Estornudo Memorable

EL ESTORNUDO MEMORABLE

Se cuenta que hace muchísimos años vivió un beduino llamado Abul, que abandonó la vida errante de los beduinos y se asentó en una ciudad.

Se casó con una joven prudente, sabia y hermosa. Para celebrarlo, hizo una gran fiesta, a la que invitó a todos sus amigos y conocidos, y a la gente más importante de la ciudad.

La fiesta se hizo en su casa. Allí se sirvieron, en una enorme mesa, los más exquisitos manjares y las más refrescantes bebidas. Los asistentes comieron, bebieron y bailaron mucho. Todo era alegría. Además, la novia lució un vestido que la hacía más hermosa de lo que era.

Cerca del final de la fiesta, Abul y su esposa se acercaron al pastel de bodas para cortarlo. Todo el mundo se reunió alrededor de ellos para presenciar el evento y aplaudirlo.

Abul tomó el cuchillo y, cuando estaba por cortar la torta… ¡Qué desastre! Un estornudo ruidoso, terrible, ensordecedor, se escapó de su boca e hizo volar por los aires el pastel, con tal mala suerte que fue a caer sobre la cara del mismísimo gobernador de la provincia, que era uno de los principales invitados.

Nadie se burló ni se rió. Ni siquiera el gobernador se quejó; sólo se retiró silenciosamente a limpiarse.

Pero Abul no sabía qué hacer. Se sentía tan avergonzado y confundido que, sin decir nada, salió al jardín. Pensaba que todos se estarían burlando de él y que a partir de ese momento sería el hazmerreír de la ciudad. No quería volver a la fiesta y enfrentar las burlas y los reproches por su torpe acto.

Entonces, montó su caballo y huyó. Cerca de la orilla vio un barco que estaba por partir a la India y, sin embargo, se subió a él.

Cuando llegó a destino, conoció a varias personas y se hizo amigo del rey. Consiguió un trabajo de importancia y vivió durante unos años tranquilo y rodeado de respeto. Cada vez que recordaba el suceso del estornudo trataba de sacarlo de su cabeza como se hace cuando se espanta una mosca.

Pero con el correr del tiempo, la nostalgia por su tierra y por el recuerdo de su amada esposa lo atrapó. Dejó de correr y de dormir pensando en ellas. Entonces, decidió emprender el regreso.

Disfrazado, se subió a un barco y logró arribar a su ciudad. Abul pensaba que nadie lo reconocería y que ya nadie se acordaría de su historia. Pero cuando estaba por llegar a su casa, escuchó que una niña le preguntaba a una anciana:

–Abuela, ¿en qué año nací yo?

–A ver… en el año del estornudo –le respondió la viejecita.

Cuando escuchó estas palabras, el pobre Abul tuvo la idea de correr hacia el puerto mientras se decía: “Ese maldito estornudo se convirtió en una fecha que todos recuerdan y

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