Ensayo - Heidy Farfán

Una de las grandes fuentes de estudio hace referencia al aprendizaje colaborativo, un aprendizaje en donde alumno y maestro conjuguen la importancia de las herramientas innovadoras propias de nuestro siglo en las cuales debe estar soportado cualquier proceso de aprendizaje.

En la actualidad el aprendizaje no solo es estudiado por la pedagogía como un complejo proceso de trasformación, diferentes disciplinas como la psicología, la sociología, la antropología, etc., se interesan por comprender y desarrollar investigaciones y teorías que permitan avanzar hacia nuevas formas de cognición, interpretación y por ende en una educación fructífera y duradera.

Sócrates, consideró que el camino expedito hacia la sabiduría es el conocerse a sí mismo, a través de un proceso conocido como mayéutica (búsqueda de la verdad a través del diálogo) Humanizarse es aprender y solemos aprender por imitación y por identificación. Ahora bien imitamos una serie de aprendizajes indispensables para sobrevivir en forma primaria, necesaria e inaplazable y a éstos aprendizajes de índole vital se los denomina creencias, en cuanto a la identificación supone un proceso más deliberativo, de mayor autonomía y con evidente sentido crítico. Todos nacemos con la inclinación hacia el aprendizaje, a través de la curiosidad y la exploración, a través de la primera gran fase del aprendizaje colaborativo que es la asimilación de información, su procesamiento u organización.

El ser humano es un ser cultural, que ha creado a su alrededor toda un océano de artefactos, comportamientos y leyes que tienen como consecuencia el rodearlo, protegerlo y alejarlo del estado natural, nos estamos refiriendo una habilidad particularmente humana y que es esencialmente adquirida.

Progresivamente aprendemos el uso de técnicas, el lenguaje de la comunidad a la que pertenecemos; asumimos costumbres y respetamos reglas; es así como el aprendizaje forma parte inherente al hombre, un hombre racional, quien a lo largo de la historia influido por la época y la cultura ha desarrollado diversas formas de aprender, las cuales evolucionan a tal punto que en pleno siglo XXI se habla de un aprendizaje cooperativo, autónomo, significativo, mediado, etc., en donde docente y alumno son protagonistas activos y reflexivos dentro del proceso enseñanza – aprendizaje.

Durante los últimos años el constructivismo se ha concebido como una forma de estudiar e interpretar la relación que se establece entre enseñanza – aprendizaje y entre docente – alumno, entendiendo que “el estudiante es un agente activo de conocimiento” . Hay que tener en cuenta que los contenidos deben ser relacionados de modo no arbitrario y sustancial, con el objetivo de adquirir un aprendizaje significativo, Ausubel resume este hecho en el epígrafe de su obra de la siguiente manera: "Si tuviese que reducir toda la psicología educativa a un solo principio, enunciaría este: El factor más importante que influye en el aprendizaje es lo que el alumno ya sabe. Averígüese esto y enséñese consecuentemente".

Lo anterior nos permite inferir que en el proceso de orientación del aprendizaje, es de vital importancia conocer la estructura cognitiva del alumno; no sólo se trata de saber la cantidad de información que posee, sino cuales son los conceptos y proposiciones que maneja así como de su grado de estabilidad. Los principios de aprendizaje propuestos por Ausubel, ofrecen el marco para el diseño de herramientas metacognitivas que permiten conocer la organización de la estructura cognitiva del educando, lo cual permitirá una mejor orientación de la labor educativa, ésta ya no se verá como una labor que deba desarrollarse con "mentes en blanco" o que el aprendizaje de los alumnos comience de "cero", pues no es así, sino que, los educandos tienen una serie de experiencias

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