Frankenstein
adriangarcia9312 de Febrero de 2012
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Cuando Frankenstein enfrenta a Victor, no sólo le reclama su abandono, también le reprocha su irresponsable procedencia científica:
¿Cómo te atreves a jugar así con la vida y la muerte? [...] Recuérdalo: soy tu obra y debería ser tu Adán, pero más exacto sería que me consideraras el ángel caído, expulsado por ti de las alegrías y arrojado a la miseria. Por todas las partes veo felicidad de la que estoy excluido. Era bueno y la desgracia me hizo un malvado: hazme feliz y volverá a mí la virtud. (p. 100)
En estas palabras percibimos un discurso bíblico, pero más adelante esta referencia se concreta en Milton. Ya habíamos dicho que Frankenstein leyó El Paraíso Perdido (1667) y esta obra evoca precisamente la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. Así pues, Frankenstein hace gala de su erudición autodidacta y de manera muy emotiva se dirige a su "padre" con las siguientes palabras:
Más El Paraíso Perdido dio lugar a emociones diferentes y mucho más profundas. Lo tomé por una historia verídica, como había tomado los otros libros caídos en mis manos. Era maravilloso y espantoso al mismo tiempo aquel relato del Dios omnipotente trabado en guerra con sus criaturas. Lo mismo que Adán, yo tenía al parecer lazo alguno con ningún otro ser, pero, en sus restantes aspectos, la situación de Adán era muy distinta a la mía. El había salido de las manos de Dios convertido en una criatura perfecta, feliz y capaz, cuidada especialmente por su creador, estaba en situación de hablar con seres de naturaleza superior y de adquirir conocimientos de ellos. Yo, en cambio, era un desgraciado, indefenso y abandonado. Muchas veces pensé que Satanás era el ejemplo más claro de mi situación porque muchas veces, al ver la dicha de mis protectores, alzábase en mí, como en él, la amarga bilis de la envidia [...] Yo, como Satanás llevaba un infierno en mi interior y, al comprender mi aislamiento, quería destrozar los árboles, esparcir la destrucción a mi alrededor, para sentarme luego a contemplar con fruición aquellas ruinas. (pp. 128 y 134)
El reclamo está presente. Frankenstein recrimina el abandono al que fue expuesto y se identifica con la historia. El paralelismo Dios-Victor Frankenstein / Adán- Frankenstein y Satanás- Frankenstein es obvio. Victor fue su creador y lo abandonó, lo "expulsó" de toda posibilidad de felicidad al igual que Dios lo hizo con Adán, con la diferencia bíblica de que Frankenstein no lo desobedeció, sino que su "pecado" fue haber nacido con un aspecto monstruoso. La identificación con Satanás también es comprensible, pues así como este ángel desgraciado, expulsado del cielo por sus envidias, es repudiado por Dios, así también Frankenstein vive el desprecio de su propio creador y su desdicha era todavía más amargada por la envidia que sentía por la felicidad ajena. Y como bien lo dice, vivía un infierno interior por la impotencia que lo colmaba.
Frankenstein trata de encontrar en la obra de Milton el objetivo con que éste la escribió: "justificar el comportamiento de Dios hacia los hombres", pero aplicado a su situación. Por ello también se encara con su "padre" y le manifiesta su necesidad de vivir con la compañía de alguien que lo entienda y que sea como él, de alguien que no le señale sus "diferencias", de alguien que sea su "Eva":
'Maldito sea el día en que recibí la vida' [...] 'Maldito sea mi creador' ¿Por qué me habrá dado forma de monstruo, tan repugnante que hasta tú te alejaste de mí? Dios, en su bondad hizo al hombre hermoso y agradable a su imagen y semejanza: en cambio, mi forma es una miserable deformación de la tuya, más horrible aún por esa misma semejanza. Satanás tuvo a sus compañeros, diablos como él, que lo admiraban
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