Juego de Villanos (Una historia & El señor Inoa)

Juego de Villanos, José Enrique García.

El primer cuento se titula “Una historia”, este es contado desde la perspectiva de la que parece ser la mucama de la familia de una señorita o señora, la cual volvía a su casa materna luego de dos meses, a causa de que su esposo la maltrataba, verbalmente, psicológicamente, y probablemente (aunque no dice) físicamente por igual.

La muchacha vivía en un pueblo,  pertenecía a una familia adinerada, y era hermosa, pero por su forma los hombres no se les acercaban. Llego a los cuarenta sin novio hasta que un día un hombre de la capital se le declaro, y sin pensarlo dos veces se casó.

Luego de poco tiempo lo que eran comidas fuera y bailes se convirtieron en ausencias continuas y prolongadas, luego de solo dos semanas de felicidad se la pasaba en su habitación llorando, hasta que un día opto por volver a su casa. Volvió, y cuando le preguntaban solo decía que no regresaba allá y decía que no le contaría nada a nadie mientras viviera.

La gente hablaba sobre ella, se burlaban e inventaban historias, e incluso cuando veían a su familia se podía oír el murmullo, por esta razón estos empezaron a salir lo menos posible. Ella nunca salía. Solo salió una tarde, desnuda y la mucama salió a taparle con una sabana, mientras todo el mundo reía.

Estas historias de mujeres que se casan impulsivamente son comunes, y también es común que estos matrimonios no sean duraderos. Generalmente las mujeres al avanzar en edad se siente presionadas socialmente o hasta auto-presionadas a casarse y tener hijos.

La presión social por casarse y tener hijos (sobretodo en mujeres) genera una casi obligación a cumplir con estos propósitos como si tenerlos fuera señal de felicidad. Llegado a un punto incluso se llega a interiorizar esas “obligaciones” como “necesidades” que impiden a estas ser feliz, sin pensar realmente que es lo que quieren en su vida.

El segundo cuento lleva como titulo “El Señor Inoa”. Cuenta la historia de Ignacio Inoa, un contador, apenas conocido por sus colegas. El señor Inoa como le decían en el trabajo, estuvo en este durante 20 años, hasta que le llegaron los papeles de la jubilación.

Dice el cuento que sufrió cambios en su anatomía, que perdió el pelo, que se jorobo y encogió de estatura, y que disminuyo su peso. Pasaba su tiempo perdido, aferrado al trabajo que le garantizaba la continuidad de la vida.

A el no lo jubilaron por los años de trabajo si no por los de vida. Cuando le llego el papel se marcho del trabajo faltando dos horas de la jornada. Pero al día siguiente llego temprano a la oficina e hizo lo que hacia todos los días, con naturalidad y calma, a la hora de la merienda el señor Inoa le prendió fuego a la oficina de contabilidad, “manifestando su ultima lucidez y rebeldía”.

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