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El Aborto Pecado

linss9 de Julio de 2014

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dital – El aborto genera opiniones contradictorias; dentro de su contexto intervienen principios éticos, morales, jurídicos, religiosos, médicos, prácticos, y de salud pública. No es fácil establecer prioridades entre valores éticos conflictivos, pero si es necesario reflexionar sobre principios moralistas y filosóficos de derecho que legitiman la necesidad de proteger los derechos humanos de las mujeres y su autonomía como seres individuales.

En el mundo existen culturas, ideologías y religiones con distintas actitudes con respecto al instante exacto en que el embrión se transforma en “un ser humano con alma”. Hay tradiciones que creen en la hominización -que es el momento en que el óvulo fecundados se convierte en persona- ocurre en algún instante después de la concepción; otros opinan que la vida no comienza sino cuando el feto es “viable”.

Algunas religiones no se oponen al aborto: estiman que debe permitirse bajo ciertas condiciones. Otras lo dejan a la discreción de la persona de acuerdo a lo que dicte su conciencia y unas terceras lo condenan totalmente.

El trato que se le ha dado al aborto no sólo difiere entre las distintas comunidades religiosas, sino que ha suscitado numerosas polémicas en el interior de las mismas. Dichas discusiones han cambiado a lo largo de la historia y continúan siendo objeto de un constante debate en el cual no hay unanimidad de opiniones.

Pensamiento religioso: algunos ejemplos

En el caso de la jurisprudencia islámica, por ejemplo, existe desacuerdo en cuanto al momento exacto de la instalación del alma en el cuerpo y el desarrollo del feto, -un grupo permite el aborto hasta los 120 días, otros los prohíben en etapas más tempranas-. Dentro del judaísmo, si bien se exige el aborto cuando peligra la vida de la madre, existe una gran divergencia entre los distintos movimientos en cuanto a permitir el aborto por razones terapéuticas.

En Judaism and Abortion seseñala: “hay divergencia en la tradición judía en cuanto a permitir el aborto en caso de malformaciones fetales. En estos casos el aborto no se justifica por las dificultades que deberá enfrentar la criatura, sino por el sufrimiento mental o emocional para la madre que resulta de continuar el embarazo. El factor determinante es, pues, la mujer y no la condición o futuro del feto”.

En la Iglesia católica romana, la posición que establece que la vida existe desde el momento de la concepción no siempre ha sido la misma. En La Historia de las ideas sobre el aborto en la Iglesia Católica se advierte: “antes de 1869 la mayoría de los teólogos enseñaban que el feto se convertía en un ser humano con alma a partir de los 40 días -a veces más tarde después de la concepción-”. La postura de la jerarquía eclesiástica de condena absoluta al aborto ha sido cuestionada por teólogos católicos que piensan que es permisible en las primeras etapas de gestación.

Hasta Pió IX, los pontífices se preocuparon primordialmente de problemas de penitencia en relación al aborto, es decir catalogaban y definían la magnitud de varios pecados entre los cuales el aborto no era de los más trascendentales. Desde la publicación Apostólica Sedis de Pió IX, -1846 – 1878- la práctica del aborto bajo cualquier circunstancia se convirtió en falta grave y castigada con la excomunión.

Pió XI en 1930 dijo que la vida de la madre y la del feto son igualmente sagradas, que nadie tiene el poder ni la autoridad para destruirlas. Pió XII refrendó esta argumentación dándole normas a la rigidez de la Iglesia frente a este asunto del niño por nacer. Pablo VI, en 1968, confirma la misma concepción. “La vida humana es sagrada desde su origen”, advirtió Juan XXIII.

Benedicto XVI, en su discurso a los participantes del Tercer Encuentro de los presidentes de las Comisiones Episcopales para la Familia y la Vida de América Latina, que se realizo en la Santa Sede, en diciembre del 2005, condeno el aborto y dijo:

“Es necesario ayudar a tomar conciencia del mal intrínseco del crimen del aborto que, al atentar contra la vida humana en su inicio, es también una agresión contra la sociedad misma. Los políticos y legisladores, como servidores del bien social, tienen el deber de defender el derecho fundamental a la vida, fruto del amor de Dios”.

Como observamos, la Iglesia no ha cesado de reprobar el aborto.

Otros cultos, otras opiniones. La mayoría de las iglesias e instituciones vinculadas a cultos religiosos han declarado su punto de vista frente al aborto en forma clara. La más fuerte posición es la organización Pro-Vida, cuyos líderes provienen principalmente de la católica.

Sin embargo dentro de las mismas asociaciones, hay quienes no están de acuerdo con la posición oficial de la Iglesia. Por ejemplo dentro de la Iglesia Católica, hay grupos que en la actualidad defienden el aborto durante el primer trimestre y han hecho notar que en algún momento la iglesia aceptó la idea aristotélica de que el alma no entra al cuerpo hasta después de 40 – 80 días de la concepción. Santo Tomás de Aquino ratificó esta idea.

Con excepción de la católica, la mayoría de las iglesias que tienen la posición Pro Vida, aceptan el aborto en casos excepcionales como cuando la vida de la madre esta en riesgo de muerte. Judíos ortodoxos, protestantes evangélicos, luteranos y mormones creen que la vida comienza en el momento de la concepción y, por lo tanto, que el feto es digno de derechos y protección. Para estos grupos, la meta es revertir o detener las leyes que legalizan el aborto.

Otras casas de Dios, como Unidad de Cristo, Metodista, Episcopal y Prebisteriana han adoptado abiertamente la posición pro-elección, que consideran que la definición del momento en que la vida humana se inicia es una cuestión que no esta establecida. Por lo tanto, entienden que se debe permitir a la mujer ejercer su libertad personal y seguir sus creencias morales y religiosas. Consideran además que el bienestar de la mujer es una prioridad sobre el bienestar del niño y creen que la legalización del aborto asegura la salud de la mujer.

Sostienen también que el aborto es una opción ante circunstancias especiales y no debe ser usado como un método ordinario de planificación familiar.

Pro-vida – Pro-elección. Comose advierte en las discusiones sobre la sexualidad hoy, existen dos facciones: Pro-vida, en contra del aborto y su legalización y Pro elección, a favor de la reglamentación del aborto. Ambos grupos están bien organizados y totalmente convencidos de sus respectivas posiciones. En cada uno de ellos hay seguidores más o menos extremos. En Pro-vida hay quienes no solo están en desacuerdo con el aborto sino con todo tipo de métodos anticonceptivos que no sea el natural o del ritmo.

En Pro-elección algunos consideran el aborto como una fórmula de planificación familiar. En el intermedio, hay acuerdo en que los métodos anticonceptivos modernos y la educación sexual son indispensables para disminuir el aborto, y que este puede ser aceptado en circunstancias extremas.

Pro-elección considera que la mujer tiene total derecho a controlar su cuerpo y, por tanto, a decidir si continúa o termina un embarazo. Cree que la existencia humana es buena y debe preservarse, pero que la calidad de vida es más importante y, por tanto, el aborto, es en muchos casos “la menos mala de las decisiones”. Además estiman que, como no hay un consenso social ni claridad sobre el momento en que empieza la vida, el Estado no debe legislar en este terreno, sino que debe dejar la decisión a la mujer que es quien tiene derecho a decidir sobre su cuerpo y lo que acontece dentro de él.

Tanto Pro-vida como Pro-elección están de acuerdo en el valor y la dignidad de la existencia humana, pero no están de acuerdo en cuándo la vida se inicia y en la relativa importancia que se da a la calidad y a la supervivencia por sí misma. La tendencia mundial claramente se está orientando hacia la legalización del aborto en casos tales como malformaciones del feto, peligro de muerte de la madre, violación o incesto.

Hay todavía mucha controversia con respecto a la legalización del aborto en otras circunstancias.

El probabilismo

El probabilismo, doctrina que se desarrollo en el siglo XIX, proporciona la base teológica a las diversas posiciones que han surgido dentro de la Iglesia católica, acepta el punto de vista de los teólogos en cuanto a que una dudosa obligación moral no podía ser impuesta como certeza (Ubi dubidumm ibi libertad: donde hay dudas no hay libertad), sino que en ultima instancia la decisión moral depende de la conciencia propia. Por lo tanto la persona misma, a través de su discernimiento o de un convencimiento proporcionado por expertos, tiene el derecho de disentir de las enseñanzas de la Iglesia si se alcanza una “probabilidad firme”. La teoría del probabilismo, que continúa siendo parte de los principios de la iglesia, permite un desacuerdo privado y apoya la conciencia individual.

La ausencia de un debate escolástico adecuado muestra una posición inflexible por parte de la Iglesia y trae como consecuencia que la mayoría de los católicos tengan la errada creencia de que su doctrina con respecto al aborto es infalible. Sin embargo, dada la divergencia de opiniones y la falta de una tradición clara y continua que considere el aborto como un homicidio, es imposible formular una declaración verdadera al respecto. Es por ello que los pronunciamientos pontificios y las leyes canónicas que prohíben la práctica del aborto no forman parte de las declaraciones papales que los fieles deben considerar como infalibles.

A pesar de la fuerte oposición de la jerarquía

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