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FRANKENSTEIN

Mica MartinezReseña4 de Febrero de 2019

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                          FRANKENSTEIN

     ° Profesora: Celina Aveldaño.

     ° Alumna: Tania A. Acosta.

     ° Año: 2° A.

     ° Fecha de entrega: 03/07/2018.

                                                                                                                              -1.

     ° Índice:

  • Portada _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _:   1.
  • Índice _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _:  2.
  • Desarrollo _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _:    3.
  • _ _ _ _ _ _ _ _ _ _                                                                                                        4.
  • _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _                                                                                                                                5.
  • _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _                                                                                                                               6.
  • Glosario _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _:    4.
  • Bibliografía _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _:    5.

                                                                                                                                                                                                 

                                                                                                                                         -2.

     La historia comienza con las cartas que le manda Robert Walton a su hermana Margaret, le cuenta como la estaba pasando en su ida en barco, un día le empezó a contar de que encontraron a un señor en el hielo, que en seguida él mismo ordenó que lo subieran al señor.

     El señor se quedó en el barco como huésped del capitán, cuando se sintió mejor decidió contar su historia:

     Él permanecía a una familia muy conocida en Ginebra, su padre era un señor muy honrado, tenía a sus dos hermanos Ernest y William, a su hermana adoptiva Elizabeth y a su madre, al nacer Ernest se fueron a vivir a Ginebra, a unos pocos kilómetros se encontraba Belrive, un pueblo aislado de todo lo que les rodeaba, a Víctor le encantaba ir a allí porque le encantaba también lugares con poca gente.

     En su colegio no sociabilizaba con casi nadie, su único amigo era Henry Clerval, el hijo de comerciante ginebrino, Clerval era un muchacho talentoso e imaginativo, amaba las aventuras y el peligro, y le gustaba leer novelas de caballería. Víctor era muy distinto a su amigo, desde chico, el principio de Víctor era obtener conocimientos para comprender el mundo en el que vivía.

     Ellos, a pesar de ser muy diferentes, nunca peleaban ya que estaban con Elizabeth quien les trasmitía paz. A sus trece años recibió un libro de Cornelio Agrippa, lo empezó a leer con desinterés, pero, con el paso del tiempo, le gustó ya que los descubrimientos de ese libro le despertaron un interés gigante.

     Tanto le había gustado que leyó todos sus libros y después siguió con otros autores, como Paracelso y Alberto Magno. Le encantó tanto que no se imaginaba la idea de no buscar la cura de una enfermedad o cosas así.

     Tiempo después, cuando tenía quince años, en una noche de lluvia y truenos, a Víctor se le había ido el interés por los alquimistas ya que conoció las leyes de la electricidad con la ayuda de un amigo de su padre.

     A sus diecisiete años, los padres de Víctor decidieron que él debería ir a una universidad en Ingostadt, pero, por mala suerte una tragedia demoró su viaje, Elizabeth se había enfermado de escarlatina, todo el tiempo su madre fue la que la acompañó y cuidó hasta que se recupere, pero, lamentablemente le tocó a ella enfermarse.

     El último deseo que pidió su madre fue que Víctor y Elizabeth se casaran, al otro día de pedirle eso a Víctor murió tranquilamente. Después de un tiempo de luto, el tiempo de marcharse había llegado, en su última cena en Ginebra lo acompañó Clerval, los dos lamentaban no seguirse acompañando, pero era lo mejor.

     Al llegar a Ingostadt recibió un “reproche” de parte del señor Krempe, su profesor. Ya que Víctor seguía creyendo en las teorías ridículas de Magno y Paracelso. Por más de que Víctor ya se haya desengañado de los alquimistas, no le gustaba la física moderna.

                                                                                                                                       -3.                  

     Algunas palabras del profesor le dieron a Víctor la idea de seguir las huellas de los alquimistas anteriores y desarrollar los secretos más profundos para la humanidad. Unas palabras del profesor se le hicieron muy gratas a él, decía “Los físicos modernos les deben a los alquimistas la mayoría de sus conocimientos, la labor de los hombres geniales, aunque esté mal encaminada, nunca es del todo inútil”.

     A partir de ese entonces, la física y la química ocuparon los días y noches de Víctor, leyó con entusiasmo las obras más modernas, fue a todas las clases donde, su presentación, era apreciada y alentada. El trabajo y el estudio habían absorbido a Víctor por completo.

     Víctor se preguntaba mil veces de dónde provenía el principio de la vida, ningunos científicos jamás osaron plantearse la cuestión por prejuicios o conscientes de sus limitaciones sociales. Él pasaba mucho tiempo en el cementerio viendo como los cuerpos muertos se convertían en la comida de los gusanos.

     No pasó de un día al otro que Víctor obtuvo resultados contundentes, pasó bastante tiempo para obtenerlos, pasó por cada etapa de método científico para poder llegar a eso. Al fin logró darle vida a la materia inerte, obviamente no pudo revelar nada ya que era dueño de un enorme poder.

     Lo primero que hizo fue buscar partes de carnes y organismos, su obra era inmensa, casi de dos metros y medio. Víctor imaginaba que, cuando su obra tenga vida, al igual que las otras, serían realmente feliz y les agradecerían siempre. A veces, en las noches, esas ideas se le salían de la cabeza y se le venía las imágenes de los cuerpos putrefactos de los cementerios.

     Tanto estaba metido en su creación que no contestó las cartas que le mandaban Elizabeth y su padre cada semana, ni siquiera tenía tiempo de abrir las cartas. Él sólo pensaba que al terminar volvería a su casa y se casaría o algo por el estilo.

     Durante todo el año, a Víctor las personas le daban pavor y molestia, se la pasaba encerrado trabajando. Una noche de invierno, al fin pasó, llovía mucho, la ansiedad de él hacía que manejase los instrumentos con torpeza.

     Al fin, su creación había abierto los ojos, unos ojos amarillo profundo, mirada oscura, enorme, le daba miedo, vio que su creación se le acercaba y salió corriendo de su laboratorio a otras habitaciones. Pasó una por una perdiendo tiempo hasta que, cansado, se acostó en una y se durmió.

     Al despertarse vio a su creación a unos simples pasos, pensó “Cree a un monstruo” Saltó de su cama y corrió al patio, se quedó ahí entre los arbustos hasta el amanecer, hasta que decidió ir a la ciudad donde se encontró a Clerval, su amigo.

     Tuvieron una charla muy animada hasta que Clerval le dijo que vayan a la casa de Víctor, en el transcurso a su casa, el miedo que se había esfumado estaba volviendo a su ser, pensando que el “monstruo” estaría ahí. Al llegar le pidió a Clerval que esperara en la entrada para que Víctor acomode unas cosas, pero él nomás quería fijarse si la criatura seguía ahí, pero no.

                                                                                                                               -4.

      Víctor, al tiempo, recibió una carta de su padre que causó que viajara en seguida a Ginebra, su padre le había escrito para avisarle que el día 7 de mayo habían ido a pasear a Plainpalais, cuando se estaban por volver, llamaron a sus dos hermanos, Ernest y William, pero solo había aparecido Ernest.

     Como no lo habían encontrado, volvieron a su casa pensando que William había regresado por su cuenta, pero no, al anochecer salieron a buscarlo con antorchas, alrededor de las cinco de la mañana lo encontraron muerto en el césped. Elizabeth se había dado cuenta de que le faltaba la medalla que le había obsequiado a Will, lo único que pensaron fue que el asesino se la había quedado.

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