El placer de leer
paulahbEnsayo10 de Marzo de 2019
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EL PLACER DE LEER
El placer de leer
Paula Andrea Hernández Barreto
Estudiante de Mercadeo Internacional y Publicidad
El placer de leer
Cuando era niña, mi padre solía llevarme a la biblioteca cada domingo, pasaba toda una mañana entera leyendo cuentos infantiles. A la hora de irnos, le pedía que nos quedáramos un rato más y aunque no era posible, me permitía escoger un libro para llevarlo a casa. Me encantaba que los libros tuvieran la capacidad de trasportarme a mundos donde los animales hablaban, donde existían seres increíbles, podía volar e imaginarme cada palabra que leía o me leía mi padre. Sin embargo, hubo una época en la que esa fascinación se fue desvaneciendo con el paso del tiempo, dejamos de ir a la biblioteca, entré al bachillerato y me encontré con una lectura poco agradable, sentía que ya no leía por gusto sino por obligación. ¿Es la lectura una obligación? La respuesta sería entonces, sí y no. ¿Por qué? A pesar de que nos encontraremos con textos que no nos gusten, ya sea por su temática o la forma en la que están escritos, no deben ser vistos como una obligación. En cambio, es indispensable recurrir a los derechos del lector, propuestos por Daniel Pennac, para demostrar, sobre todo a niños y jóvenes, que la lectura no es un deber sino un placer personal, gratificante y libremente elegido, pues tal como él afirma, “Si queremos que mi hijo, que mi hija, que la juventud lea, es urgente que les concedamos los derechos que nosotros nos permitimos.”(Pennac, 1993, p.130).
Leer es tener enfrente un texto escrito y decodificarlo, entendiendo aquello que quiere transmitir el autor. Es un proceso en el que se interpreta el significado de un texto, su contenido, se establecen conclusiones y cuestionamientos. Ahora bien, dándole un significado más profundo, leer es un arte, una fuente de información y conocimiento, la cual permite desarrollar la imaginación, creatividad y capacidad de escritura, implanta emociones y pensamientos críticos, además de ser una buena distracción.
Consideremos ahora, la lectura como una obligación. Muchos niños y jóvenes sienten, cada vez más, pereza de leer, no leen con ganas, no le dan a la lectura la importancia que merece. Esto se debe a que en las escuelas y otras instituciones son “obligados” a leer textos poco atractivos. Las instituciones educativas argumentan este comportamiento diciendo que es para la formación intelectual y el futuro de los niños. Lo anterior, de cierta manera es válido, pero “el peor camino para iniciar a alguien en la lectura es el camino del deber. Cuando un libro se convierte en una obligación o en un castigo, ya se ha creado entre él y el lector una barrera que puede durar para siempre.” (Ospina, 2003, p. 196). Además, al obligar a una persona a leer, se estarían violando los derechos del lector.
En contraste con lo anterior, no podemos negarnos a todo libro que nos presentan. Ahora bien, haciendo uso de los derechos del lector, dejando de lado por un momento el de no leer, podríamos darle la oportunidad a muchos libros para luego si juzgarlos así no se lean por completo, pues hay muchos casos en los que un libro a pesar de tener una temática ajena a los gustos propios de una persona, termina llamando la atención en diferentes grados.
En conclusión, siendo la lectura todo un arte, debería ser enseñado a todos, en espcial a niños y jóvenes, demostrándoles que leer es placer, que hay una gran cantidad de libros con diversos temas con tanta información, historias, y demás. Sin embargo, no hay que introducirlos a la lectura obligatoriamente, el placer nace desde el interior, porque como explicaba anteriormete anteriormente, con la obligación puede nacer una barrera que no le permita al lector deleitarse con este mundo tan especial y fascinante.
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