El agua envenenada

En los primeros capítulos el cura de Tajimaroa acude con su Ilustrísima, como lo llama para explicarles los hechos, pero no le da tiempo, el cura le pide que le deje redactar un informe de cómo sucedió todo, su Ilustrísima acepta y le dice que de eso depende su absolución o su condena.

El cura comienza a relatar su vida, la muerte de su padre y cómo un suceso hizo que él se fuera acercando a la religión, de los 7 a los 11 años, al vivir con su abuelo, se dedicó a buscar comida o cazar, además de abastecer agua y tratar de cambiar carbón por comida. En la época de la revolución el padre dice que fue cuando se le formó el carácter La violencia lo enseño despreciar el peligro y a familiarizarlo con su condición de perseguido, pero tras el fallecimiento de su madre a causa de Tifoidea y posterior la muerte de su abuelo, su infancia acabó junto con el gusto por la violencia y las armas, Al ser adoptado por su tío, lo llevo al seminario En Morelia después de 15 años de permanecer en el seminario  comenzó la persecución religiosa  y muchos tuvieron que huir después de un tiempo y de unas vacaciones el cura decidió ordenarse en la catedral de Morelia, Después de ello el cura permaneció a cargo de un coro y en sus ratos libres exploraba el archivo de la catedral, así pasó varios meses ignorando lo que había fuera de la propia cárcel que él se creó, hasta que lo nombraron vicario en Pénjamo, Justo cuando la revolución religiosa aún estaba, el cura apoyaba a los campesinos pero como dice: “ En México se piensa que un sacerdote, por el solo hecho de serlo, debe tomar el partido de los privilegiados”

El cura comienza a relatar diferentes historias vividas en el pueblo en medio de un México oprimido y donde los campesinos querían un lugar, su misión era lograr  que la mayor parte del pueblo  dejara de matarse entre sí, sentía que todos ellos eran como pescados y él era un pescador con una red llena de agujeros de la cual se escapaban muchas almas qué tenía que rescatar, sentía que si después de una larga jornada por lo menos podía salvar a un alma podría sentirse satisfecho. En 1953, su ilustrísima lo nombró cura de Tajimaroa, al ir, el cura trató de no ir tanto al pueblo, prefirió que las cosas se fueran dando, el pueblo no dejaba de hablar de Don Ulises, el cacique, el mandamás del pueblo y con quien el cura debía llevarse bien.

Un día acudieron por el cura para darle los santos óleos a un joven, Manuel Espino, quien le cuenta cómo fue herido. Resulta que los pistoleros de Don Ulises lo hirieron ya que el cacique se había fijado en la novia de este y ahora tendría que ser su amante, Manuel se negaba y seguía viéndola con la esperanza de que ella se arrepintiera de su decisión, pero como a todo el pueblo, Don Ulises o comproba, si quería tierras, animales, cosechas, lo que fuera, podía comprarlo porque él era el mandamás y decía que el pueblo era un pueblo de gallinas. Este suceso hizo que Manuel comenzara con planes de derrocar al cacique.

Es ahí un donde el cura comienza a investigar quién es don Ulises, Ya que la mayor parte de sus feligreses siempre lo sacan a flote don Ulises esto don Ulises aquello esa fuerza del caciquismo impuesta en Tajimaroa el cura dice: “ en dónde hay un cura rural hay siempre un cacique y el dilema es este: o se la acepta o se le combate” el cura siente sus deseos de libertad desde pequeño y es donde empieza a comprender a sus feligreses su necesidad de libertad esa libertad en el México de 1959.  

Ulises Roca, nacido en Veracruz llego a Tajimaroa fascinado por sus tierras, quiso comenzar desde abajo, a sembrar en tierras donde le dijeron que no era apto para sembrar, y así, fue, no eran aptas para sembrar, comenzó con el aserradero y después fascinado con la idea de llevar flores compro carros de bulbos para traer flores a Tajimaroa. Así, Don Ulises se fue haciendo de armas, de gente y de dinero, hasta tener a su misma gente gobernando el pueblo, valía más él que cualquier otra persona, todos le tenían miedo y respeto, y la vida giraba en torno a las decisiones del cacique, el cura inconscientemente comenzó a alimentar en sus feligreses el deseo de libertad, pero respetando el evangelio, todos tenían un arma y primero muertos antes que soltarla.

El cura acude a hablar con Don Ulises, de tratar de convencerlo de que todo sea equitativo, ahí es donde le dice que la política es un juego complicado, se toleran los crímenes, pero nunca los errores, entre los mexicanos la libertad es un sueño o una pesadilla, pero nunca una realidad. Don Ulises le recuerda al cura la época del porfiriato de cómo la gente aclamaba esa anhelada libertad y cuando apareció un nombre que les ofreció esa libertad todos se levantaron en armas para derrotar al gran Porfirio Díaz y que hasta nuestros días se le sigue viendo como un grande porque a pesar de haber obtenido la libertad, México en su momento extrañó a esa persona que los lideraba porque no existe manera pacífica de distribuir equitativamente las riquezas del mundo y el hambre mexicana jamás se acaba.

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