Historia basada en cuento de bokowski

Su olor metálico entraba por mis fosas nasales. Estaba por todos lados y ya había escurrido por debajo de la puerta. Las fiestas los fines de semana en mi casa siempre han sido comunes hasta ahora que me encuentro parado en una esquina del baño con la ropa y las manos cubiertas de sangre, observando el cuerpo inerte de una joven que desconozco.

Al otro lado de la puerta un joven de cabello y ojos negro, tez morena, vestido con polo blanco y unos jeans fue quien dio un paso al frente y decidió llamar a la policía.  

30 minutos antes de este suceso…

Decidí entrar al baño para poder orinar, ya que había consumido tanta bebida que mi vejiga estaba que quería reventar, una chica entro detrás de mí y cerró la puerta, le di un repaso rápido era rubia, traía los labios rojos, un vestido demasiado corto del mismo color y unos tacones tan altos que parecía aumentarle 10 centímetros.

La joven se abalanzo sobre mí y me empezó a besar, no me aleje, introduje mi lengua en su boca con urgencia, la levante por las piernas y la senté al borde del lavamanos, nos besábamos con vehemencia, metió su mano en mi pantalón y empezó a moverla de arriba abajo, presionando, excitándome cada vez más. Levante su vestido e introduje mis dedos dentro de ella para darle el mismo placer que ella me estaba dando, moviendo los dedos en círculos para hacerla llegar al clímax. Nos vinimos al mismo tiempo, estábamos sudados y habíamos empeñado el espejo y la pequeña ventana que había.

Mientras ella se arregla el maquillaje viéndose en el espejo, me acomodo el pantalón y del bolsillo trasero saco una pequeña cuchilla que siempre llevo conmigo, el matar luego de tener algún tipo de intimidad siempre me ha causado mucho más placer que cualquier masturbación.

Me acerco a ella y veo como me sonríe con sus hermosos labios pintados de rojo a través del espejo, con un movimiento rápido le corto el cuello, su cuerpo se desploma y la dejo en el suelo, la sangre empieza a escurrir por debajo de la puerta. 5 minutos después escucho las sirenas de los autos de policía y yo sigo parado en una esquina con la ropa y las manos manchados en sangre pensado como puedo salir de aquí. Visualizo una ventana no muy grande, subo al inodoro y paso por ella, tengo la contextura perfecta, para el momento que ya estoy fuera del baño la policía ya está dentro de la casa.

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