Escape de Venezuela

Escape de Venezuela.

El noviembre de 2010 llegaría a la misión médica cubana en Venezuela, unos meses después no soportaría más la opresión del régimen cubano y trataría de escapar. Entonces no imaginaba cuan difícil seria para mi llegar a estados unidos. Tendría que librar: la seguridad cubana, la inteligencia venezolana, y emigración en el aeropuerto de caracas.

Primero, la seguridad cubana era muy recia, todos eran oficiales del régimen, que vigilaban día y noche. Yo me encontraba en un hospital rural de barinas, compuesto por cuatro pabellones, y una sola puerta de salida, vigilada todo el tiempo. Para salir siempre tenía que ser acompañado por un oficial. Excepto cuando viajábamos en la ambulancia, acompañando paciente remitido al hospital General. Fue entonces cuando coordiné la remisión de un amigo mío, y aproveche para mi fuga. Una vez fuera cumplía la primera parte del plan, pero aun tendría que librarme de la inteligencia venezolana.

La inteligencia venezolana vigilaba todas las carreteras a Barinas, la capital de estado, poniendo énfasis en el personal cubano. Fuera de la ambulancia y camino a la casa de mi amigo, se encontraba un punto de control fronterizo, si llegaba como médico me detendrían. Compre ropa de trabajo agrícola, me la puse, y luego me embarre la cara y el cuerpo con un poco de lodo. Tenía que lograr parecer un campesino. Cuando llegamos al control policial, yo estaba muy nervioso, las piernas me temblaban, y estaba consciente que si me descubrían ese sería mi fin. Además de eso tomarían represarías contras mis amigos también. Afortunadamente el guardia no paro nuestro trasporte, y pudimos llegar sin problemas al aeropuerto.

Una vez en el aeropuerto, me dirigí a rectificar mi boleto aéreo y cruzar el control de seguridad. Tenían grandes maquinas detectoras de artefactos, y drogas, como viajaba sin equipaje logre pasar con facilidad. Llegue a la taquilla de emigración, el oficial que me atendió parecía muy molesto, me amenazo con detenerme, y me lanzo varias ofensa. Minutos después me esposaron, y me llevaron a un cuarto para interrogarme. Pase 17 horas detenido. En la mañana cuando cambio el personal, solicite hablar con el supervisor, le ofrecí 500 dólares si me dejaba continuar, el hombre lo pensó por unos segundos, y acepto mi oferta. Me liberaron y aborde mi avión a estados unidos. Mi sueño se cumplía.

En conclusión, a pesar de los obstáculos, soy libre. Después de la tormenta la calma. Ahora disfruto tranquilo en Miami, pero siempre recurre a mi cabeza una y otra vez la pregunta de; qué precio tiene la libertad?

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