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El árbol Del A Ciencia: La Otra Eva Objetivada Y Sin Palabra.


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2011  •  680 Palabras (3 Páginas)  •  1.195 Visitas

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El árbol del a ciencia: la otra Eva objetivada y sin palabra.

En el libro El árbol de la ciencia se aprecia la realidad de la mujer de principios de siglo como objeto y sin derechos. Es decir, no tenía voz, era solamente un objeto o en el mejor de los casos “el ángel del hogar” como lo describe Catherine Jagoe en su libro Ambiguous Angels. La sociedad en los umbrales de siglo en España, era una sociedad machista por aserto. El papel de la mujer en la sociedad era como un objeto y solo servía para la satisfacción sexual del hombre, cuidarlo, procrear hijos y si bien le iba, casarse. Esto se aprecia notoriamente en la conversación de Julio Aracil y Andrés Hurtado, cuando el primero le dice que se acuesta con Niní y que no piensa casarse con ella, Andrés hurtado le asevera:

--- Pero has inutilizado a la muchacha.…

--- ¿a quién le importa?

---Sin embargo…

--- ¡Ca! Hay que dejarse de tonterías y aprovecharse.

(Pio Baroja 92)

En este dialogo presenta un machismo totalmente radicado en algunos individuos de la sociedad de aquella época. Hay que tomar en cuenta el estancamiento español con referencia a las nuevas ideas de Europa y de otros lados; en este caso, las revoluciones feministas habían recientemente empezado en el mundo y por lo tanto tardarían mucho tiempo en llegar a España, un país tradicionalista.

Siguiendo estas tradiciones machistas la objetivizacion de la mujer se aprecia en el trato que se le daba, el cual era menos que humano. Este trato como objeto no era siempre de abuso físico pero si de abuso sicológico. El cuadro esquemático se presenta con "Las enfermas eran de lo más caído y miserable (...) la podredumbre que envenena la vida sexual” (78-79). Donde el verdugo verbal era el jefe de doctores que Hurtado califica como “miserable” y lo afirma así:

El hombre, aunque no sabía gran cosa, quería darse aire de catedrático, lo cual a nadie podía parecer un crimen; lo miserable, lo canallesco era que trataba con una crueldad inútil a aquellas desdichadas acogidas allí y las maltrataba de palabra y de obra. (79)

Para los hombres de supuesta ciencia como el doctor encargado del pabellón, la deshumanización de la mujer era un placer que lo hacía sentir superior. A sabiendas que estaban ahí recluidas por contagio tal vez producido por un hombre, él las hacía sentir menos que animales.

De la misma manera, la sociedad femenina forzaba a la mujer a actuar como objeto. En la descripción de Niní el narrador la presenta como objeto de “agrado, de candidez y de ingenuidad” (93), como la “mujer perfecta” en los parámetros de la sociedad. Ella y su madre pensaban que debían actuar así para lograr ser aceptadas. Del otro

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