Invernalia - Cuento

Era una mañana como ninguna otra, en un lejano pueblo de Invernalia, pero claro que ni los mismos habitantes sabían que era de dia. La luz no había tocado la tierra hace un largo tiempo, era la época negra, aun que a pesar de eso todo iba muy tranquilo, no había ocurrido extraños sucesos desde hace uno o dos días.

Invernalia es un pueblo caracterizado por tener nieve todo el año, también por ser el único lugar en el mundo donde quedan lobos. Cada año envían a veinte hombres hacia el sur, donde estaba la caballería roja, a ser entrenados para dar sus vidas y proteger.

En esta época ocurren cosas muy extrañas, todos consumidos por el miedo se encierran en sus casas, aunque esa no los va a salvar.

Pero este día se celebraba algo muy especial, algo que ayudará a toda Invernalia y muchas otras ciudades. Por fin se había terminado el muro, que iba a proteger todos esos pueblos y ciudades. Este muro se ubica a cincuenta kilómetros de Invernalia.

Todos los habitantes estaban muy felices por esto, la mitad del pueblo ya estaban ebrios, cantaban y bailaban, mientras los demás simplemente estaban en sus casas con sus familias felices porque el tormento terminará pronto, solo era cuestión de tiempo para saber si en verdad el muro lograra su propósito, todos estarán a salvo y no tendrán que temer nunca más. En unas horas empezará la fiesta más grande de toda la historia de Invernalia, este día se celebrará el muro y agradecerán a sus antepasados por todo lo que dieron para construir el muro.

Todos estaban felices, excepto una chica, tenía tanto desprecio a todos, a todo, no le importaba nada ni nadie, solo ella misma, blanca como la nieve, cabello sumamente negro, pero nada más negro que su alma. Deseaba con ansias que algo malo ocurriera con el pueblo, pero sabía que el muro sería un problema, pero de la nada una retorcida sonrisa se formó en la cara de Merlina Nadie sabía que muchas de las cosas que habían pasado contra el pueblo era por ella, y que era ella la que los atraía.

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