El Viejo Y El Mar

El viejo y el mar (ensayo)

Esta obra está basada acerca de un viejo pescador de cuba quien se lanza al mar a atrapar un pez, después de muchos esfuerzos y paciencia, un animal gigante muerde la carnada del anzuelo, generando así una lucha entre los dos, durante tres días en la que finalmente el viejo logra vencer al pez; pero este triunfo dura poco, ya que los tiburones y las barracudas van devorando al pez, mientras lo lleva amarrado al costado de la embarcación por ser tan grande y no caber en la barca. El viejo con sus pocas fuerzas, intenta ahuyentarlos pero logra poco, luego llega al puerto solo con la cabeza y la espina dorsal del pez que con tantas dificultades había logrado atrapar.

En este relato se plantean los sueños del hombre y su lucha contra una naturaleza hostil que lo derrota, pero que a la vez lo motiva para vencer.

Santiago, un viejo pescador, hace 84 días que pesca en un bote, sin atrapar un pez. Durante los primeros 40 primeros días su soledad se mitigó por la presencia de un joven, su mejor amigo, quien lo acompañó por tiempo solamente, en la mitad del mar. Todo en Santiago es viejo su cuerpo, su rostro, su ropa, el bote en que navega, los útiles de pesca.

Cansado por su larga espera el viejo regresa a la playa y espera un tiempo. Entonces, de nuevo ayudado por su amigo se hace a la mar y tras unas cuantas horas, cuando ya ha perdido de vista la costa, un pez muerde el anzuelo. Santiago nunca pudo imaginarse la dimensión de su fortuna, aquel pez no era un animal común y corriente de los que atrapan tantas veces los pescadores y marineros. En esta ocasión se trata de un hermoso pez espada, más grande que el propio bote en que se desplaza Santiago, dispuesto a combatir hasta la muerte y arrastrar consigo, si fuera necesario. La batalla con el enorme pez pronto adquiere dimensiones aventureras.

Arrastrado por el animal, Santiago recorre incontables kilómetros mar adentro. La decisión del anciano, sin embargo, sigue firme, Jamás ha visto un pez así y tampoco ha oído hablar de él. De cualquier manera debe matarlo, aunque pronto las energías del viejo se ven drásticamente disminuidas, las circunstancias de la lucha, el poder insobornable de su contrincante y su propia naturaleza.

Santiago sabe que el pez lo está matando. Pero lejos de maldecirlo o maldecir su suerte comprende la inmensidad del derecho que lo asiste, ya no le importa cual de los dos haya de morir. Cualquiera tendría derecho. Sin embargo tras dura lucha las fuerzas del pescador ganan, y lleno de felicidad ata al gigante pez al costado de su barca y se dirige al puerto. Ya se ve a lo lejos las construcciones de la ciudad, cuando un terrible presentimiento pasa por él. Ha visto o creído ver la fatal figura de un escudo sobre el agua.

Sigue su rumbo, esperanzado en

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