Ese Oscuro Objeto Del Deseo: Raza, Clase, género Y La Ideología De Lo Bello En Colombia

En Ese oscuro objeto del deseo: raza, clase, género y la ideología de lo bello en Colombia, Nick Morgan evidencia cómo la representación de lo bello en el país se ha visto influenciada por prejuicios racistas, elitistas y machistas. El autor se centra principalmente en la dicotomía blanco/no blanco, siendo esta la polaridad básica que define la jerarquía social de Colombia. Así, en la primera parte del ensayo, el autor resalta que la importancia de la apariencia física reside en el hecho de que, según el sentido común colombiano, lo racial es algo biológico, como también lo es la distinción de clase. Por consiguiente, los fenotipos han funcionado históricamente como marcadores de esa “pureza” de raza y clase que garantiza, el status de la élite, y condena a los pobres al limbo social. Nace, de esta forma, un “régimen de sangre”, un orden social basado en la preservación de las fronteras sociales mediante un llamado a la biología. Por esta razón, la estratificación social de Colombia establece la diferencia “natural” entre los distintos grupos sociales, por lo que se creía que la burguesía pertenecía a una raza superior, a un estado más avanzado de la evolución humana.

En segundo lugar, se yuxtaponen estas representaciones dicotómicas del “populacho” y de la élite, por medio de ejemplos tales como las novelas Satanás y Rosario Tijeras. Estos ejemplos evidencian no solo las diferencias higiénicas, de vestimenta y de estereotipos entre las clases sociales y entre géneros, sino que muestran la degradación de la mujer, específicamente la de la no-blanca. Se crea el estereotipo de las mujeres de las clases altas, prototipo en el cual las mujeres de clases bajas, con potencial y “materia prima”, desean convertirse eventualmente. Este estereotipo se crea, de igual manera, a partir de la influencia de la publicidad. La mujer no-blanca tenía, así mismo, un notable

atractivo para el hombre blanco en busca de una relación sexual libre de presiones sociales, una dinámica todavía hoy vigente. Igualmente, por medio de otros ejemplos, Morgan hace evidente la existencia de una representación, unos prejuicios que sugieren que lo blanco equivale a privilegio, cultura y belleza, en contraste con lo no-blanco (afrocolombiano o mestizo) que se asocia con pobreza, falta de cultura y fealdad.

De esta manera el ensayo explica, de forma acertada y simple, por qué Colombia en principio pluriétnico y pluricultural, es dominado por una élite que sigue siendo más “blanca” que la mayoría de los colombianos. Mientras que, por el contrario, en el mundo del “no-blanco” vemos que las mayorías mestizas, en vez de construir otras relaciones de equivalencia que desafiarían el dominio de la minoría blanca, intentan diferenciarse de lo indígena y lo afrocolombiano. Finalmente y a lo largo de todo el ensayo, se representa todo lo que tiene que ver con lo

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