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Enviado por   •  25 de Febrero de 2013  •  450 Palabras (2 Páginas)  •  221 Visitas

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ESPAÑOL Lee el texto y después contesta las preguntas 1 a la 4. Puedes marcar o subrayar y si es necesario volver a leerlo. El maíz Cuentan que antes de la llegada de Quetzalcóatl, los aztecas sólo comían raíces y animales que cazaban. No tenían maíz, pues este cereal tan alimenticio para ellos, estaba escondido detrás de las montañas. Los antiguos dioses intentaron separar las montañas con su colosal fuerza pero no lo lograron. -¿Qué comerán? ¡Oh dioses…! ¡que descienda el maíz, nuestro sustento! -ordenaron los dioses una vez creados los hombres. Se dice que un día, Quetzalcóatl se encontró con una hormiguita roja, en algún paraje de Teotihuacán; la hormiguita llevaba a cuestas un grano de maíz, y nuestro dios, que justamente andaba en busca de ese alimento que serviría al hombre, le preguntó muy interesado: “¿De dónde has tomado ese maíz hormiga?” La hormiga hizo como si no lo hubiera escuchado y se siguió de largo. Quetzalcóatl fue tras ella algunos pasos más, insistiendo: “¿De dónde obtuviste el maíz ah?” Al cabo de un rato el insecto contestó: “En el Monte de nuestro sustento…No tienes más que seguirme”. Efectivamente, la hormiga lo llevó al Monte, pero Quetzalcóatl era demasiado grande para caber en ese lugar como las demás hormigas. De modo que tuvo que recurrir a su nahual, convirtiéndose en una hormiga negra. La hormiga roja lo esperó adentro y o guió hasta donde estaba el maíz por montones, y le ayudó a sacar lo suficiente para que la hormiga negra lo compartiera con los dioses. El gran Quetzalcóatl le dio las gracias y allí se despidieron. Quetzalcóatl cargó con su maíz y lo compartió con los dioses primero, y luego le dio de comer a la humanidad para que creciéramos fuertes, y el alimento fue bueno. Entonces hubo necesidad de más grano, pero era imposible convertirse a cada momento en hormiga y cargar el maíz de poco en poco. ¿Qué haremos con el Monte de nuestro sustento? –se preguntaban de nuevo los dioses. A Quetzalcóatl se le ocurrió que podía cargar con el Monte, pero no lo consiguió. Los dioses entonces pidieron la ayuda de Oxomo y su mujer Cipáctonal, para que echaran la suerte: “Solamente si Nanáhuatl lanza un rayo, quedará abierto el Monte de nuestro sustento”. Bajaron los tlaloques (dioses de la lluvia) y comenzó a llover; mientras Nanáhuatl lanzaba su rayo hacia el Monte y éste se habría, los tlaloques entraron a robar nuestro sustento: maíz, frijol, chía, bledo, entre otros alimentos que los dioses tomaron para la humanidad. Y a partir de ese momento, los aztecas veneraron al generoso Quetzalcóatl, el dios amigo de los hombres, el dios que les trajo el maíz.

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