expulsiones y exilios, en Tebas reina Layo. Acaba de llegar del Peloponeso, trayendo consigo, raptado, a Crisipo (del que se había enamorado), hijo del rey Pélope (que le había dado refugio durante su exilio y que, de esta manera, recibió como pago a su hospitalidad una afrenta humillante). La ciudad de Tebas no castiga a Layo, por esto, Hera monta en cólera y trae, desde el Oriente, a la Esfinge, que someterá a la población y devastará los campos. Pélope, el padre ultrajado, también emite una maldición hacia Layo y Crisipo, justo antes de morir.

Layo se casa con Yocasta, a pesar de que un oráculo le advierte que no pueden tener descendencia y, en caso de tenerla, ésta será catastrófica para todos, pues Layo morirá en manos de su hijo (la causa directa sería la maldición de Pélope, la indirecta la serie de crímenes y hechos sangrientos que marcó la historia familiar). Y, sin embargo, nace un niño. El padre, nada más nacer, le atraviesa los pies con punzones y lo expone en el campo, es decir, lo deja morir o, en el mejor de los casos, a que alguien pase, se apiade de él y se lo lleve como esclavo. Y, efectivamente, eso último fue lo que sucedió, pero, no se convirtió en esclavo, sino en heredero del rey de Corinto. Cosas del destino, del que los griegos eran fieles creyentes.

Quien recogió al niño fue un pastor que, conociendo que Pólibo, rey de Corinto, y su esposa Mérope no tenían hijos y querían un heredero, lo llevó hasta el monarca. La pareja real lo cuidó como si de un hijo propio se tratara. Es llamado Edipo por el estado de sus pies (etimológicamente, algo así como el de los pies hinchados o torcidos).

Cuando Edipo crece, alguien lo insulta y le echa en cara su condición de hijo de padres desconocidos. Edipo se asombra, porque él cree firmemente que sus progenitores son Pólibo y Mérope, y, al preguntarles a estos por la verdad, ellos le dan una respuesta ambigua, de tal forma que el joven decide interrogar al oráculo de Delfos. El oráculo le pronostica un futuro bastante negro: matará a su padre y se casará con su madre. Edipo, espantado, no vuelve a Corinto, para evitar tales presagios. Por el camino, se encuentra con una pequeña comitiva, guiada por un hombre de mediana edad. Ambos quieren seguir en el camino, sin apartarse. Edipo acabará matando a Layo, sin saber, siquiera cómo se llama. La primera parte del oráculo está cumplida

A Tebas llega la noticia de la muerte del rey, que había salido hacia Delfos para preguntarle al oráculo qué se debía hacer para acabar con la Esfinge. Creonte, el hermano de Yocasta, queda como rey de la ciudad. Como sigue sin resolverse el asunto del monstruo que asola y atemoriza a Tebas, Creonte emite un edicto, por el que concede el trono de la ciudad y a su hermana Yocasta en matrimonio para aquel que sea capaz de acabar con el espantoso ser.

Edipo llega a Tebas, buscando aventuras, sin destino fijo, y se enfrenta con la Esfinge, no tiene nada que perder y sí mucho que ganar. La Esfinge lo somete a la prueba a la que ha sometido a todos los candidatos y le propone un acertijo: “cuál es el ser, provisto de voz, que es de cuatro patas, de dos y de tres”. El joven le da la solución: es el hombre, que, cuando empieza a moverse por sí solo, lo hace a gatas, cuando es adulto, lo hace con sus dos piernas y, cuando envejece y la edad lo deteriora, necesita un bastón para moverse. La Esfinge enloquece y se suicida, liberando así a la ciudad de su opresión. Edipo recibe, de esta manera, en un solo lote, el reino y la reina. Se ha cumplido, totalmente, el oráculo de Delfos, a pesar de que Edipo lo desconoce todavía.

Y tardará en conocerlo, porque durante años vivirá en paz, tendrá dos hijas (Antígona e Ismene) y dos hijos (Etéocles y Polinices). Hasta que Tebas es asolada por una peste que destruye a la población. Edipo, dispuesto a saber la razón de esta epidemia, investiga hasta las últimas consecuencias y será entonces cuando se descubra la horrenda verdad. Curiosamente el descubrimiento le procura la ceguera, porque Edipo opta por no seguir viendo lo que la vida le ofrece y se saca los ojos, para salir hacia el exilio posteriormente, no sin antes maldecir a sus propios hijos

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