El Texto Narrativo. Estructura Y Elementos Del Texto Narrativo Publicado El 26 Julio, 2011 De VitaraX
hassanitoo2215 de Mayo de 2015
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El texto narrativo. Estructura y elementos del texto narrativo
Publicado el 26 julio, 2011 de VitaraX
La finalidad del texto narrativo consiste en contar hechos, reales o ficticios, que suceden a unos personajes en un espacio y en un tiempo determinados.
Generalmente los hechos narrados se estructuran en tres partes (planteamiento, nudo y desenlace) y normalmente siguen un orden cronológico lineal; es decir, se presentan los hechos a medida que van sucediendo en el tiempo.
Observa todas estas características en el siguiente texto:
“A la medianoche, una turba tumultuosa, animada con todas las voces de un motín y todos los alaridos de una bacanal, invadía las calles de San Bernardino. Llegó a la plazuela de Afligidos y la ocupó casi toda. El callejón de la plaza de la Cara de Dios contenía más de trescientas personas; y la algarabía era tan grande que no se podían distinguir claramente las voces pronunciadas por los más exaltados.
Al llegar al patio hubo un instante de vacilación, de terrible sorpresa. Una doble fila de soldados apuntaba a la multitud que, confiada en su fuerza, no pudo resistir un movimiento de terror, retrocediendo al ver que se la recibía de aquella manera. En el mismo instante sonó un tiro y cayó un soldado. Hizo fuego sin reparo la tropa, y una descarga nutrida envió más de veinte proyectiles sobre la muchedumbre.
La confusión fue entonces espantosa: avanzó la tropa; retrocedieron los paisanos, no sin disparar bastantes tiros y agitar las navajas, armas para ellos más seguras que el trabuco.”
Benito Pérez Galdós, La Fontana de Oro.
La estructura del texto narrativo está compuesta de estas tres partes:
1. 1. Introducción o planteamiento. Sirve para introducir los personajes. Nos presenta una situación incial, un conflicto que les sucede a unos personajes en un tiempo y en un lugar determinados.
A medianoche (tiempo) una multitud de personas (personajes) invaden las calles de San Bernardino (lugar) dando gritos de protesta.
1. 2. Nudo o conflicto. Se desarrollan los acontecimientos planteados en la introducción. Los personajes se ven envueltos en el conflicto y actúan en función del objetivo que persiguen.
Al llegar al patio (lugar) unos soldados (personajes) apuntaban a la multitud. Sonó un disparo y cayó un soldado. Aquellos dispararon contra la multitud.
1. 3. Desenlace o solución de la situación planteada. En esta parte del relato se resuelve el conflicto de la fase inicial. Puede tener un final feliz o trágico; positivo o negativo.
Los soldados siguieron avanzando y la multitud retrocedió.
Elementos que forman parte del texto narrativo:
A. El narrador. Es quien cuenta los hechos o la historia. Puede ser:
• Un narrador omnisciente: visión total del relato, ajeno a los hechos. El narrador omnisciente conoce a la perfección lo que hacen, piensan y sienten todos los personajes (incluso en ocasiones interviene para opinar sobre los hechos ocurridos o sobre el modo de ser de los personajes).
• Un narrador observador externo: relata los hechos desde fuera, sin participar en la historia, es el narrador testigo o observador que se limita a recoger en la narración los hechos tal como suceden sin añadir ni quitar nada, como si fuera una cámara de vídeo, y lo mismo actúa con los personajes, que sólo son conocidos en el relato por lo que ellos hacen y dicen o por lo que otros personajes nos cuentan de ellos
• Un narrador que cuenta su historia. En este caso el narrador es un personaje más, es el personaje principal, ya que es el protagonista.
Analicemos estos dos ejemplos:
Texto A: Las clases terminaron pronto. Con cara esperanzada y paso rápido, Carlos se dirigió a la cafetería donde esperaba encontrar a Laura. Allí estaba. Carlos vio cómo le sonreía y se acercó a saludarla. (En este caso el narrador es un testigo u observador externo, no participa directamente en la historia, se limita a contar las cosas tal y como las está observando).
Texto B: Las clases terminaron pronto. Creí que aún había tiempo, así que me dirigí a la cafetería con paso rápido donde esperaba encontrar a Laura. Allí estaba. Sonreí y me acerqué a saludarla. (En este caso el narrador cuenta su propia historia, es el protagonista, un personaje más, es el personaje principal).
B. Los personajes. Son las personas, los animales o las cosas que intervienen en el relato. El protagonista es el personaje principal que se enfrenta al conflicto; el antagonista, el que se opone a la acción del protagonista.
C. La ambientación. Incluye el espacio o lugar en el que se desarrollan los hechos y el tiempo. Éste puede ser externo o interno.
• Externo: tiempo histórico en que se desarrolla la acción.
• Interno: orden cronológico en que se suceden los hechos del relato. Puede ser: cronológico o lineal (si la acción sucede de principio a fin; la mayoría respeta este tipo), restrospectivo (si regresa al pasado desde un punto de la acción concreto; es el caso de las novelas policiacas), anticipativo (si se adelantan acontecimientos que sucederán más tarde).
Formas verbales más usuales de la narración:
Pretérito indefinido, presente y pretérito imperfecto.
Ejemplos de narración:
Una novela, un cuento, una noticia,…
Análisis de un fragmento, Noche Boca Arriba
Análisis de un fragmento del cuento “Noche Boca Arriba” de Julio Cortázar
Fragmento:
“Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta sobre el pecho como una lápida negra, pasó a la sala de operaciones. Alguien de blanco, alto y delgado se le acercó y se puso a mirar la radiografía. Manos de mujer le acomodaban la cabeza, sintió que lo pasaban de una camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo, con algo que le brillaba en la mano derecha. Le palmeó la mejilla e hizo una seña a alguien parado atrás.
Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores. Primero un olor a pantano, ya que a la izquierda de la calzada empezaban las marismas, los tembladerales de donde no volvía nadie. Pero el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en que se movía huyendo de los aztecas. Y todo era tan natural, tenía que huir de los aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarse de la estrecha calzada que sólo ellos, los motecas, conocían.
Lo que más lo torturaba era el olor, como si aun en la absoluta aceptación del sueño algo se revelara contra eso que no era habitual, que hasta entonces no había participado del juego. "Huele a guerra", pensó, tocando instintivamente el puñal de piedra atravesado en su ceñidor de lana tejida. Un sonido inesperado lo hizo agacharse y quedar inmóvil, temblando. Tener miedo no era extraño, en sus sueños abundaba el miedo. Esperó, tapado por las ramas de un arbusto y la noche sin estrellas. Muy lejos, probablemente del otro lado del gran lago, debían estar ardiendo fuegos de vivac; un resplandor rojizo teñía esa parte del cielo. El sonido no se repitió. Había sido como una rama quebrada. Tal vez un animal que escapaba como él del olor a guerra. Se enderezó despacio, venteando. No se oía nada, pero el miedo seguía allí como el olor, ese incienso dulzón de la guerra florida. Había que seguir, llegar al corazón de la selva evitando las ciénagas. A tientas, agachándose a cada instante para tocar el suelo más duro de la calzada, dio algunos pasos. Hubiera querido echar a correr, pero los tembladerales palpitaban a su lado. En el sendero en tinieblas, buscó el rumbo. Entonces sintió una bocanada del olor que más temía, y saltó desesperado hacia adelante.
Se va a caer de la cama -dijo el enfermo de la cama de al lado-. No brinque tanto, amigazo. Abrió los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala. Mientras trataba de sonreír a su vecino, se despegó casi físicamente de la última a visión de la pesadilla. El brazo, enyesado, colgaba de un aparato con pesas y poleas. Sintió sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros, pero no querían darle mucha agua, apenas para mojarse los labios y hacer un buche. La fiebre lo iba ganando despacio y hubiera podido dormirse otra vez, pero saboreaba el placer de quedarse despierto, entornados los ojos, escuchando el diálogo de los otros enfermos, respondiendo de cuando en cuando a alguna pregunta. Vio llegar un carrito blanco que pusieron al lado de su cama, una enfermera rubia le frotó con alcohol la cara anterior del muslo, y le clavó una gruesa aguja conectada con un tubo que subía hasta un frasco lleno de líquido opalino. Un médico joven vino con un aparato de metal y cuero que le ajustó al brazo sano para verificar alguna cosa. Caía la noche, y la fiebre lo iba arrastrando blandamente a un estado donde las cosas tenían un relieve como de gemelos de teatro, eran reales y dulces y a la vez ligeramente repugnantes, como estar viendo una película aburrida y pensar que sin embargo en la calle es peor, y quedarse.
Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a puerro, a apio, a perejil. Un trocito de pan, más precioso que todo un banquete, se fue desmigajando poco a poco. El brazo no le dolía nada y solamente en la ceja, donde lo habían suturado, chirriaba a veces una punzada caliente y rápida. Cuando
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