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LA INFLUENCIA DEL PERSONAJE DEL CURA EN TODO EL PUEBLO DE LA NOVELA “HUASIPUNGO” DE JORGE ICAZA


Enviado por   •  9 de Diciembre de 2018  •  Ensayos  •  1.583 Palabras (7 Páginas)  •  455 Visitas

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LA INFLUENCIA DEL PERSONAJE DEL CURA EN TODO EL PUEBLO DE LA NOVELA “HUASIPUNGO” DE JORGE ICAZA

El escritor Jorge Icaza, uno de los escritores ecuatorianos más representativos de la novela indigenista perteneciente a la Generación de los 30 y escritor de la obra “huasipungo”, que retrata la situación que pasaban los indígenas en la primera mitad del siglo XX, que trata diversas problemáticas sentidas por los indígenas en aquel entonces. Icaza, tras sus propias experiencias visuales de la niñez expone mediante sus palabras claramente el acoso, maltrato y violencia ocacionada ante los indios serranos: explotación laboral, violación, tratos insufribles son tan solo unos de tantos arrebatos por parte de los hacendados ante las clases sociales más bajas; sin embargo, la idealización de un Dios castigador que no le importa el cuidado de los indígenas y gozoso de su constante petición monetaria se podría decir que es uno de los puntos presentados más fuertes, debido a que esto los hace manipulables por el miedo inculcado dentro de ellos. En “Huasipungo”, gracias al personaje del párroco de Tomachi se puede evidenciar dicha realidad, puesto que se lo presenta al misma como un moralista que a final del camino solo vela por sus propios intereses, tal y como se conoce que lo hacía la iglesia antes del desvinculo gubernamental-eclesiástico alrededor de todo el mundo. En la historia se nos demuestra esta  situación, ya sea por medio de las hipócritas ofertas de indulgencias y métodos para llegar al cielo mas rápido, el desgarrador impacto económico que presentó en su comunidad y como no mencionarlo, sus exacerbadas y a la vez sobreactuadas posturas fingidas en las que clamaba el poder de un castigo divino ante aquellos débiles rebeldes ante él.

Los intereses de la iglesia dejaron de ser los instruidos por su fundador, y en ese tiempo no era más que una falsa pantalla que servía para ocultar el inmenso deseo de riqueza por parte de la religión. Más que aquellos pagos otorgados a tan avaricioso sacerdote, Icaza ejemplifica la poca importancia que este personaje le daba a sus seguidores de culto, siendo para él un simple método de trabajo y para obtener dinero. Lo significante en este caso no es el ejemplo en sí que se presenta mas bién la concepción que se le puede dar, una en la que muestra que hace cerca de 100 años el dinero radicaba en las manos de los sacerdotes, él y todo sus beneficios junto a comodidades de vida se postraban sobre ellos. Y sobre todo utilizaba su poder como un mensajero de dios para dar palabra en su nombre y poder cobrar dinero engañando a los indígenas, como por ejemplo cuando cobraba para asegurar una buena vida después de la muerte, como cuando habla con Andrés Chilliquinga sobre el entierro de Cunshi: “Los que se entierran aquí, en las primeras filas, como están más cerca del altar mayor, más cerca de las oraciones , y desde luego más cerca de Nuestro Señor Sacramentado (…) son los que van más pronto al cielo[1]. Y se nos hace notar que el en pocas palabras nos dice que la entrada al cielo tiene un precio de treinta y cinco sucres, lo cual significaba una suma de dinero considerable, lo cual todos intentaban pagar para que sus seres queridos llegaran inmediatamente al cielo y vivieran en paz, sin importar los pecados que estos cometieran, haciéndonos caer en cuenta el negocio en el que se convirtió la iglesia por esas épocas.

Ya sea un dólar, un euro y más aún un par de sucres, el valor monetario no puede compararse con la integridad de una persona y el fallar ante la misma, siendo parte de la iglesia es una falla atroz. En “Huasipungo” implicitamente se busca ejercer el derecho al pensamiento en el lector, para que a través de la inferencia este sea participe de la historia y conciba ciertas situaciones de hace un siglo atrás. Como un ejemplo se muestra el hecho de haber comprado, un camión de carga, acabó por completo con el trabajo de decenas de personas puesto que ya no podían ejercer labor como cargueros, el descaro presentado por el párroco que con postura venevolente actuaba como si todas sus acciones estubiesen dirigidas a una vida mejor para aquellos a su alrededor, y se nos muestra muy claramente cuando Icaza relata: “indios y chacras, (…) se han desprendido diariamente de sus ahorros para que la Santísima y Milagrosa se compre y luzca atavíos de etiqueta celestial[2], donde se nos explica que aparte de la pobreza que tenían debido a las deudas con sus patrones o las indulgencias del párroco, ellos daban sus ahorros para las joyas de la Virgen, que también usaba el párroco. Mayoritariamente era así tanto los indígenas, como los mestizos y los blancos, se les solicitaba considerables sumas de dinero,  teniendo en cuenta su condición económica, para así realizar fiestas dedicadas a los santos. En el caso de faltar aquellos pagos tendía a atacar verbalmente a sus víctimas de timo religioso, invocando supuestamente fuerzas divinas que los castigaría por desprestigiar al siervo del señor.

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