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Diez Fabulas


Enviado por   •  26 de Abril de 2012  •  1.331 Palabras (6 Páginas)  •  526 Visitas

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El águila y los gallos

Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas; y al fin uno puso en fuga al otro. Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo. Más no tardó un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que había perdido la riña se quedo con todo el gallinero.

A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los arrebate.

La zorra y la liebre

Dijo un día una liebre a una zorra:

-- ¿Podrías decirme si realmente es cierto que tienes muchas ganancias, y por qué te llaman la “ganadora” ¿

-- Si quieres saberlo – contestó la zorra --, te invito a cenar conmigo.

Aceptó la liebre y la siguió; pero al llegar a casa de doña zorra vio que no había más cena que la misma liebre. Entonces dijo la liebre:

-- ¡ Al fin comprendo para mi desgracia de donde viene tu nombre: no es de tus trabajos, sino de tus engaños ¡.

Nunca le pidas lecciones a los tramposos, pues tú mismo serás el tema de la lección.

El león y la liebre

Sorprendió un león a una liebre que dormía tranquilamente. Pero cuando estaba a punto de devorarla, vio pasar a un ciervo. Dejó entonces a la liebre por perseguir al ciervo. Despertó la liebre ante los ruidos de la persecución, y no esperando más, emprendió su huída. Mientras tanto el león, que no pudo dar alcance al ciervo, ya cansado, regresó a tomar la liebre y se encontró con que también había buscado su camino a salvo. Entonces se dijo el león:

-- Bien me lo merezco, pues teniendo ya una presa en mis manos, la dejé para ir tras la esperanza de obtener una mayor.

Si tienes en tus manos un pequeño beneficio, cuando busques uno mayor, no abandones el pequeño que ya tienes, hasta tanto no tengas realmente en tus manos el mayor.

El león y el ratón

Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reír y lo dejó marchar. Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oír los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre. -- Días atrás -- le dijo --, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por tí en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.

Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.

Los dos perros

Un hombre tenía dos perros. Uno era para la caza y otro para el cuido. Cuando salía de cacería iba con el de caza, y si cogía alguna presa, al regresar, el amo le regalaba un pedazo al perro guardián. Descontento por esto el perro de caza, lanzó a su compañero algunos reproches: que sólo era él quien salía y sufría en todo momento, mientras que el otro perro, el cuidador, sin hacer nada, disfrutaba de su trabajo de caza.

El perro guardián le contestó:

-- ¡No es a mí a quien debes de reclamar, sino a nuestro amo, ya que en lugar de enseñarme a trabajar como a tí, me ha enseñado a vivir tranquilamente del trabajo ajeno !

Pide siempre a tus mayores que te enseñen una preparación y trabajo digno para afrontar tu futuro, y esforzarte en aprenderlo correctamente.

El perro y el carnicero

Penetró un perro en una carnicería, y notando que el carnicero estaba muy ocupado con sus clientes, cogió un trozo de carne y salió corriendo. Se volvió el carnicero, y viéndole huir, y sin poder hacer ya nada, exclamó:

-- ¡ Oye amigo ! allí donde te encuentre, no dejaré de mirarte !

No esperes a que suceda un accidente para pensar en cómo evitarlo.

La coneja y el cuervo

Sentía una corneja celos contra los cuervos porque éstos dan presagios a los hombres, prediciéndoles el futuro, y por esta razón los toman como testigos. Quiso la corneja poseer las mismas cualidades. Viendo pasar a unos viajeros se posó en un árbol, lanzándoles espantosos gritos. Al oír aquel estruendo, los viajeros retrocedieron

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