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Ensayo sobre Antígona de Sófocles

ClarenaPintoEnsayo7 de Junio de 2016

626 Palabras (3 Páginas)543 Visitas

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ANTINOMIA CREONTIANA

El adormecimiento, letargo, insensibilidad o estupor de Sófocles al redactar la obra lo hacen un autor aclamado de Grecia. Para que un joven, como lo era Sófocles cuando escribió la obra, no se deje llevar por su espíritu independentista y su actitud desafiante necesita tener talento de escritor y ganas de desilusionar.

A Sófocles seguramente le fue desapacible escribir el trágico desenlace de Antígona, pero los griegos desde mucho antes de la Masacre de las bananeras o del Bogotazo ya demostraban que la vida no siempre es ecuánime.

Antígona fue la adarga y adalid de lo que es correcto, aunque sabía que le esperaba ella no se acoquinó y lucho contra la abyección que Creonte quería cometer. La antinomia creontiana caracterizó al rey como un sádico, que gracias al encono que sentía hacia Polinices, descargó su ira no solo contra el pueblo, sino también contra los dioses.

Resaltar que la contraposición de leyes o antinomia formulada por Creonte es el detonante de los sucesos últimos de la obra de Sófocles, es la misión del ensayo.

Cuando el esposo de Eurídice decide implantar esta nueva norma, él conocía la ley divina. Inviolable, incorruptible, estricta; todas ellas palabras que describen la ley de Zeus. Prepotencia, orgullo, soberbia, tiranía; todas ellas palabras que describen a Creonte al conminar a Tebas con dicha ley.

Un casamiento con una celebración similar a las perifalias en honor Priapo, le esperaba a la valerosa dama, un reinado en detrimento y la llegada del climaterio le esperaba a su tío. Creonte conocía sus destino, ser olvidado, Antígona también el de ella, hacerse recordar. Creonte necesitaba una manera de hacerse notar, entre Edipo el ciego y los hermanos asesinos, él no podía ser solo el rey de Tebas, el anhelaba atención, la demandaba. Y logró su cometido, aunque con un método vil.

“Y yo también ahora, al ver lo que estoy viendo, me siento inclinado

a desobedecer las leyes y no puedo retener el raudal de mis lágrimas

contemplando cómo Antígona avanza hacia el lecho, el lecho

nupcial en que duerme la vida de todos los humanos.”

Según la cita anterior Antígona llegó al lecho nupcial, pero no con Hemón. Seguramente el corifeo presentía la suerte de Creonte, pero ¿qué más señal que la de Tiresias? El rey enfadó a los dioses, y ellos decidieron alterar el aparente invariable destino de Creonte. Nadie deja plantado a Hades, lo que pasa antes o como se asiste a la cita depende de la persona. Aunque Creonte iba a fallecer probablemente antes que su hijo, su ley desafiante y su actitud impetuosa le grabaron con letras de oro un final digno de una tragedia. Aunque sin Antígona no habría obra, sin Creonte no habría tragedia. Sin Antígona no habría inspiración, sin Creonte no habría admonición. Sin Antígona no habría exaltación, sin Creonte no habría lamento.

Los griegos de la época creían que los dioses tenían un destino escrito para todos y cada uno de ellos, pero en realidad este no se cumplía Ad litteram, era bastante alterable y Creonte se encargó de modificar el de sus familiares. En la siguiente cita se deja expuesto el argumento que justifica lo dicho anteriormente:

“Pues bien, a tu vez es preciso que sepas que las ruedas rápidas del

Sol no darán, muchas vueltas sin que un heredero de tu sangre

pague su muerte otra muerte; porque tú has precipitado

ignominiosamente bajo tierra a un ser que vivía en su superficie y

le has obligado a vivir sepulcro, y por añadidura retienes aquí

arriba un cadáver lejos de los dioses subterráneos, sin honras

fúnebres y sin sepultura.”

Tiresias no se contuvo cuando expresó claramente que el culpable de la tragedia fue Creonte, y Sófocles no se pudo resistir a romper corazones de jóvenes humanistas, como el de quien  redacta este ensayo, desde mucho antes de haber nacido.

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