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Fábulas de escritor griego Еsopo

luceritochapsInforme26 de Septiembre de 2014

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Esopo fue un escritor de fabulas griego. Ha escrito muchas historias con animales como protagonistas y una enseñanza.

El zorro y el pan

Había una vez un zorro que llevaba un pan en su cabeza que había conseguido. En el camino, empezó a pensar que iba hacer con el pan. Perdido en sus pensamientos, los cuervos empezaron a picotear el pan comiéndoselo. Decepcionado se lo cuenta a su mamá y ella le dice:

Moraleja: “No cuentes las gallinas antes de que nazcan”.

El lobo, El Cazador y Las Ovejas

Había una vez un lobo que estaba merodeando por un rebaño. Las ovejas con temor van a donde está un cazador para que las proteja. El cazador, muy listo, se viste de oveja para atraer al lobo. El lobo hambriento se lleva a la oveja, de momento el cazador revela su identidad y lo mata.

MORALEJA: “Las apariencias engañan”

El ratón y el queso

Había una vez un ratón que se llevaba todos los quesos que encontraba. El los admiraba y nunca se los comía. Llegó un día de hambruna y el ratón no quería gastar su queso y se murió de hambre.

MORALEJA: “Ganancias que no se usan es mejor que no exista”

- El águila y el escarabajo

Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo, suplicándole que le salvara.

Le pidió el escarabajo al águila que perdonara a su amiga. Pero el águila, despreciando la insignificancia del escarabajo, devoró a la liebre en su presencia.

Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el águila ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra. Viéndose el águila echada del lugar a donde quiera que fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un lugar seguro para depositar sus futuros pequeñuelos.

Le ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo, viendo la táctica escapatoria, hizo una bolita de barro, voló y la dejó caer sobre el regazo de Zeus. Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen huevos en la época en que salen a volar los escarabajos.

Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que no pueda alcanzarte.

- El avaro y el oro

Un avaro vendió todo lo que tenía de más y compró una pieza de oro, la cual enterró en la tierra a la orilla de una vieja pared y todos los días iba a mirar el sitio.

Uno de sus vecinos observó sus frecuentes visitas al lugar y decidió averiguar que pasaba. Pronto descubrió lo del tesoro escondido, y cavando, tomó la pieza de oro, robándosela.

El avaro, a su siguiente visita encontró el hueco vacío y jalándose sus cabellos se lamentaba amargamente.

Entonces otro vecino, enterándose del motivo de su queja, lo consoló diciéndole:

- Da gracias de que el asunto no es tan grave. Ve y trae una piedra y colócala en el hueco. Imagínate entonces que el oro aún está allí. Para ti será lo mismo que aquello sea o no sea oro, ya que de por sí no harías nunca ningún uso de él.

Valora las cosas por lo que sirven, no por lo que aparentan.

Los ratones poniendo el cascabel al gato

Un hábil gato hacía tal matanza de ratones, que apenas veía uno, era cena servida. Los pocos que quedaban, sin valor para salir de su agujero, se conformaban con su hambre. Para ellos, ese no era un gato, era un diablo carnicero. Una noche en que el gato partió a los tejados en busca de su amor, los ratones hicieron una junta sobre su problema más urgente.

Desde el principio, el ratón más anciano, sabio y prudente, sostuvo que de alguna

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