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El hombre viejo y el mar


Enviado por   •  17 de Marzo de 2022  •  Ensayos  •  681 Palabras (3 Páginas)  •  132 Visitas

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EL HOMBRE VIEJO Y EL MAR.

Él era un hombre viejo quien pescaba solo en un esquife en la corriente del golfo y él había ido durante de 84 días sin atrapar ningún pez. En los primeros 40 días un chico había estado con él. Pero después de 40 días sin pez alguno el padre del niño le había dicho que el hombre viejo estaba ahora definitiva y finalmente “salado”, lo que es la peor forma de mala suerte, además el chico había ido a sus órdenes en otro bote con el cual atrapo tres buenos peces la primera semana, Esto hizo el que chico estuviera triste de ver al hombre viejo llegar cada día con su esquife vacío y el siempre bajaba al ayudarle a cargar ya sea las líneas enrolladas o el garfio, el arpón y la vela que estaba enrollada alrededor del mástil. La vela esta parcheada con sacos de harina y enrollada, parecía una bandera de derrota permanente.

El hombre viejo era delgado y demacrado con profundas arrugas en la espalda y en su cuello, Las manchas de color marrón debido al cáncer de piel que el sol trajo con su reflexión en el mar trópico el cual estaba en sus mejillas. Las manchas se estropeaban en mal estado a cada lado de su cara y sus manos tenían un arrugado profundo con cicatrices del manejo del arduo peso de los peces sobre las cuerdas. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente, Estaban tan viejas como erosionadas en un desierto sin peces.

Todo acerca de él era viejo, excepto sus ojos, ellos eran del mismo color del mar y eran alegres e invictos.

“Santiago” el niño le dijo en cuanto ellos escalaron el banco del donde el esquife era arrastrado. “Yo podría ir contigo de nuevo, hemos hecho algo de dinero”.

El hombre viejo le había enseñado al niño a pescar y el niño lo amaba.

“No”, dijo el hombre viejo. “Tu estas con un bote de la suerte. Quédate con ellos”.

“Pero recuerda como tú estuviste 87 días sin pescar nada y después nosotros atrapamos unos peces grandes cada día durante tres semanas”

“Lo recuerdo” dijo el hombre viejo. “Sé que no me dejaste porque estabas en deuda”

“Fue papá quien me hizo abandonar. Soy un chico y debo obedecerle”

“Lo sé” dijo el hombre viejo, “Es bastante normal”

“No tiene mucha fe”

“No” dijo el hombre viejo, “Pero nosotros la tenemos, ¿no es asi?”

“Si” dijo el chico, “¿Puedo ofrecerte una cerveza en la terraza y después nos llevamos las cosas a casa?”

“¿Por qué no?” dijo el hombre viejo. “Entre hombres de pesca”.

Ellos se sentaron en la terraza y muchos de los pescadores se burlaron del hombre viejo, por esto él estaba notoriamente enojado. Otros, cerca del viejo pescador, lo miraba y estaba triste. Pero él no lo demostraba y hablaba educadamente acerca de la actualidad y de las profundidades a las que había llegado sus líneas a la deriva, además del estado climático y de lo que han visto. Los pescadores exitosos de aquel día ya estaban adentro y habían descuartizado su Marlín y lo habían puesto a lo largo de dos tablas. Con dos hombres asombrados al final de cada tablón, hacia la “casa del pez” donde esperaron el camión repartidor de hielo para llevarlo hacia el mercado de Havana. Aquellos quienes habían atrapado tiburones los había llevado a la fábrica de tiburones al otro lado de la pequeña bahía protegida en donde estaban izándolos sobre un bloque, con sus hígados removidos, sus aletas cortadas y sus pieles desolladas junto a su carne cortada en trozos preparados para salar.

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